El fundador de las Brigadas Rojas de Italia, Renato Curcio, encarcelado desde hace 15 años, propuso acabar formalmente con la época del llamado "terrorismo rojo" mediante una amnistía para los antiguos insurgentes.
Curcio, de 57 años y con el cabello y la barba blanca, publicará el 30 de este mes en Italia un libro sobre los tiempos de la lucha armada. Su trabajo será luego difundido en otros países de Europa en que también operaron grupos armados en los años 70 y principios de los 80.
El libro de Curcio, titulado "Vendetta y perdono" (Venganza y perdón), presenta a integrantes de una generación que quisieron cambiar la historia con las armas, pero que sólo pudieron arriesgar su vida, libertad y futuro, y pusieron fin a la vida de otros.
Un total de 128 personas murieron en los llamados "años de plomo" de Italia. Las víctimas de las Brigadas Rojas fueron 72, 20 las de otra organización armada, Primera Línea, y las restantes fueron muertas por 20 grupos menores.
La fase más cruenta del "terrorismo rojo" italiano transcurrió de 1976 a 1982, cuando se registraron 112 atentados mortales. Hacia 1978 se produjo el secuestro y asesinato del estadista democristiano Aldo Moro, la operación más espectacular de las Brigadas Rojas.
Curcio se halla desde 1993 en régimen de semi libertad, aunque debe pasar las noches en una celda sin llave de la prisión romana de Rebbibia.
El día lo dedica a analizar la lucha armada según un enfoque académico, después de practicarla desde el momento en que abandonó sus estudios de sociología en una Universidad de la norteña ciudad de Milán.
Seis mil personas fueron detenidas en Italia por las fuerzas de seguridad que combatían la lucha armada y 200 están aún en la cárcel.
Francia cerró con una ley de amnistía el capítulo de la lucha armada, que allí fue menos grave que en Italia, señaló Curcio en un debate con políticos recogido en la edición de este lunes del diario Il Messagero, organizador de la reunión.
Alemania, donde el fenómeno tuvo más importancia que en Francia, aprobó el año pasado una ley que puso en libertad a guerrilleros condenados a cadena perpetua.
Alemania y Francia tomaron su decisión porque la lucha armada "había acabado hace mucho tiempo", dijo Curcio. Agregó que 15 años de cárcel, como es su caso, marcan en general el límite posible si se pretende mantener "el respeto a la persona".
Curcio, de pasado católico y cuya participación directa en atentados no fue probada, aunque organizó algunos de ellos y avaló la mayoría, citó el Antiguo Testamento para referirse a la venganza y el evangelio de Mateo para destacar la idea del perdón difundida por Jesucristo.
Al volver sobre el momento actual, subrayó que los "actos de la lucha armada han sido superados, que la escena mundial ha cambiado y el muro de Berlín ha caído".
"No hay dudas que pasando de la observación histórica al plano institucional, este problema es asunto del parlamento", dijo.
Curcio se abstuvo de indicar el camino preciso, aunque insinuó que el parlamento debería aprobar una amnistía para cerrar en el plano legal aquellos "años de plomo".
Gian Maria Fara, presidente de Euripes, un centro de investigaciones políticas y sociales, que publicará el ensayo de Curcio, propuso también "cerrar cultural y judicialmente la época de la lucha armada".
Varios proyectos de amnistía para los ex insurgentes han sido presentados al parlamento italiano, aunque ninguno fue considerado hasta ahora.
La derecha, a través de sus dirigentes, como el presidente de Alianza Nacional, Gianfranco Fini, se han declarado contrarios a la amnistía.
Pero el diputado Gavino Angius, responsable del sector justicia del gobernante Partido Democrático de Izquierda, opinó que "un estado moderno debe dar una respuesta a estos dramas de la historia", en implícita referencia a la amnistía. (FIN/IPS/jp/ff/ip/98
