CIENCIA: Clonar o no clonar, esa es la cuestión

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PPL Therapeutics, la compañía escocesa que creó a la oveja Dolly, está interesada en perfeccionar la tecnología de la clonación, principalmente para continuar sus trabajos con animales transgénicos.

Se trata de animales que son programados genéticamente para fines médicos, como la producción de proteínas útiles a la medicina en su leche o quizá de órganos que podrían utilizarse para transplante a seres humanos.

Ejemplares particularmente valiosos podrían ser clonados a partir de células adultas sin las incertidumbres propias de los cruzamientos y la manipulación de embriones.

Más importante, los biotecnólogos podrán por primera vez manipular los genes de células de animales antes de que se conviertan en embriones.

Actualmente, esto sólo es posible con ratones mediante la utilización de células embrionarias, a las que los científicos pueden insertarles o quitarles genes con gran precisión. La mayoría de los laboratorios científicos actuales dependen en gran parte de los ratones transgénicos para sus experimentos.

No obstante, los científicos no han logrado aislar células originarias de animales de granja y deben conformarse con inyectar genes al azar en embriones. La nueva técnica permitirá prescindir de células embrionarias.

Inevitablemente, sin embargo, la técnica planteó la cuestión de la clonación humana y todos los aspectos éticos que sería necesario resolver si ello fuera posible.

Ian Wilmut, el científico jefe del equipo que produjo a Dolly el pasado año, permanece cauteloso acerca de la clonación humana. "No tenemos idea de si funcionaría, y todos los involucrados creen que no sería ético aplicar la técnica en personas", declaró.

Este mes, varios países firmaron un protocolo según el cual la clonación de personas constituiría una violación de la dignidad humana y un mal uso de la ciencia.

Los países signatarios acordaron aprobar leyes para declarar ilegal la clonación humana, pero el protocolo no establece ninguna sanción para los estados que no cumplan el compromiso.

Aún existe considerable desacuerdo sobre el asunto, y todo hace prever que el debate continuará. Gran Bretaña tiene una larga tradición de libertad científica y se negó a firmar el protocolo por considerarlo demasiado rígido.

Alemania, por otra parte, consideró que el protocolo no va lo suficientemente lejos y es más débil que la actual ley alemana, la cual prohíbe toda investigación que utilice embriones humanos, como legado de los intentos nazis por realizar manipulación genética de personas.

Estados Unidos, Japón, Canadá y el Vaticano contribuyeron a la redacción del protocolo. El presidente francés Jacques Chirac llamó a una prohibición internacional de la clonación humana, y su homólogo estadounidense Bill Clinton urgió al Congreso a adoptar una medida similar.

Pero ello no desalentará a algunos científicos. Justo antes de la firma del tratado, el físico estadounidense Richard Seed, de Chicago, anunció que podría realizar una clonación humana en un plazo de dos años.

Seed, que no está afiliado a ninguna institución, advirtió que trasladaría su empresa a Tijuana, México, si el Congreso prohibiera la clonación humana en Estados Unidos.

El científico anunció que desea establecer una clínica para producir bebés por clonación para parejas infértiles y que le gustaría producir unos 500 bebés por año.

Aunque la idea es técnicamente posible, aún quedan muchos problemas por resolver, señaló Jamie Grifo, director del Departamento de Endocrinología Reproductiva de la Universidad de Nueva York. "Todavía no llegamos hasta allí y no deberíamos intentarlo por ahora", dijo.

Además, Grifo opina que la clonación no es la mejor manera de abordar el problema de la infertilidad. "La clonación no es mejor que cualquier tratamiento disponible, porque un hijo biológico debe proceder del esperma del hombre y el óvulo de la mujer. Un clon no es un hijo biológico", afirmó.

Seed también planteó la posibilidad de una virtual "inmortalidad" utilizando la nueva tecnología. "Este asunto inevitablemente conducirá a la extensión de la vida. Por primera vez se puede hablar con seriedad de un proceso para extender la vida humana", dijo.

Sin embargo, otros especialistas creen que, en lugar de extender la vida, la clonación podría provocar un envejecimiento acelerado, ya que las células utilizadas podrían haberse expuesto a radiaciones y otros factores ambientales que causan mutaciones genéticas.

Además, tanto el material genético del núcleo como el ADN mitocondrial, que se halla en el citoplasma del óvulo, serían viejos. Se cree que el ADN mitocondrial, que se transmite incambiado de madre a hijo, influye en el envejecimiento.

Este problema también podría afectar a la oveja Dolly, porque su ADN procede de una oveja adulta. Debido a la degradación natural de ciertos cromosomas, la edad genética de Dolly podría equivaler a seis años, aunque su edad cronológica sea de siete meses.

Los experimentos de clonación humana también podrían ser peligrosos en vista del gran número de células que Ian Wilmut debió utilizar antes de producir a Dolly.

"¿Estamos realmente dispuestos a sacrificar cientos de embriones para producir un bebé que podría sufrir monstruosas consecuencias debido a la manipulación del ADN?", preguntó David Stevens, director ejecutivo de la Sociedad Médica y Odontológica Cristiana.

Aun si la técnica funcionara, el bebé resultante de la clonación podría padecer diversos defectos, advirtió Winston. "Creo que cualquier tipo de manipulación genética conlleva el riesgo de anomalías", manifestó. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/ml/sc/98

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