Brasil empieza a vislumbrar la revolución que deberá vivir el sector petrolero, que dejó de ser un monopolio de la estatal Petrobrás y pasó a depender de la Agencia Nacional del Petróleo (ANP).
La ANP es una de las agencias con que el gobierno brasileño regulará los sectores antes dominados por el Estado y ahora en proceso de privatización o abiertas al capital privado y extranjero, como las telecomunicaciones, la energía eléctrica y el petróleo.
Petrobrás perdió un monopolio de 45 años, que no fue suprimido pero pasó a ser ejercido por el gobierno central a través de la agencia reguladora. Nuevos intereses regirán la actividad.
El gobierno pasará a tener una nueva fuente de ingresos en la licitación de áreas potencialmente productoras de hidrocarburos. La necesidad de reducir el déficit público, una de las grandes urgencias del país, puede determinar la concesión de áreas petroleras al sector privado.
Así lo admitió el director general de la ANP, David Zylberstajn, en una entrevista al diario O Estado de Sao Paulo, luego de tomar posesión en el cargo la semana pasada.
Se trata de recursos importantes. Venezuela "licitó recientemente un conjunto de áreas por las cuales esperaba obtener 400 millones de dólares y recaudó 2.000 millones", destacó Zylberstajn.
Ello amenaza con un primer conflicto con Petrobrás, antes "dueña" de todo el territorio nacional y que ahora tendrá que disputar con otros inversionistas incluso áreas donde ya descubrió petróleo y pretendía extraerlo en el futuro.
La empresa estatal es la única que no pagará por la concesión de áreas donde ya opera. Dejarla allí representará para el gobierno la renuncia a sumas abultadas que le hacen mucha falta en la actualidad, cuando la crisis financiera en Asia lo obliga a mejorar su situación fiscal y las cuentas externas.
Petrobras ya presentó sus pretensiones a la ANP. Quiere seguir explorando 391 áreas, 11,6 por ciento de las cuencas petrolíferas de Brasil. En las 206 áreas donde ya extrae petróleo y gas natural, no hay objeciones, aseguró Zylberstajn.
En las demás, la empresa deberá también comprobar condiciones tecnológicas y financieras para explotar los yacimientos que descubra y ello en un plazo de tres años, sentenció.
Otro objetivo de la apertura del sector es promover inversiones, hasta ahora limitadas a la capacidad de Petrobras, de 2.500 a 3.000 millones de dlóares al año.
En los próximos cinco años el sector atraerá 32.000 millones de dólares, estimó la Asociación Brasileña para el Desarrollo de la Industria de Base (ABDIB), que reúne a las transnacionales petroleras e incluso a Petrobras.
Más de dos tercios serán invertidos en proyectos de asociación entre Petrobras y empresas privadas, o incluso estatales extranjeras, porque inicialmente sería un suicidio competir con un monopolio de 45 años que concentró conocimientos y mecanismos de control del mercado, observan expertos.
Aumentar las inversiones supondrá también reducir el déficit comercial brasileño, otra fuente de vulnerabilidad de la economía nacional. El año pasado esa cuenta fue negativa en 8.372 millones de dólares.
El petróleo constituyó el principal factor del déficit, al haberse importado crudo poor 5.800 millones de dólares. La caída de los precios producto de la crisis asiática debería reducir esa suma a menos de 5.000 millones de dólares este año, espera el presidente de Petrobras, Joel Renn.
La firma estatal ya produce en Brasil un millón de barriles diarios de crudo, cerca de 60 por ciento del consumo nacional. Como la demanda crece más que la economía, un esfuerzo adicional es considerado indispensable.
La quiebra del monopolio contribuye también, según Zylberstajn, al pretendido aumento de la participación del gas natural en la matriz energética brasileña.
Hasta ahora su producción creció "tímidamente" en Brasil, porque a Petrobras le interesa más seguir vendiendo el petróleo industrial que compite con el gas como insumo del sector manufacturero.
El cambio de gestión en el sector petrolero favorece asimismo al programa del alcohol carburante, a que se oponía Petrobras porque le representa pérdidas. El director de ANP es partidario de mantener el combustible alternativo, ambientalmente más sano, pese a la necesidad de subsidios.
Zylberstajn, nuevo hombre fuerte del petróleo en Brasil, es además yerno del presidente Fernando Henrique Cardoso. Pero su nombramiento no se debió a ese parentesco sino a su capacidad, según reconocen todos. Era secretario de Energía del gobierno estadual de Sao Paulo. (FIN/IPS/mo/dg/if-en/98