INDONESIA: Crisis económica repercute en gobierno de Suharto

La crisis económica de Indonesia causó tal daño a la posición del presidente Alí Suharto que su gobierno debió salir al cruce de versiones sobre un golpe de estado militar y los opositores se agolpan para desafiar su segura reelección en marzo.

"El rumor lo iniciaron fuentes irresponsables que desean beneficiarse de la situación", declaró el ministro de Información, Raden Hartono, ante representantes de la prensa nacional y extranjera este sábado, convocados luego de reunirse con Suharto.

"¿Qué sentido tiene un golpe en un país que ya cuenta con un mecanismo de sucesión y la base constitucional para el cambio de su liderazgo nacional?", se preguntó.

Hartono, ex comandante del ejército, aseguró que la estructura y forma de la organización militar indonesia no permite la posibilidad de la rebelión.

El golpe no existió, pero los rumores y las declaraciones de Hartono destacan la creciente inquietud sobre la estabilidad y la capacidad de permanencia de Suharto, cuyo temple fue puesto a prueba por la crisis económica después de 32 años en el poder.

Suharto, de 76 años, solicitó a Hartono que se dirigiera a la prensa para acallar los rumores que él mismo había escuchado, según los analistas. Aunque las versiones fueron neutralizadas, la tempestad política provocada por los problemas económicos sigue desencadenada.

En las últimas semanas, la prensa, por lo habitual cauta, informó sobre pedidos de renuncia a Suharto y críticas a sus políticas, inadecuadas para detener la masiva pérdida de confianza.

Mientras tanto, representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno de Estados Unidos visitan Jakarta para evaluar las medidas tomadas por Indonesia hasta el momento, después de una semana de libre caída de la moneda, la rupia.

En medio de la crisis, Suharto aseguró que acataría las condiciones del FMI para recibir de 43.000 millones de dólares de asistencia del organismo financiero.

A pesar de los rumores generalizados, las autoridades dijeron que el gobierno no declararía la moratoria sobre la deuda externa de 133.000 millones de dólares.

Aun así, los temores por la economía fueron la causa de los comentarios, inimaginables unos meses atrás, de la necesidad de cambios políticos y un nuevo liderazgo para sacar a Indonesia del pantano.

Varios opositores de la política oficial se ofrecieron como candidatos a presidente luego de que finalice en marzo el período de gobierno de Suharto. Se prevé que la Asamblea Consultiva Popular reelija al mandatario para un séptimo período de cinco años.

"En aras de la educación política, estoy dispuesto a ser nominado para presidente", señaló el líder musulmán Amin Rais en un debate con la Fundación de Asistencia Legal. El Partido Unido por el Desarrollo, de orientación islámica, lo había nominado a la vicepresidencia.

"Si me piden que sea el segundo de Suharto, le están buscando cinco patas al gato", manifestó Rais, que cuenta con gran apoyo en la juventud musulmana.

La opositora Megawati Sukarnoputri anunció este fin de semana que estaba dispuesta a dirigir el país si nadie más tenía el valor de hacerlo.

"Si el pueblo me quiere, estoy lista", dijo este sábado en la celebración del 25 aniversario del opositor Partido Democrático Indonesio, de cuya dirección fue expulsada por maniobras de partidarios del gobierno en 1996.

Más de 1.000 partidarios de Megawati asistieron a la ceremonia en su residencia del sur de Jakarta. Diplomáticos, personalidades de la oposición, organizaciones por la democracia y al menos 100 periodistas indonesios y extranjeros estuvieron presentes.

Megawati criticó al gobierno por su corrupción y mediocre ejercicio de la democracia, lo que ayudó a arrastrar al país al desastre económico.

La dirigente atacó la decisión del gobernante partido Golkar de designar a Suharto para otro período de gobierno y calificó a la nueva nominación de inhumana.

"Entre los 200 millones de habitantes de Indonesia debe haber algunas personas inteligentes que sean capaces de dirigir a la nación. El problema es que no tienen agallas", añadió, lo que generó el aplauso de los presentes.

Por sí sola, la oposición política quizá no pueda socavar al gobierno de Suharto. Pero la crisis económica sin duda impulsó la popularidad de sus detractores y alimentó la desconfianza pública del régimen. A la vez, algunos temen que la situación desate el caos político si no se maneja bien.

La insatisfacción crece a medida que los indonesios sienten las consecuencias de la crisis. La caída de la rupia ya obligó a las compañías privadas a emprender drásticas reestructuras y despedir a sus empleados.

Los últimos datos del ministerio de trabajo revelaron que 125 empresas despidieron a 51.724 trabajadores. Pero dado que la cifra sólo cubre despidos que fueron declarados oficialmente, el número real puede ser mucho mayor.

Una fuente ministerial sostuvo que 1,4 millones de trabajadores perdieron sus empleos hasta fines del año pasado. El sector inmobiliario fue el más afectado.

Se estima que la cancelación de numerosos proyectos inmobiliarios resultó en el despido de 950.000 trabajadores. La Asociación de Constructores Indonesios aseguró que casi cuatro millones de personas perdieron sus empleos durante la crisis.

La tasa de desempleo se elevó de 7,7 por ciento en 1996 a 10 por ciento el año pasado y se espera que aumente este año.

Cuando la rupia superó la barrera psicológica de 10.000 unidades por dólar la semana pasada, ciudadanos en pánico atestaron supermercados, centros comerciales y tiendas de víveres para acumular alimentos.

El arroz y otros productos básicos desaparecieron del mercado y los precios llegaron a multiplicarse por cuatro.

En una sola semana, millones de toneladas de arroz de Tailandia y Vietnam llegaron al puerto de Tanjungpriok, en Jakarta, lo que puso fin a la era de autosuficiencia arrocera de la que Indonesia se enorgullecía.

Funcionarios aseguraron que las importaciones solo tenían el fin de neutralizar la escasez causada por la prolongada sequía y que había suficientes reservas.

Pero la incertidumbre se cierne sobre Indonesia y muchos esperan que la solución a la crisis surja de las consultas con el FMI y los funcionarios estadounidenses.

El subsecretario del Tesoro de Washington, Lawrence Summers, se reunió con Suharto este lunes y manifestó que esperaba que Jakarta declarara "de forma enérgica" su compromiso con el programa del FMI.

El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, telefoneó la semana pasada a Suharto para recalcarle la necesidad de reformas. El secretario de Defensa estadounidense, William Cohen, también llegó a Jakarta este martes. (FIN/IPS/tra-en/ky/js/aq/ip-if/98

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