CUBA: El aborto, un derecho cuestionado por la Iglesia Católica

El papa Juan Pablo II llegará la semana próxima a Cuba, un país donde el aborto es legal desde 1965, está lejos de tener implicaciones morales y se considera un derecho reproductivo elemental de todas las mujeres.

El tema de la interrupción legal del embarazo se espera que esté presente al menos en la misa que oficiará el pontífice el día 22 en la ciudad de Santa Clara, a 300 kilómetros de La Habana, y que dirigirá a la familia.

El Papa considera entre los derechos humanos "el derecho a la vida desde el seno materno, por lo tanto, su rechazo total al aborto", dijo este martes ante las cámaras de la televisión estatal el cardenal cubano Jaime Ortega.

Esta no es la primera vez que la Iglesia Católica hace pública en la isla su oposición radical a un método que se aplica, con todas las garantías legales y sanitarias, en instituciones especializadas de todo el país.

Entre 1968 y 1992 fueron evitados en Cuba 2,3 millones de nacimientos por medio del aborto. Se calcula que en ese período nacieron 4,7 millones de personas y se realizaron 2,9 millones de abortos inducidos.

En 1987, fuentes de las Naciones Unidas colocaron a la isla caribeña como el segundo país con mayor incidencia de abortos, después de Bulgaria y antes de la entonces Checoslovaquia, Hungría, Singapur, Estados Unidos, Japón, Dinamarca, Suecia y Canadá.

Cuba es el único país de América Latina que tiene legalizada la interrupción del embarazo, sin ningún tipo de restricción. Las leyes protegen a la mujer prohibiendo el aborto ilícito, fuera de un hospital, cobrado o sin su consentimiento.

De acuerdo con las últimas estadísticas disponibles de la Dirección Nacional de Estadísticas del Ministerio de Salud, en 1996 nacieron 140.276 personas y se realizaron 83.827 abortos inducidos.

Sin incluir las regulaciones menstruales como método abortivo, las interrupciones de embarazos representaron ese año 25,9 por cada 1.000 mujeres entre los 12 y los 49 años, 59,4 por cada 100 partos y 37,3 por cada 100 embarazos.

Las fuentes oficiales reportan el momento cúspide en 1986, cuando llegaron a realizarse 160.926 abortos, una tasa de 50,6 por cada 1.000 mujeres en edad reproductiva, 96,6 por cada 100 partos y 49,1 por cada 100 embarazadas.

El estudio "Cuba: transición de la fecundidad", publicado en 1995 por un grupo de instituciones nacionales y agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dice que los datos de abortos en esta década "presentan un cierto sesgo al no incluir las regulaciones menstruales realizadas desde 1988".

Expertos estiman que alrededor del 60 por ciento de las regulaciones menstruales realizadas en el país corresponden realmente a abortos.

El obstetra y ginecólogo Celestino Alvarez Lajonchere asegura que en los años cincuenta, e incluso antes, "el aborto era ilegal, pero se practicaba con gran frecuencia y constituía el medio principal de control de la natalidad".

La inmensa mayoría de los médicos que realizaban esas operaciones ilegales abandonaron el país poco después del arribo al poder de Fidel Castro, en 1959, y muchas mujeres recurrieron entonces a practicantes no calificados.

"Los fallecimientos debido a las complicaciones fueron el único tipo de mortalidad que creció después del triunfo revolucionario", asegura Alvarez Lajonchere, uno de los principales promotores de la legalización del aborto.

Según el estudio sobre la fecundidad de la población cubana se estima que a finales de la década del 50 se reportaban 120 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos, aunque no se especifica cuántas correspondían a abortos.

El Ministerio de Salud Pública asegura que las muertes maternas por aborto pasaron de 51 casos en 1970 a nueve en 1995. La mortalidad materna por aborto fue de 21,5 por cada 100.000 nacidos vivos en 1970 y 6,1 en 1995.

Cada año, unas 70.000 mujeres pierden la vida como resultado de abortos en malas condiciones y hay un número no determinado pero mucho mayor de muejres que padecen infecciones, lesiones y traumatismos, según el Fondo de Población de Naciones Unidas.

El informe sobre el Estado de la Población Mundial en 1997 estima que cada año se practican en el mundo unos 20 millones de abortos en malas condiciones, 90 por ciento de ellos en países desarrollados.

A pesar de las restricciones legales, al menos uno de cada cuatro embarazos se interrumpen, si se suman a los 20 millones de abortos ilegales los entre 26 y 31 millones legales.

En la mayor parte de los países el aborto es legal en determinadas circunstancias, pero, según reportes de 1994, sólo 45 naciones permitían la realización del aborto a solicitud de la mujer y 17 no lo permitían ni tan siquiera para salvar la vida de la madre.

"Queremos disminuir los casos que pudieran ser evitados. Pero siempre tendremos en cuenta que éste es uno de los derechos fundamentales conquistados en el marco de los derechos reproductivos de la mujer", opina Miguel Sosa, presidente de la Sociedad Cubana de Defensa de la Familia.

Investigaciones realizadas en la isla arrojan que el primer embarazo es el que más se interrumpe, hay mujeres que acuden al aborto más de una vez al año y otras que se realizan cuatro o cinco interrupciones antes de su primer parto.

Las causas para acudir a ese método van desde el embarazo no deseado, problemas de vivienda, ser demasiado joven o querer desarrollarse un tiempo como profesional, hasta el simple olvido de tomar la pastilla anticonceptiva.

La mayoría de los abortos se concentran en las edades más jóvenes. Entre 1986 y 1988, las tasas de aborto de las adolescentes cubanas eran el doble que las de las mujeres de 25 a 29 años y el cuádruple que las de 30 a 34 años.

Para la jerarquía católica en Cuba el aborto "sólo consigue lastrar la capacidad de acción social inherente a la familia" y las altas tasas de incidencia muestran una crisis de valores en el seno de la sociedad cubana.

Los expertos en la isla enfocan el fenómeno como un problema de salud, resultado de un ineficiente trabajo de educación sexual, pero lo defienden como un derecho de la mujer sobre sí misma.

Según los estudios realizados en este país, la mayor parte de los habitantes suelen aprobar el aborto sin pensar en sus riesgos o en sus supuestas implicaciones "morales". (FIN/IPS/da/dg/pr-cr/98

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