Las mujeres constituyen ya un tercio de la fuerza de trabajo en América Latina y el Caribe y de no ser por su aporte, el número de hogares pobres en la región sería entre 10 y 20 por ciento superior al actual.
Así lo destaca la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con sede en Santiago de Chile, en un informe sobre desarrollo sostenible, pobreza y género, en el cual se proponen medidas a adoptar hacia el 2000.
El documento, difundido este mes, fue uno de los informes básicos de la séptima conferencia sobre Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe, celebrada en Santiago en noviembre.
La reunión, que tuvo como objetivo evaluar el cumplimiento de las metas regionales fijadas por la Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, analizó también un informe sobre el acceso de la mujer al poder y su participación en la toma de decisiones.
La superación de la pobreza y un mayor acceso al poder de la población femenina son "dos dimensiones esenciales para una democracia con equidad de género", según el planteamiento que Cepal sometió a los gobiernos de la región en noviembre.
El análisis de la principal agencia regional de la Organización de Naciones Unidas destaca los avances que en materia de equidad se lograron en los últimos años en América Latina y el Caribe en los planos político y legal.
Cepal advierte, sin embargo, que en términos de igualdad social y económica repercuten con mayor fuerza sobre las mujeres situaciones críticas que afectan a toda la región, como el desempleo, el empleo precario y el deterioro salarial.
Si bien en 1997 América Latina registró su mejor desempeño económico de los últimos 25 años, en términos de crecimiento y baja inflación, persisten en la región graves problemas de desigualdad de ingresos y de inestabilidad laboral.
La tasa de desempleo general fue en 1996 la más alta de la década, en un cuadro donde continúa aumentando, especialmente en zonas urbanas, la proporción de mujeres que se integran a la población económicamente activa, indica Cepal.
En 13 países latinoamericanos y caribeños, 45 por ciento de la población femenina se había incorporado en 1995 a la población económicamente activa, con edad entre 25 y 49 años.
La proporción fue superior a 70 por ciento entre las mujeres con estudios técnicos y universitarios, pero en general, los salarios femeninos continuaron siendo entre 10 y 40 por ciento inferiores a los de los hombres.
Entre mujeres de mayor nivel de instrucción y de ingresos se observa el descenso de la tasa de fertilidad y un aumento de la expectativa de vida, junto con mayor acceso a un mercado laboral que ofrece mejores oportunidades sobre todo en el área de servicios.
En cambio, los fenómenos de la llamada globalización tienen efectos negativos para las mujeres con menor calificación, afectadas al igual que los hombres en este rango por una menor flexibilidad laboral y por el deterioro del salario.
Las desempleadas, las jefas de hogares pobres, las jóvenes y en especial las mujeres procedentes del medio rural y de localidades del interior de los países, constituyen también un amplio segmento de población femenina afectada por las tendencias económicas.
La proporción de hogares encabezados por mujeres en América Latina fluctúa entre 17 y 26 por ciento, en tanto en el Caribe asciende a 40 por ciento.
Según Cepal, asumir la jefatura del hogar es hoy una opción válida para las mujeres con más alto grado de educación y mayores recursos, pero en los sectores de pobreza, la condición de jefa de familia sigue representando una pesada carga.
No obstante, aún en esos grupos las mujeres continúan ampliando su participación económica en la región, para constituir hoy por hoy un tercio de la fuerza de trabajo de América Latina y el Caribe.
Sin el ingreso de las esposas, los hogares pobres aumentarían entre 10 y 20 por ciento, y en 1994 las mujeres que tenían un empleo aportaron entre 28 y 38 por ciento del ingreso total de su hogar, subraya la agencia de Naciones Unidas.
La mano de obra femenina sufre con más intensidad la segmentación del mercado laboral, que concentra a las mujeres pobres en la prestación de servicios, especialmente domésticos, y el comercio, y en menor escala en la agroindustria.
Se calcula que 16 por ciento de la fuerza laboral femenina en la región trabaja en la industria, con 46 por ciento en el sector textil y 24 por ciento en la producción de alimentos, tabaco y bebidas.
Cepal destaca igualmente que más de 30 por ciento de las microempresas (unidades con un máximo de cinco operarios) en Chile, Colombia, Costa Rica y Jamaica están en manos de mujeres que, en general, tienen bajo nivel de educación. (FIN/IPS/ggr/ff/if hd/98