Los productores rurales de Tailandia, durante tanto tiempo ignorados, vuelven a ponerse de moda, tras el colapso de la economía ciudadana y de clase alta que siguió a una crisis monetaria descontrolada.
Durante los años de alto crecimiento económico del país, los agricultores a menudo eran llamados "reliquias del pasado" por comentaristas urbanos. Pero ahora los gobernantes de Tailandia buscan superar el caos económico apoyándose en el aún maleable sector agrícola.
Sin embargo, las dimensiones de la crisis que afecta a millones de personas hacen que los expertos se pregunten si la zona rural tailandesa puede en efecto servir como salvavidas de la economía, sin dañar aún más en el proceso a la golpeada ecología y las relaciones sociales.
El baht tailandés fue depreciado casi 60 por ciento desde julio, forzando al país a pedir un préstamo de emergencia al Fondo Monetario Internacional (FMI), y a enviar a la bancarrota a cientos de empresas y negocios sobreexpuestos a los préstamos en divisas.
Durante la primera semana de diciembre, el Ministerio de Finanzas anunció el cierre de 56 de las 58 compañías financieras del país, las que dejaron desocupados a miles de trabajadores del sector terciario.
"Aunque una economía agraria pueda ser considerada anticuada, Tailandia necesita dar un paso atrás en el tiempo", dijo el monarca tailandés Bhumibol Adulyadej en un discurso a la nación en ocasión de su 70 aniversario, a comienzos de diciembre.
En sus primeros comentarios públicos sobre el descalabro económico, el rey subrayó la necesidad de la autosuficiencia económica y sugirió el uso apropiado del excedente de tierras como medio de supervivencia de la gente afectada por la crisis.
La idea tuvo eco en el primer ministro de Tailandia, Chuan Leekpai, quien convocó una reunión de conglomerados tailandeses para buscar ayuda en el estímulo de las exportaciones de productos agrícolas.
En fuerte contraste con sus sectores industrial y financiero, la agricultura de Tailandia continúa siendo fuente de empleo y sustento de la población rural.
"Con el valor de baht cayendo en picada, los agricultores ahora reciben un precio mucho mejor por sus productos exportados a mercados extranjeros", dijo un alto funcionario de la Agencia de Seguridad Nacional, que supervisa al crisis económica para evitar posibles turbulencias sociales.
Aunque muchos analistas esperan un aumento de la delincuencia en las áreas urbana debido al creciente desempleo, confían en la estabilidad del sector rural. Algunos esperan que la abundante disponibilidad de productos alimenticios dentro del país actúe como un freno del descontento social, incluso en áreas urbanas.
El año próximo, por ejemplo, la producción de arroz aumentará casi 20 por ciento en relación a este año. Los volúmenes de exportación se proyectan para alcanzar un nivel sin precedentes de 5,3 millones de toneladas, por unos 1.500 millones de dólares.
Las exportaciones de arroz, las más altas del mundo durante muchos años, también serán impulsadas a causa de la sequía en países como Indonesia, China y Malasia, afectados por el fenómeno climático El Niño.
Históricamente, la agricultura fue la espina dorsal de la economía tailandesa. Hasta fines de los años 70, las cosechas de arroz, tapioca, mandioca, maíz, caucho y piña constituyeron el grueso del producto interno bruto (PIB) y las exportaciones.
Sin embargo, todo esto cambió drásticamente durante los años 80, cuando el auge de la manufactura, considerada el motor del crecimiento rápido, dejó la agricultura en segundo plano.
Entre 1980 y 1994, la participación de la agricultura en el PIB cayó de 23,2 a 10,2 por ciento y su participación en las exportaciones pasó de 48,4 a 16,6 por ciento.
Pero en términos de empleo, la agricultura continúa empleando al grueso de la población, o más de 50 por ciento de los 30 millones de integrantes de la fuerza de trabajo del país.
Durante el período de auge de la economía tailandesa desde mediados de la década pasada, unos 6 millones de personas del campo migraron a Bangkok en busca de más altos ingresos en el sector industrial. Esto produjo escasez de trabajo en el sector agrícola.
Ahora, con los negocios en la capital cerrando debido a malas ventas y bancarrota, se prevé que muchos de estos migrantes rurales vuelvan al trabajo en los establecimientos de sus familias o como mano de obra contratada.
Los economistas predicen que debido a la crisis económica, entre uno y cuatro millones de personas quedarán desempleadas en 1998. (FIN/IPS/tra-en/ss/js/dv/lp/dv-if/97