EUROPA: OMC contra prohibición de carne con hormonas

La OMC ratificó su fallo contrario a la prohibición en la Unión Europea (UE) de la carne vacuna tratada con hormonas, pero el bloque podrá realizar un nuevo estudio sobre los posibles riesgos para la salud de ese producto.

Un panel de la OMC (Oganización Mundial de Comercio), en respuesta a una apelación de la UE, concluyó de nuevo el jueves que la ciencia no demostró riesgos para la salud en el uso de seis hormonas para acelerar el engorde del ganado.

La situación podría conducir a restricciones menos severas que las impuestas al uso de las seis hormonas hace 10 años por la UE. La OMC decidió en mayo que la prohibición debía terminar, pero la UE apeló.

La prohibición significa una grave barrera para las exportaciones de carne de Estados Unidos, ya que nueve de cada diez vacunos reciben en ese país reciben tratamiento de hormonas.

La Representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Charlene Barshefsky, declaró que la decisión de la OMC pondrá "fin a las barreras injustificadas y anticientíficas a las exportaciones estadounidenses".

"Es hora de terminar con esta prolongada disputa y permitir que los consumidores de la UE decidan por sí mismos lo que desean adquirir", añadió el secretario estadounidense de Agricultura, Dan Glickman.

Pero los europeos arguyen que la prohibición de las hormonas es una cuestión sanitaria y no comercial.

La presión a favor de la prohibición comenzó a fines de los años 70, cuando se informó que niños italianos desarrollaron mamas luego de comer alimentos en lata elaborados con ternera francesa que contenía rastros de la hormona sintética diethylstilbestrol (DES).

Esta hormona acelera el engorde y el desarrollo muscular en los animales. Otras versiones vincularon almuerzos en las escuelas con un desarrollo sexual anormal en algunos niños.

Las hormonas son sustancias químicas producidas por los animales que controlan varias funciones, incluso la reproducción, el crecimiento y el desarrollo, y la producción y el uso de la energía.

Las hormonas naturales también están presentes en las plantas y otros alimentos de consumo humano, como la soja, las cerezas, la alfalfa y otros granos y nueces.

Más de 20 países, entre ellos Estados Unidos, Japón y Sudáfrica, permiten el uso de hormonas de crecimiento en su producción ganadera.

Pero en 1981, el Consejo de Ministros de la UE prohibió el uso de la DES y solicitó un estudio sobre otras cinco hormonas. La Comisión Lamming estudió tres hormonas naturales y dos sintéticas.

El informe preliminar de la Comisión Lamming concluyó en 1982 que las tres hormonas naturales no presentaban efectos perniciosos para la salud, aunque se debían realizar estudios adicionales sobre las hormonas sintéticas.

Pero, antes de que la investigación concluyera, el Consejo de Ministros de la UE ordenó a los estados miembros la prohibición de las cinco hormonas a partir del 1 de enero de 1988.

Un año después, la prohibición se extendió a las carnes importadas y los productos de ganado tratado con hormonas, lo que significó un golpe para las exportaciones estadounidenses.

Cerca de 90 por ciento del ganado de Estados Unidos sigue recibiendo hormonas para el crecimiento.

Las tres hormonas naturales (estradiol, progesterona y testosterona) fueron aprobadas en la década de 1950 y las sintéticas (acetato de trenbolona y zeranol, junto al acetato de melengstrol), en los años 60 y 80. Su utilización está regida por la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos.

El uso de hormonas puede generar de ocho a 25 por ciento de incremento en el engorde normal de los animales. El beneficio económico varía de 30 a 80 dólares por animal, según documentos estadounidenses presentados a la OMC.

Los implantes con hormonas incrementan la cantidad promedio de estrógenos en una porción de 85 gramos de carne vacuna de 0,9 nanogramos a 1,2 nanogramos. Un nanogramo equivale a la millonésima parte de un gramo.

En comparación, una mujer normal, no embarazada, produce en forma natural 400.000 nanogramos de estrógeno por día.

Funcionarios estadounidenses aseguran que 15 años de estudio no produjeron evidencia científica para respaldar la prohibición. La UE, por su parte, sostiene que la falta de pruebas no indica que las hormonas sean seguras.

"Los informes científicos no sugieren que el uso de las hormonas no conlleven posibles riesgos para la salud", establecen documentos de la UE preparados para la OMC.

La Comisión Lamming no elaboró un informe final oficial, pero sus integrantes concluyeron en 1987 que las dos hormonas sintéticas eran seguras si se realizaban "prácticas aceptadas de cría de animales".

Un segundo estudio fue hecho por la Comisión Codex Alimentarius, un organismo intergubernamental que controla la seguridad de los alimentos y es auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la Organización Mundial de la Salud.

La Comisión Codex concluyó en julio de 1995 que las tres hormonas naturales no representaban riesgos para la salud y no había necesidad de adoptar pautas para los niveles máximos permitidos en los alimentos.

Sin embargo, la Comisión reguló el uso de las dos hormonas sintéticas.

En diciembre de 1995, un estudio de la Conferencia Científica sobre Aceleradores del Crecimiento, establecida por la UE en Bruselas para investigar las hormonas, también concluyó que no existía evidencia de riesgo para la salud si se las utilizaba correctamente.

Sin embargo, ello no conformó a los funcionarios de la UE. "No existen normas internacionales que indiquen lo que constituyen 'prácticas aceptadas de cría de animales' para la administración de estas hormonas", señalaron documentos europeos.

La UE también se refirió a la aprobación anterior de aditivos alimentarios que luego fueron prohibidos debido a que estudios posteriores hallaron riesgos para la salud.

Entre ellos se encuentran la hormona DES y un edulcorante artificial, cuyo uso estuvo autorizado hasta que se comprobó el efecto cancerígeno de los dos factores. (FIN/IPS/tra- en/jmp/rj/aq/if/98

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