Serbia y Croacia tienen más en común de lo que prefieren admitir, seis años después de la ruptura de la República Socialista Federada de Yugoslavia.
Ahora independientes, ambos estados entraron en guerra en 1991 con la ruptura de la vieja federación, pero fue hace poco que establecieron relaciones diplomáticas completas y disolvieron, al menos oficialmente, su enemistad histórica, mientras comparten antiguas similitudes.
Poco después que la Unión Democrática Croata (HDZ) del presidente Franjo Tudjman se estableció en 1989, fue evidente que se trataba de una organización autocrática y nacionalista.
El presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, gobernaba en esa época su propia tierra con mano de acero, extendiendo el virus del nacionalismo entre los serbios en otras repúblicas yugoslavas.
Sólo seis meses después que ganara las primeras elecciones multipartidarias de Croacia en mayo de 1990, Tudjman introdujo una nueva constitución que otorgó al presidente poderes extraordinarios, copiados casi con exactitud de la constitución serbia.
A partir de este momento se destacaron los aspectos que igualan a ambos.
El hecho de que el Partido Socialista de Serbia (SPS) de Slobodan Milosevic se considere socialista, mientras la HDZ de Tudjman se describe como demócrata cristiana, no marca diferencias. Ambos son totalitarios y utilizan la herencia ideológica del fascismo croata y serbio.
Junta a la brutal exclusión de minorías étnicas de la vida pública, ambos regímenes ecxluyeron a los partidos opositores.
Tudjman sentó un precedente cuando se negó a autorizar la victoria de la oposición croata en las elecciones locales de 1995 en Zagreb.
Milosevic le siguió un año después, negándose a reconocer la victoria electoral de la coalición opositora Zajedno en muchas ciudades serbias, incluyendo Belgrado.
Milosevic fue el primero en moverse contra los medios independientes y las fundaciones internacionales que los respaldan.
Tudjman, sin embargo, pronto lo superó, estableciento un monopolio de los medios y suprimiendo las publicaciones, el cine y el teatro independientes.
Aunque no parece que sólo estén imitándose, sino compitiendo uno contra otro en sus ataques contra la justicia, su antagonismo personal es profundo.
En la vida pública croata, Serbia y los serbios en general simbolizan el comunismo en Yugoslavia, y la ex Yugoslavia a menudo es calificada como "la creación serbio-comunista".
Tudjman rechaza a los Balcanes como una civilización y lo considera una entidad geográfica. Tudjman cree que Croacia no tiene parte en ella y que los croatas católicos pertenecen a la europa central católica, y planifica una enmienda constitucional que impida a Croacia sumarse a cualquier agrupación balcana.
Aún así, se piensa que estas creencias buscan alejar la atención pública de cualquier similitud obvia entre la política serbia y la croata, demostrada en sus mutuos intentos por dividir Bosnia-Herzegovina.
Estos intentos se remontan a antes de la guerra serbocroata de 1991 en Croacia, y nunca se detuvieron. La totalidad de la verdad sobre este aspecto de la ruptura de Yugoslavia aún debe ser revelada. Si los minutos de algunas de las negociaciones secretas entre Milosevic y Tudjman en 1991 fueran publicados, debería escribirse una nueva historia de la guerra.
Los últimos hechos en Bosnia y centrados en ella respaldan esta afirmación. Los intentos de incumplir las disposiciones de los acuerdos de Dayton de 1995 continúan.
También se intensificó la desviación de las disposiciones que permiten a serbios y croatas de Bosnia la formación de "relaciones especiales" con sus respectivas "madres tierras"
Primero, los serbios presentaron un documento llamando a establecer relaciones especiales entre la "República Srpska" serbio bosnia y la República Federal de Yugoslavia. Después que la propuesta fue rechazada por la comunidad internacional y la dirigencia musulmana en Sarajevo, se produjo un intento similar por parte de los croatas.
Cuando este también fue rechazado, los representantes serbios y croatas en la presidencia bosnia unieron fuerzas e hicieron un llamado para mantener "relaciones especiales".
El intento no tiene posibilidades de éxito, la comunidad internacional no aceptará este paso en el camino para la división de esferas de influencia en Bosnia, y la propia Bosnia no podría ser repartida pacíficamente. Pero señala el comienzo de una nueva fase en las relaciones serbio-croatas.
Algunas de sus diferencias sobrevivieron. Con Eslovenia y Macedonia, Croacia es una de las tres ex repúblicas yugoslavas admitidas en el Consejo de Europa. Además, declaró su meta estratégica de sumarse a la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), mientras Serbia no ha expresado esa ambición hasta el momento.
Croacia también dio pasos mucho más significativos hacia la economía de mercado, la privatización de propiedades antes de propiedad socialista y la apertura de su mercado.
Es esta determinación que explica la causa por la cual Tudjman nunca es condenado como comunista, a diferencia de la banda de Milosevic, calificada por conciudadanos como "crvena bando" (bandidos rojos).
Aunque Tudjman es criticado por su gobierno autocrático, casi todos en Zagreb creen que la era comunista quedó atrás.
Esto podría por supuesto ser ventajoso para Tudjman, pero también podría operar en su contra. Logró el poder en Croacia prometiendo, entre otras cosas, cambios positivos en la política interna.
Buena parte del electorado sin duda cree que ha perdido parte su credibilidad desde entonces. Milosevic no tiene su problema, y nunca se molestó en pedir tanto respaldo en primer lugar. (FIN/IPS/tra-en/wr/mk/lp/ip/98)
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(*) Marinko Culic es analista del semanario independiente croata Feral Tribune. Este material llega a IPS a través del Instituto para el Periodismo en Transición, con sedes en Praga y Londres