Ian Wilmut, científico de PPL Therapeutics, una pequeña empresa de biotecnología de Edimburgo, Escocia, provocó un escándalo internacional cuando anunció que había clonado, o hecho una copia genética, de una oveja.
Eso fue el pasado febrero, tras años de trabajo con fondos del gobierno en el laboratorio de investigación Roslin, cuando los detalles de su labor eran conocidos sólo por cuatro personas.
La oveja, nacida en julio de 1996, fue bautizada "Dolly" en honor a la cantante estadounidense de música "country" Dolly Parton y en referencia a la célula de las glándulas mamarias de la cual se extrajo el ADN del animal.
El ADN (ácido desoxirribonucleico) es el material genético que se encuentra en el núcleo de todas las células.
Wilmut ya era respetado entre los embriólogos por desarrollar la tecnología para conservar los embriones congelados, práctica muy utilizada en la actualidad para la cruza de animales y la fertilización in-vitro. Para clonar a Dolly, Wilmut y sus colegas tomaron una célula de la ubre de una oveja de seis años.
En el laboratorio, los científicos privaron a la célula de sus nutrientes para colocar el ADN en un estado casi inactivo. Luego, Wilmut retiró el núcleo del óvulo de una oveja tomado de otro animal de la misma especie y le insertó la célula de la ubre.
La célula combinada entonces recibió un choque eléctrico para lograr su adecuada fusión. Hasta los investigadores se sorprendieron cuando la mezcla comenzó a actuar como la célula de un óvulo fertilizado y se dividió, utilizando el ADN de la célula mamaria como material genético.
Wilmut implantó el embrión en desarrollo en otra oveja y, pocos meses después, nació Dolly.
El animal era la réplica genética de la oveja de la cual se extrajo la célula mamaria, sin haber sido influida por los genes de la célula receptora o la madre sustituta.
Aparte de las cuestiones éticas, el experimento fue importante porque echó por tierra las teorías hasta entonces aceptadas sobre la naturaleza del ADN.
Los científicos creían que cuando el ADN se halla en una célula especializada, como las de las glándulas mamarias, los nervios o los músculos, ya no tiene la capacidad de emitir las órdenes necesarias para generar las distintas clases de células que se requieren para crear un embrión.
La ciencia ya había logrado clonar embriones. Wilmut, en 1995, retiró los núcleos de células de un embrión en desarrollo y los implantó con éxito en óvulos sin fertilizar para crear los primeros corderos clonados, Megan y Morag, originarios de distintas células de un mismo embrión.
Los experimentos que produjeron a Dolly también crearon tres corderos a partir de células de un feto de oveja abortado a los 26 días de gestación, y cuatro animales a partir de un embrión de nueve días.
Estos resultados ya no fueron tan sorprendentes, pero pocos científicos habían creído en la posibilidad de la clonación mediante el uso de ADN de una célula especializada.
En 1995, "les demostramos que la clonación se podía hacer con células de embriones", dijo Wilmut cuando se anunció el éxito del experimento. "Esta vez, las tomamos de un feto y también de un animal adulto. Como ven, funcionó con las tres".
Aunque la técnica tuvo éxito, aún se necesita perfeccionar, porque el proceso se sigue haciendo al tanteo. Dolly fue la única oveja nacida de 277 fusiones de células. El experimento de Wilmut implantó 29 óvulos en 13 animales, pero sólo una se desarrolló.
Wilmut explicó que los errores se deben a la dificultad de lograr de que la célula receptora y la donante se encuentren en la misma etapa del ciclo de división celular.
La gran cantidad de fracasos es causa de preocupación, sobre todo debido a que la técnica actual produce numerosos abortos espontáneos y anomalías.
Jonathan Slack, embriólogo de la británica Universidad de Bath, advirtió sobre la tentación de concebir planes futuros a partir de un solo caso.
El científico señaló que es fácil creer que el transplante de un núcleo tuvo éxito cuando no es así, ya que los investigadores podrían, por descuido, dejar parte del ADN original en el óvulo.
De esta manera, el ADN de Dolly podría proceder de una célula originaria que no se había convertido aún en una célula mamaria. Las ubres tienen gran cantidad de este tipo de células sin diferenciar.
Sin embargo, parecería que Ian Wilmut y sus colegas lograron hacer retroceder el reloj biológico de una célula de ubre adulta.
La célula perdió su "identidad" de ubre y fue reprogramada por medios bioquímicos para comenzar una nueva vida. Esto implica que quizá deban replantearse muchas viejas creencias sobre la biología molecular.
A medida que crece un organismo, sus células se dividen y especializan. Ciertos genes dentro del núcleo se activan y otros se desactivan. Este complejo proceso incluye proteínas especializadas que manipulan el ADN y las enzimas que lo modifican químicamente.
Antes se creía que los genes estaban desactivados en forma permanente, pero Dolly demostró que el proceso puede revertirse.
Experimentos previos con ranas en la década de 1970 sólo tuvieron éxito parcial. John Gurdon y sus colegas de la británica Universidad de Cambridge lograron transplantar núcleos de las células epiteliales de ranas adultas en óvulos carentes de núcleos.
Pero, aunque algunos embriones crecieron hasta convertirse en renacuajos, ninguno alcanzó la edad adulta. Wilmut aseguró que tuvo éxito por la forma singular en que su equipo manipula las células que donan el material genético.
El equipo priva a la célula donante hasta llevarla a un estado de hibernación tras ponerla en un líquido salino con elementos nutritivos sólo suficientes para mantenerla con vida. La célula deja de dividirse y copiar su ADN y desactiva a todos menos los más vitales de sus genes.
Este procedimiento parece permitir que el óvulo sin núcleo reprograme al nuevo núcleo. Durante las primeras horas de su desarrollo, los embriones de las ovejas demoran en activar los genes, lo que podría otorgar al óvulo tiempo para reprogramar al nuevo núcleo, explicó Slack.
Los científicos tienen años de trabajo por delante para descifrar el proceso bioquímico y los límites de esta reprogramación.
Aparentemente, el óvulo debe contener proteínas y enzimas con la capacidad de remodelar un núcleo especializado. Pero nadie sabe aún lo que son estas moléculas o si se pueden hacer clones con células adultas.
Las células cerebrales o musculares quizá sean tan especializadas que sería imposible reprogramar sus relojes biológicos, advirtió Wilmut.
Otra interrogante se refiere al funcionamiento de las células de un donante viejo. El proceso de envejecimiento incluye muchos cambios, como el daño por azar al ADN, que podrían ser irreversibles. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/aq-ml/sc/98