Uno de los mayores barcos arrastreros del mundo, que utiliza redes lo suficientemente grandes para atrapar varios aviones jumbo, amenaza con destruir los ecosistemas marinos del Pacífico, advirtieron ambientalistas.
La preocupación internacional acerca de los efectos negativos de los enormes buques-factoría sobre el ambiente marino crece mientras el American Monarch, de 104 metros de largo, se prepara para salir a pescar bacalao en el lado ruso del Pacífico norte.
"Los peces no tienen elección frente a barcos como el American Monarch", lamentó Niaz Dorry, de la organización ambientalista Greenpeace.
El buque "no sólo pone en peligro los bancos de pesca rusos, sino también los estadounidenses y el ecosistema del Pacífico norte en su conjunto", agregó.
El American Monarch, de 65 millones de dólares, puede capturar y procesar unos 450.000 kilogramos de peces por día. Su propietaria, la empresa American Seafoods, de Seattle, es subsidiaria de Resources Group International, una firma noruega que proyecta construir otros 24 super-arrastreros.
American Seafoods sostiene que los buques no constituyen una amenaza para los ecosistemas marinos.
"Una vez más, Greenpeace exagera y realiza afirmaciones falsas con el fin de alarmar al público y recabar apoyo para su causa", declaró Bernt Bodal, presidente de la empresa.
"La realidad es que un número determinado de peces serán capturados. El número y el tamaño de los barcos que compiten por ellos es irrelevante para la integridad de los bancos", agregó.
Pero no sólo Greenpeace sostiene que buques-factoría como el American Monarch amenazan los bancos de peces y ecosistemas marinos de todo el mundo.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) estimó que casi 70 por ciento de las especies comerciales de peces del mundo se explotan plenamente, se sobreexplotan o están en peligro de desaparecer.
En 1950, ninguna especie de pez era sobre explotada. Ahora, en cambio, especies alguna vez abundantes como el bacalao, el tiburón y el atún están en franca disminución, mientras el atún de aletas azules es hoy una especie amenazada.
"Es muy simple", dijo Dorry. "Ninguna especie está segura en vista del alcance global de los buques-factoría".
Comunidades pesqueras de todo el mundo sienten el impacto de los enormes bascos arrastreros y millones de personas pierden su fuente de sustento, según el libro "The plundered seas" (Los mares saqueados), del grupo ambientalista Sierra Club.
Las familias que se basan en la pesca para su subsistencia enfrentan ahora pobreza e inseguridad alimentaria, dice el libro. El pescado constituye la fuente de proteínas de cerca de 1.000 millones de personas, es decir un quinto de la población mundial.
Las existencias de bacalao del Pacífico norte ya muestran signos de peligro. "La abundancia de buques-factoría en la pesca estadounidense del bacalao creó temporadas cortas e intensas con gran cantidad de desperdicio y cuotas peligrosamente altas", dijo Dorry.
Desde 1992 no se puede pescar en el centro del mar de Bering debido a la sobrepesca de los buques-factoría, pero muchos científicos creen que empresas pesqueras de Estados Unidos y Rusia eligen como blanco los mismos bancos de bacalao.
La disminución de muchos mamíferos y aves marinos de Alaska, especialmente del león de mar Steller, que se alimenta de bacalao, es directamente proporcional al aumento de la pesca de arrastre, afirmaron ambientalistas.
El número de focas, frailecillos de cuernos, cormoranes y otras aves marinas que dependen del bacalao también está en disminución.
El American Monarch pasó la mayor parte de 1997 anclado en Seattle luego de que se le impidiera pescar en aguas territoriales de Chile y Perú por temor al potencial impacto sobre los bancos de peces de esos países sudamericanos.
Debido a que fue construido en Noruega, Estados Unidos no permitirá al buque pescar en sus aguas territoriales fuera de Alaska, industria que genera cerca de 2.000 millones de dólares al año.
Desde que Dalmore Prokuct, una empresa rusa, acordó un proyecto conjunto con American Seafoods para pescar bacalao en el Pacífico norte, el American Monarch se ha preparado para partir desde Seattle hacia el mar de Bering.
El área es un blanco predilecto de los buques-factoría, porque Rusia permite una captura anual de 40 por ciento de su bacalao, mientras Estados Unidos sólo permite 18 por ciento.
A medida que los bancos de pesca del mundo disminuyen, aumenta la tentación de las compañías pesqueras de hacer dinero rápidamente ignorando las pocas normas eficaces de conservación que existen, denunciaron ambientalistas.
"Existen acuerdos internacionales y muchas leyes", destacó Max Aguero, director del Centro Interamericano para un Desarrollo Sustentable de los Ecosistemas, de Chile.
Aunque Chile prohibió exitosamente que el American Monarch entrara a sus aguas tras una batalla legal, las flotas industriales no siempre acatan las reglas, señaló Aguero.
"Los países en desarrollo no tienen recursos para hacer aplicar sus normas, como flotas para controlar sus aguas territoriales. Necesitamos más medios para vigilar los océanos, y como comunidad internacional, debemos hallar formas de autorregularnos", agregó.
Para empezar, Greenpeace demanda una reducción de 50 por ciento de la capacidad de captura de las flotas de pesca en gran escala y una prohibición directa de los buques-factoría en aguas de Estados Unidos. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/ml/en/98