CUBA: Iglesia y gobierno, de la confrontación al diálogo

Tras décadas de tensiones y un excepcional período de diálogo, la Iglesia Católica y el gobierno de Cuba parecen dispuestos a transitar una nueva etapa de acercamiento a partir de la visita que cumplirá el Papa Juan Pablo II a este país caribeño.

La prueba más clara de que al menos existe esta voluntad tuvo lugar el martes pasado: la aparición en televisión del cardenal Jaime Ortega, un hecho sin precedentes en 39 años.

El gobierno, que controla todos los medios de comunicación, tuvo un gesto de confianza al permitir la presentación en vivo del líder de la Iglesia Católica cubana, quien ha mantenido durante años una actitud crítica hacia la política oficial.

Ortega, por su parte, optó por un discurso alejado de referencias políticas, haciendo énfasis en los eventuales puntos de contacto entre el humanismo cristiano y la revolución cubana.

Aurelio Alonso, experto en temas sociorreligiosos, considera que en torno a la visita de Juan Pablo II al único país socialista occidental se está viviendo "un juego de dos tensiones".

"La Iglesia trata de avanzar en beneficio para su futuro institucional lo más posible. El Estado trata de contener ese avance dentro de los márgenes que está en condiciones de permitir", opina.

Con la visita del Papa "la Iglesia ganará espacios, aunque no todos los que ella quisiera, y el Estado tendrá que asumirlos en la medida que piense que no significan un gran costo", añade.

Pero un hecho es evidente. El país no es hoy el mismo que en noviembre de 1996 recibió con sorpresa la noticia del encuentro en Roma entre el presidente Fidel Castro y el Papa Juan Pablo II.

En poco más de un año los cubanos presenciaron misas al aire libre, pudieron seguir a la Virgen de la Caridad del Cobre por las calles de La Habana y recibieron en sus casas a personas que llevaban "el mensaje de Dios".

El diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista, publicó íntegro un mensaje del Papa al pueblo cubano, mensajes de bienvenida se desplegaron en la entrada de las iglesias y las familias pudieron disfrutar, por primera vez desde 1969, de un día feriado por las fiestas de Navidad.

"Lo que me están queriendo decir es que además de tolerar que en un país socialista pueda haber creyentes, tengo que convivir con ellos, cederle espacios", comenta Esther Moré, una mujer de 52 años que se define como comunista.

Moré es una de las personas que durante años se afilió a la política oficial, que identificó toda creencia religiosa con la ignorancia y, peor aún, con una actitud opositora.

Su familia, como la de tantos cubanos, se vió dividida en la década del 60, cuando sus padres decidieron enviar a su hermano, de sólo cuatro años, completamente solo a Estados Unidos, en el marco de la Operación Peter Pan.

La Operación Peter Pan, que involucró a la Iglesia Católica en Cuba y en Miami, y al gobierno de Estados Unidos, provocó la salida de la isla de 14.000 niños sin sus familiares.

"Yo quería a mi hermano como si fuera mi hijo. Nunca pude perdonar a mis padres que creyeron toda aquella historia de que el gobierno les quitaría la patria potestad y enviaría a los niños a Moscú para lavarles el cerebro", cuenta Moré.

Un libro publicado la pasada década por el historiador católico Raúl Gómez Treto define cinco etapas en las relaciones Iglesia- Estado desde el triunfo de la Revolución: desconcierto (1959- 1960), confrontación (1960-1963), evasión (1963-1967), reencuentro (1968-1979) y diálogo (1979).

Esta periodización, condiderada hoy como un punto de referencia imprescindible, se complementa con el fin del diálogo y la apertura de un nuevo período de tensiones, coincidente con los procesos de derrumbe del socialismo en Europa.

Alonso recuerda que, paradójicamente, el tránsito de la Iglesia Católica de una posición de "acompañamiento no contestatario" al sistema político a una crítica abierta a principios de los años 90 coincide con un giro de 180 grados en la posición oficial hacia los creyentes.

La Constitución fue reformada a principios de esta década para excluir la definición del Estado cubano como "ateo", al tiempo que se levantó la prohibición de ingreso de los creyentes al Partido Comunista.

"Creo que no sería revolucionario, lo digo sinceramente, no sería político provocar innecesariamente, un conflicto entre Revolución y el sentimiento religioso", dijo Castro en una reciente intervención ante el parlamento.

En un intento por desacreditar la larga lista de especulaciones que rodea la visita del Papa, aseguró que el acuerdo no estuvo sujeto a condicionamientos y que su éxito debería ser "un éxito del país y un éxito de la Revolución".

Para unos, la visita implicaría "el fin del régimen" y las autoridades harían lo imposible por impedirla. Para otros, sobre todo para los sectores más radicales del exilio cubano en Estados Unidos, se convertiría en una "bendición" al régimen de Castro, que vería reforzada su posición internacional.

"No estamos preocupados, no somos estupidos ni locos, recibimos a un amigo", respondió el presidente del parlamento, Ricardo Alarcón, a una pregunta sobre los peligros que representaría la visita del Papa para el régimen socialista.

dijo que "si alguien quiere buscarle significado adicional a la visita del Papa, debe hallarlo en lo que representa en sí misma, que no es otra cosa que la amplitud siempre albergada en el seno de la revolución cubana".

La visita "es una realidad que habla de la posibilidad de una relación normal entre creyentes y no creyentes", opinó el canciller Roberto Robaina.

Expertos estiman que el gobierno, si bien no estaba completamente preparado para el renacimiento de la religiosidad reportada en los años 90, cuenta con que la población de la isla es mayoritariamente creyente pero minoritariamente católica.

"Funcionan en Cuba 646 templos y capillas católicas, 948 templos de iglesias no católicas, en su mayoría más pequeñas que las católicas, 548 casas-culto evangélicas autorizadas y alrededor de 3.000 no autorizadas", según el historiador Enrique López Oliva.

Fuentes del Arzobispado de La Habana aseguran que más de cuatro millones, de los 11 millones de habitantes de la isla, están bautizados y que en los últimos años se más que duplicó la cifra de matrimonios por la Iglesia.

El gobierno permitió la entrada de sacerdotes en los últimos meses y cedió las principales plazas para las misas del Papa. Pero no cedió en cuestiones consideradas de principios, como la concesión de un espacio fijo a la Iglesia Católica en los medios de comunicación.

Un espacio de ese tipo constituiría un privilegio para la Iglesia Católica que iría contra la igualdad de cultos, considera Caridad Diego, directora del Departamento de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista.

Lo mismo sucede con la educación. En un país donde se garantiza la educación gratuita a todos los ciudadanos no se contempla la apertura de un sistema paralelo, que sería privilegiado o superior.

El Vaticano, por su parte, mantuvo su condena al bloqueo de Estados Unidos y fuentes vaticanas aseguraron que el Papa no quiere que se repita en Cuba lo ocurrido tras el derrumbe del socialismo en la ex Unión Soviética y los países de Europa oriental, donde se impuso un capitalismo salvaje.

En Cuba, la Iglesia Católica no renunció a sus posiciones críticas, enunciadas en 1993 en la pastoral "El amor todo lo espera", pero hizo todo lo posible por evitar tensiones.

La pastoral, que provocó uno de los momentos de mayor tensión con el gobierno en esta década, criticó el sistema político y económico vigentes, pronosticó una catástrofe social y reclamó cambios radicales en la dirección del país.

Para el cardenal Ortega, la relación que se estableció entre el gobierno y la Iglesia Católica para preparar la visita papal fue tan novedoso como la aparición de la primera empresa mixta con capital extranjero.

"Quizás no hayamos sido tan exitosos como esas empresas, pero ha habido una posibilidad, lo cual indica también que los campos pueden abrirse en el futuro", dijo en diciembre el arzobispo de La Habana.

Sin embargo, en una entrevista publicada este mes por la revista Verdad y Esperanza, de la Unión Católica de Prensa, Ortega dice que tras un año de preparación de la visita no prevé que el diálogo "pueda realizarse en un futuro próximo". (FIN/IPS/da/ag/ip-cr/98

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