La antigua polémica sobre si la población de Cuba es o no predominantemente católica volvió con fuerza a la palestra pública en vísperas de la visita del papa Juan Pablo II al país.
La respuesta podría parecer sencilla a simple vista en estos días, cuando los principales templos católicos se colman de fieles, la imagen del Papa se exhibe en la puerta de muchas casas y las estadísticas muestran el aumento de la cantidad de bautismos y responsos.
Sin embargo, junto a quienes profesan la fe católica hay mujeres y hombres que practican cultos ancestrales llegados de Africa, un número no calculado de personas que acude a santeros, espiritistas y cartománticas, y otro tanto que asiste a las iglesias protestantes.
"Los cubanos somos así. No creemos en nada y creemos en todo. Pedimos a Dios, pero tocamos madera por si acaso. Si alguien te hace daño, escribes el nombre en un papel, y pa'l congelador", dice una mujer de 38 años.
Vestida totalmente de blanco, como lo exige a sus iniciados el culto afrocubano conocido como santería o Regla de Ocha, esta mujer anda sin prejuicios por las calles de La Habana y hasta se aventura al interior de algún templo católico.
Ella es una de los tantos protagonistas de un proceso que algunos catalogan como "un renacimiento de la fe", debido al ambiente de expresión religiosa creado desde el pasado año como antesala de la visita que el Papa cumplirá del 21 al 25 de este mes.
Para otros, más que un "renacer" es la revelación pública de una condición que se mantuvo a resguardo desde los tiempos en que las autoridades hicieron del ateísmo una especie de "religión oficial".
El investigador Aurelio Alonso opina que la experiencia socialista de este país "contribuye a revelar que la noción de superación lineal de un mundo creyente por un mundo ateo carece de fundamento".
"La sociedad cubana de finales de este siglo vuelve a ser, o sigue siendo, como en el pasado, básicamente religiosa", dice Alonso, quien aclara que "no sería exacto decir que sea católica, o incluso predominantemente católica", sino "mestiza".
Sin embargo, un folleto editado a principios de este año por la oficina católica de prensa, de la Comisión Preparatoria para la Visita del papa Juan Pablo II, afirma que la mayoría de la población es católica.
"Sin poder realizar una encuesta rigurosa, es posible decir que aproximadamente 70 por ciento de la población (más de 11 millones de personas) es católica", afirma la publicación.
Añade que el número de niños que asisten al catecismo creció 500 por ciento, el de los bautizados, confirmados o casados por la Iglesia Católica, 250 por ciento, y que 70 por ciento de las personas que mueren en La Habana reciben responso cristiano.
Como argumento adicional, los editores del folleto afirman que "de acuerdo con los ritos de la santería, nadie puede ser iniciado si no ha recibido antes el bautismo católico" y que muchos de esos "hermanos" se catalogan como católicos.
"No hagamos división donde no la hay", pidió el cardenal cubano Jaime Ortega en una conferencia de prensa realizada en diciembre.
Ortega aseguró que "no hay una línea divisoria" entre los practicantes de los cultos afrocubanos y los católicos y opinó que no se puede identificar "la presencia en el país de cultos sincréticos como otra iglesia".
Sin embargo, las opiniones parecen estar divididas, incluso en la Iglesia Católica.
El director del Centro Arquidiocesano de Estudios de La Habana, el sacerdote Carlos Manuel de Céspedes, afirma que el pueblo es "mayoritariamente creyente, pero, según mi discutible opinión personal, minoritariamente católico".
El desafío pastoral de la Iglesia Católica radica en "la facilidad con que los cubanos creen en cualquier cosa, en demasiadas cosas, incluso incoherentes entre ellas, unida a cierta volubilidad, inconstancia e inconsistencia que casi siempre nos han acompañado", asegura Céspedes.
Varios estudios especializados coinciden en identificar como la forma de religiosidad más extendida en la isla "una espontánea y no organizada", y no al catolicismo.
Una investigación del Departamento de Estudios Sociorreligiosos del Centro de Estudios Psicológicos y Sociológicos (CIPS) reveló que al concluir la década del 80, más de 65 por ciento de la población presentaba elementos religiosos en su manera de ver el mundo.
Según Jorge Ramírez, investigador del CIPS, la población creyente podría ampliarse a cerca de 85 por ciento si se incluye la presencia de elementos religiosos en forma de vacilación o duda.
Las personas que no presentaban ningún elemento religioso significaron sólo 13,6 por ciento de la muestra, mientras que los que tenían elementos religiosos en el nivel más alto de elaboración fueron 14,2 por ciento.
En el nivel más alto se ubican a aquellas personas que asisten a actividades culturales, pertenecen a grupos o instituciones religiosas y tienen estructurado un sistema de ideas religiosas de acuerdo con la fe que aseguran profesar.
Según Ramírez, la feligresía activamente católica no llegaba a representar dos por ciento de la población en los años 80, pero esa situación varió en la actual década.
Las observaciones realizadas por los investigadores en las peregrinaciones por el día de San Lázaro, el 17 de diciembre, arrojan un aumento del número de asistentes de 68.800 en 1988 a 97.000 en 1995.
El número de bautismos creció de 26.534 en 1986 a 70.081 en 1994, aunque los expertos consideran que la cifra tiende a estabilizarse alrededor de los 70.000 anuales y advierten que el acceso a este sacramento no es un indicador de catolicidad, sino más bien de religiosidad.
Fuentes de la Iglesia Católica aseguran que en Cuba están bautizadas 4,8 millones de personas, menos de la mitad de los habitantes de la isla.
De acuerdo con el historiador Enrique López, en el país "funcionan 646 templos y capillas católicos, 948 templos de religiones no católicas, en su mayoría más pequeños que los primeros, 548 casas-culto evangélicas y alrededor de 3.000 no autorizadas".
La investigación del CIPS consideró imposible hacer una estimación de los practicantes de los llamados cultos sincréticos y reveló que en 10 provincias se contaron 524 casas donde se practicaba el espiritismo, con más de 7.000 miembros.
El cuadro religioso en Cuba está integrado por la Iglesia Católica, un amplio espectro de iglesias protestantes, expresiones de origen africano, espiritismo, y expresiones traídas por antiguas inmigraciones como el judaísmo y el vudú.
Una encuesta nacional realizada por la Agrupación Católica Universitaria en 1954, antes del triunfo de la revolución, comprobó que 96,5 por ciento de la población creía en la existencia de Dios, que 72,5 por ciento se reconocía católico y 24 por ciento asistía regularmente a misa.
Para Céspedes, en aquella época los "santeros sincréticos se autoidentificaban como católicos", Sólo 0,5 por ciento de los cinsultados en 1954 aseguraron ser santeros.
Expertos locales estiman que la particularidad del caso cubano estriba en un alto nivel de sincretismo, resultado de un fuerte proceso de transculturación, que hace casi imposible afirmar que una persona sea católica sólo porque bautiza a sus hijos o acude a misa.
Las festividades católicas más concurridas son precisamente aquellas en que las imágenes coinciden con las de los orishas o dioses africanos más venerados: la Caridad del Cobre (Ochún), la virgen de Las Mercedes (Obatalá) y San Lázaro (Babalú Ayé)
El sacerdote Céspedes y el investigador Alonso, que en los años 60 sostuvieron una polémica pública sobre temas religiosos, tienen ahora dudas respecto de las encuestas de una y otra parte.
Céspedes dice no desconfiar de los métodos científicos de los investigadores del CIPS, pero sí "de la sinceridad de las respuestas" de los encuestados, pues hasta comienzos de esta década, confesarse religioso en Cuba no era bien visto.
Hasta principios de los años 90, el Estado se definió como ateo y declarse creyente era automáticamente identificado con la ignorancia y, en el peor de los casos, con una posición contraria al gobierno de Fidel Castro.
Alonso esgrime un argumento similar al evaluar la encuesta realizada antes del triunfo de la revolución en 1959. "Estamos hablando de un mundo en que decir 'yo soy católico' era signo de prestigio", afirma.
Un taller realizado en la Universidad de La Habana concluyó que la mayoría de los cubanos cree en algo y, sobre todo, acude a la religión en busca de una solución práctica a sus problemas cotidianos. (FIN/IPS/da/dam/cr/98