El escándalo por la conducta y la credibilidad del presidente estadounidense Bill Clinton es un acto de autodestrucción sin precedentes o se debe a "la mayor campaña de desprestigio" de un mandatario en la era moderna, según David Gergen, ex asesor de la Casa Blanca.
Estados Unidos no ha conocido un caso semejante desde los días de Watergate, cuando lo que parecía un simple robo en la sede del Partido Demócrata terminó en la renuncia del presidente republicano Richard Nixon.
Desde que el asunto estalló el 21 de este mes, los estadounidenses y el mundo entero han oído una andanada de revelaciones, acusaciones y especulaciones sobre el presidente que hicieron a un lado cualquier otra noticia en los medios de comunicación de Estados Unidos.
Mientras, las encuestas de opinión indican que Clinton aún es el más aprobado entre los ocupantes de la Casa Blanca en un período de varios años. Pero perdió 10 puntos.
Los problemas de Clinton parten de Mónica Lewinsky, una joven de 24 años que trabajó ad honorem en la Casa Blanca, quien dijo en cintas grabadas en secreto haber tenido un romance sexual de 18 meses con el presidente, quien le dijo que lo negara, incluso bajo juramento si fuera necesario.
Este lunes Clinton volvió aparecer ante el público y la prensa, y negó haber tenido una relación sexual con Lewinsky y haberle pedido a alguien que mintiera alguna vez.
Todo lo demás relacionado con la labor de la administración de Clinton fue dejado de lado.
Por ejemplo, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Michael McCurry, comenzó su resumen diario el viernes con un largo informe sobre la reunión de Clinton con el gabinete ese día y detalles de una propuesta de mayores beneficios jubilatorios para los ciudadanos estadounidenses.
Apenas un periodista en la conferencia de prensa tomó notas, y no hubo preguntas sobre cuestiones nacionales o internacionales antes de que comenzaran las interrogantes sobre la actitud que tomaría el presidente con respecto al furor que causó su conducta.
"Lo que intentamos hacer es reunir un conjunto de hechos", para que el presidente esté listo para las preguntas cuando finalmente se refiera al caso Lewinsky. Tenemos que probar que no ocurrió, algo difícil en este ambiente", añadió McCurry.
Está previsto que Clinton presente este martes su discurso sobre el Estado de la Unión.
Ese mismo día, Lewinsky deberá comparecer, con o sin inmunidad judicial, ante un gran jurado federal que investiga varios cargos contra Clinton. Lewinsky brindó una declaración jurada en relación a Paula Jones, otro caso que involucra la supuesta mala conducta sexual de Clinton cuando era Gobernador de Arkansas.
Lewinsky, que tenía 21 años cuando comenzó a trabajar en la Casa Blanca, declaró bajo juramento que nunca había tenido una relación sexual con Clinton y que sentía "el mayor respeto por el presidente, quien siempre se comportó correctamente en mi presencia".
Si Lewinsky mintió a petición de Clinton, y si este, por lo tanto, obstruyó la acción de la justicia, ello podría conducir a un proceso de incapacitación presidencial por lo que la Constitución estadounidense describe como "alto delito y ofensa".
Para los observadores extranjeros, todo esto puede parecer de poca importancia en comparación con asuntos internacionales más urgentes que afectan al líder del país más poderoso del planeta.
La televisión y la radio dejaron de lado el hecho de que Clinton y sus asesores de seguridad nacional estén considerando un golpe militar contra Iraq, mientras la mayoría de los diarios relegaron la posibilidad a segundo plano.
El presidente iraquí Saddam Hussein, quien no deja pasar la oportunidad de obtener ventajas políticas, señaló que un ataque contra Bagdad sería un intento de distraer al mundo del escándalo de Clinton.
Las visitas a Washington del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, pasaron casi inadvertidas, a pesar del esfuerzo de Clinton de obligarlos a reanudar los acuerdos de paz de Medio Oriente.
La histórica visita a Cuba del papa Juan Pablo II, que se cree podría anunciar cambios en la hostilidad imperante entre Washington y La Habana, corrió la misma suerte que las conversaciones sobre Medio Oriente y fue casi ignorada en Estados Unidos.
En su lugar, los medios de comunicación cubrieron hasta el punto de saturación el "amorío de Clinton".
El hecho de que la política y el sexo pueden afectar de tal manera el liderazgo del país más poderoso del mundo obtuvo un giro adicional por el silencio poco habitual de los grupos feministas de Estados Unidos, en la vanguardia de la lucha por los derechos de las mujeres.
A las mujeres se les atribuyó la última victoria electoral de Clinton, ya que 54 por ciento del electorado femenino optó por él y sólo 38 por ciento lo hizo por su rival republicano Bob Dole.
La Organización Nacional de las Mujeres señaló que no tenía comentarios que realizar sobre los cargos contra Clinton, quien es considerado un defensor de los derechos de la mujer. La líder del brazo político del grupo, Anita Pérez Ferguson, también tuvo una actitud de cautela.
"Las acusaciones son tremendamente inquietantes. El proceso legal nos dirá que dirección tomará" este asunto, declaró.
La primera dama Hillary Rodham Clinton, aunque no hizo declaraciones públicas, convocó a defender a su esposo, como lo hizo en ocasiones anteriores cuando el presidente fue acusado de infidelidad.
La esposa de Clinton también participará en un programa de noticias televisivo en la mañana de este martes, antes del discurso presidencial sobre el Estado de la Unión.
Hillary "es abogada y comprende el peligro que radica en salir demasiado pronto y sin los hechos a enfrentar la feroz acusación, sabe lo que hace", aseguró una fuente de la Casa Blanca. Los próximos días confirmarán o negarán la veracidad de esta opinión. (FIN/IPS/tra-en/mk/lp-aq-ff/ip/98