La visita del Papa Juan Pablo II a Cuba ha causado contradicciones entre la fe cristiana y las convicciones políticas de cerca de un millón de exiliados que residen en esta ciudad del sur de Estados Unidos.
La influencia de la poderosa comunidad cubana está presente en todos los rincones de Miami, tanto en la actividad económica y cultural como en la vida política.
El principal grupo del exilio, la Fundacin Nacional Cubano- Americana (FNCA), tiene su sede al lado del aeropuerto de Miami. Desde allí, La Habana se encuentra a sólo media hora de vuelo, pero la gran distancia política entre las dos ciudades se ha acrecentado desde el anuncio de la visita del Papa a la isla.
Las estaciones de radio hispanas de Miami mezclan su acostumbrado torrente de salsa y merengues con encuestas y programas de opinión, en las que decenas de voces expresan posiciones enfrentadas.
La radio revela a diario la ambigüedad que caracteriza a los exiliados: mientras unos aceptan como una bendición que el Papa lleve su palabra al sufrido pueblo cubano, otros se oponen a que la Iglesia Católica prodigue tal deferencia al gobierno de Fidel Castro.
"Esperamos que sea tan firme como ha sido con otros dictadores", dijo a IPS Ninoska Prez, portavoz de la FNCA.
"Recuerdo cuando fue a Sudáfrica y se rehusó a besar la tierra debido al 'apartheid'. En Nicaragua fue muy fuerte con los sandinistas y todos sabemos lo que pasó en Polonia. Por qué va a actuar diferente en Cuba?", añadió.
El arzobispado de Miami organizó un peregrinaje a La Habana para el próximo domingo. Unas 150 personas abordarán un avión especial luego de que las protestas del exilio hicieran fracasar los intentos de alquilar aviones de las principales aerolíneas o de enviar un barco con mil personas.
El obispo auxiliar de Miami, Thomas Wensky, considera que los contrarios al peregrinaje desde Miami son pocos, pero muy activos y puntualizó que "la gente que salió de Cuba recientemente es más receptiva que quienes abandonaron la isla a partir de la revolución".
Otra organización del exilio, el Movimiento Democracia, está planificando una de sus acostumbradas flotillas marítimas para realizar una protesta contra el régimen cubano frente a las costas de la isla.
Su líder, Ramón Snchez, asegura que algunas embarcaciones entrarán a aguas cubanas pese a las advertencias ya emitidas por el Departamento de Estado y el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos.
"Le temo más a no hacer lo que considero moralmente correcto, que es promover la apertura del régimen para que la gente pueda comenzar a ejercer sus derechos, no teniendo que abandonar su país sino caminando libre por las calles sin tener que mirar por encima del hombro para ver si los estn siguiendo", dijo Sánchez.
Pero uno de los grupos que siempre ha participado en las flotillas del exilio cubano decidió no integrarse. Se trata de Hermanos al Rescate, dos de cuyas aeronaves fueron derribadas en febrero de 1996 por la Fuerza Aérea Cubana.
Los aviones de Hermanos al Rescate no se plegarán a la protesta "para no darle excusas a Castro que desvíe la atención de la visita del Papa", manifestó su director, José Basulto.
El dirigente hizo un llamado a los cubanos en la isla para que inicien una campaña de limpieza de todas las aceras del país, como muestra de solidaridad entre vecinos y expresión del deseo de una "limpieza nacional".
La campaña ha sido promovida desde Miami por Radio Martí, la estación de La Voz de América que transmite sólo para Cuba, con programas que instan a los oyentes a apoyar el cambio a través de métodos no violentos.
Las declaraciones de los grupos opositores son muy fuertes y algunos organizadores del peregrinaje desde Miami aseguran haber recibido amenazas de muerte.
La agente de viajes Nina Meyer dijo haber recibido llamadas telefónicas donde se le anunciaba que sería asesinada. "Me dijeron que lo que hacemos es muy peligroso, que estamos aupando a Castro y al comunismo", afirmó.
El propio obispo Wenski reconoce que hay un riesgo en la salida de peregrinos desde territorio estadounidense, pero asegura que la visita de Juan Pablo II a Cuba es un paso correcto.
Los exiliados "no pueden aceptar la idea de que el Papa y Fidel (Castro) se reúnan pero Su Santidad ha demostrado no tener miedo a llevar el evangelio a donde sea necesario", afirmó.
Voces más tímidas del exilio, que la Iglesia Católica asegura que son la mayoría, ven en la visita del Papa una oportunidad para impulsar la democratización de Cuba. Otros temen que la esperada crítica de Juan Pablo II al embargo estadounidense provoque cambios en la política de "mano dura" de Washington.
Para Max Castro, analista del Centro Norte Sur de la Universidad de Miami, la Iglesia Católica tiene una gran oportunidad de ganar visibilidad y espacio que no ha tenido, para convertirse en agente mediador de la reconciliación en Cuba.
El analista descartó que el ejemplo de Polonia se pueda aplicar al caso cubano, porque allí la Iglesia Católica perdió la batalla contra la revolución a principio de la década del 60, y dijo que "el Papa promoverá el papel de la Iglesia cubana dentro de un proceso lento de negociación, no de confrontación". (FIN/IPS/lr/ag/ip-cr/98