América del Norte evidenció en la III Reunión Hemisférica de Ministros de Energía, en Venezuela, su prisa porque caigan las barreras al libre comercio y a las inversiones en el sector energético, una premura no compartida por importantes productores de América Latina.
Unos y otros coinciden en preocuparse por cuidar el ambiente, para que la energía sea motor de un desarrollo sustentable, y como trasfondo dejaron ver que la gran barrera para el desarrollo y los negocios es la pobreza.
Las reuniones de ministros de Energía se enmarcan en gestiones por tener a punto el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para el 2005, y las conclusiones de la tercera cita, en Caracas el jueves y este viernes, se llevarán a la segunda cumbre presidencial del hemisferio, en abril en Santiago.
Federico Peña, secretario de Energía de Estados Unidos, dijo en la reunión que "debemos trabajar decididamente para desarrollar e implementar, para el 2000, leyes, regulaciones y políticas que aseguren la necesaria inversión privada en proyectos de infraestructura en energía".
También son precisos esos cambios "para promover crecientes acuerdos de comercio entre nuestros países", dijo Peña, para quien es "claro" que el sector privado "provee la mayor parte de la inversión en la infraestructura energética que necesitamos para entrar al siglo XXI".
Aunque el presidente estadounidense Bill Clinton llegará a Santiago sin la fórmula de vía rápida (fast track) para negociar el ALCA, y pese a que en Sudamérica se quiere ir a ese acuerdo a un ritmo compatible con la integración subregional, Peña insistió en Caracas en la prisa por la apertura energética.
"Tengo la esperanza de que en Santiago nuestros gobiernos sean capaces de implementar un mercado que, basado en regulaciones fiscales, legislativas e instrumentales para el 2000, facilite el desarrollo de infraestructuras energéticas transfronterizas", dijo Peña.
También, que facilite "el comercio de energía y bienes y servicios asociados", añadió el portavoz de Washington, tras recordar que el consumo de energéticos en las Américas debe crecer a razón de tres por ciento anual, y que el continente vive un récord de interdependencia energética Norte-Sur.
Un muro a las aspiraciones de Peña erige México, socio latinoamericano en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), y donde por ley, la industria de hidrocarburos está reservada al Estado, aunque el monopolio Petróleos Mexicanos (Pemex) se asocie con otras empresas para proyectos fuera de sus fronteras.
"México no discute y no programa discutir su legislación de hidrocarburos de aquí al 2005", dijo a IPS en la cita de Caracas el secretario de Energía mexicano Luis Téllez. "Además, México no discute temas aislados o la integración comercial por sectores", agregó.
Téllez dijo que su país "se ha abierto a la inversión extranjera en numerosos sectores, pero en el petrolero tenemos limitaciones constitucionales. Nuestro régimen no va a cambiar", advirtió.
Más matizada fue la posición de Argentina. "Esperemos que el año 2000 nos encuentre avanzados, con lineamientos de política claros, para después instrumentar negociaciones técnicas", dijo a IPS el secreterio de Energía argentino Alfredo Mirkin.
De lo que se trata, según Mirkin, es de que el diálogo hemisférico sobre energía "en primer lugar identifique las reticencias al comercio libre en el sector", y que se facilite, con acuerdos entre gobiernos, un piso común para los negocios privados.
Los estados "deben sostener su papel en el control, la fiscalización y la orientación de políticas", indicó Mirkin, en tanto facilitan "el surgimiento de proyectos, cuya realización dependerá de su viabilidad económica".
Al respecto, 250 empresarios privados del sector energético, que el miércoles efectuaron un foro previo a la cita de ministros, pidieron a los gobiernos promover mercados abiertos, leyes y regulaciones claras y estables, y "progreso continuo de la privatización", entre otras recomendaciones.
Los regímenes para el negocio petrolero son tan disímiles como el mapa americano, pues van desde México, con industria estatal, hasta Estados Unidos, con sólo compañías privadas, mientras que productores como Trinidad-Tobago ya privatizaron el negocio y transitan ese camino Venezuela y Brasil.
Esas disparidades marcan una peculiaridad del comercio de bienes, tanto de consumo como de capital, y de servicios energéticos, pues el intercambio en el sector está íntimamente asociado a las inversiones.
No obstante, los ministros recogen en su Declaración de Caracas la tesis de avanzar hacia una zona hemisférica de libre comercio para productos energéticos y petroquímicos, así como para los equipos adecuados para producirlos.
Como telón de fondo actúa el reconocimiento de que se debilitan las relaciones entre el Norte de América y los productores de petróleo y gas de Medio Oriente, a medida que éstos enfocan su atención sobre los mercados de Asia.
Hubo coincidencia, en cambio, en que "la energía constituye un factor de primer orden para la creación de riqueza", según dijo Peña, y en que los nuevos proyectos para ampliar mercados y llevar servicios servirán para combatir la pobreza en que viven 76 millones de latinoamericanos. (FIN/IPS/jz/ff/if/97