La agencia de las Naciones Unidas encargada de los refugiados, el ACNUR, criticó a los gobiernos que rehusan comprometerse en acciones para frenar las oleadas de desplazamientos forzados y pretenden suplantarlas por campañas humanitarias.
El nuevo informe del ACNUR sobre "La situación de los refugiados en el mundo: Un programa humanitario" reflejó las dificultades que enfrenta la organización para atender un número creciente de refugiados y desplazados internos en todo el mundo.
La jefa de la institución, Sadako Ogata, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados, indicó que la labor de las organizaciones humanitarias se acrecentó porque los estados responsables renuncian a sus deberes de asistencia.
Los estados y las organizaciones regionales se resisten con frecuencia a comprometerse en acciones de intervención más decisivas cuando se enfrentan a conflictos armados o a crímenes contra la humanidad, dijo Ogata en la introducción del informe.
El ACNUR observó que nunca se habían verificado condiciones tan duras como las que soportan los 22 millones de refugiados y personas desplazadas protegidas en la actualidad por la agencia.
A pesar de que se producen menos conflictos entre los estados, la naturaleza cambiante de la guerra y las luchas entre comunidades expulsan cada día más gente de sus hogares.
El informe presentado este lunes en Ginebra por Ogata, sostuvo que cada vez es más difícil para los refugiados encontrar un lugar seguro fuera de las fronteras de su país.
En muchas partes del mundo, las personas refugiadas en otro país han sido hostigadas, atacadas e incluso obligadas a regresar a su tierra contra su voluntad.
Refugiados y desplazados internos -dijo Ogata- tienen algo en común: un alto grado de inseguridad humana, surgido en la mayoría de los casos de la incapacidad o el desinterés de un estado en proteger a sus ciudadanos.
El informe recordó que tradicionalmente los movimientos de refugiados han estado vinculados de manera estrecha a los conflictos políticos y militares.
En cambio, los desplazamientos forzados de poblaciones en los últimos años se evaluaron como un elemento determinante de la seguridad nacional y regional.
La solución a la crisis de Bosnia contemplada en los acuerdos de paz de Daytona se asentaba básicamente en el retorno de gran parte de los refugiados y desplazados que el conflicto creó.
En la región africana de los Grandes Lagos resulta imposible comprender la dinámica y la dimensión de la crisis actual sin tener en cuenta la historia prolongada de desplazamientos forzados en la región, ejemplificó.
Entre las facetas del desplazamiento forzado figuran flujo de asilo, expulsión masiva, limpieza étnica, desplazamiento inducido por desastres, desplazamiento inducido por desarrollo, migración forzada, desplazamiento interno, transferencia de población, repatriación involuntaria y retorno impuesto.
Al respecto, basado en datos de las Naciones Unidas, el informe mencionó que existen en el mundo más de 30 millones de personas desplazadas a la fuerza y que permanecen, por elección o necesidad, dentro de su propio país.
Como uno de los fenómenos más actuales, el ACNUR citó los movimientos migratorios impelidos por la desesperación masiva que provocan los acelerados procesos de cambio económico, social y político.
El informe aludió a la voluntad de numerosos albaneses de pagar centenares de dólares para dejar su país a pesar del peligro de la travesía del Adriático y de las escasas posibilidades de hospitalidad en Italia, como demuestran los episodios de los últimos días.
La reacción de la comunidad internacional era distinta hasta fines de los años ochenta, cuando se prestaba protección y asistencia en los países de asilo, observó el informe.
Pero en los últimos años se han producido cambios en el enfoque del problema de los refugiados, debido en parte a la preocupación de países huéspedes y donantes por los costos financieros de la asistencia a los refugiados.
Al mismo tiempo crecieron en esos países sentimientos contra el otorgamiento de asilo a un número elevado de desplazados y preocupaciones por el peligro que los refugiados podían representar para la seguridad nacional, regional y aún internacional.
En el período posterior a la Guerra Fría cambiaron el valor militar y el estratégico de las poblaciones de refugiados, indicó el informe.
Para suplir esa ausencia, se idearon operaciones multilaterales de paz al amparo de las Naciones Unidas, pero los fracasos de Somalia y la ex Yugoslavia desprestigiaron esa fórmula.
En la actualidad, los estados más poderosos del mundo se vuelven cada vez más renuentes a tomar las acciones decisivas que a veces se requieren para prevenir crisis políticas y poner fin a abusos masivos de los derechos humanos, dijo el ACNUR.
Las excepciones confirman esa regla, como en el caso de la ex Yugoslavia, donde el envío de fuerzas de la OTAN estuvo más inspirada en resguardo de la imagen de la Alianza Atlántica que en consideraciones humanitarias.
También en la crisis de Albania, donde el apoyo militar desplazado para distribuir ayuda humanitaria tendía básicamente a prevenir un éxodo masivo de solicitantes de asilo.
El informe del ACNUR resaltó la importancia de la acción humanitaria y los resultados alcanzados en protección de vidas, reunión de familias, educación masiva de niños y ayuda para el retorno a los hogres.
Pero la acción humanitaria, previno, no puede resolver sola las complejas crisis políticas y las situaciones de desplazamientos forzados.
Al destacar el papel de la acción humanitaria, los gobiernos han conseguido minimizar sus propias responsabilidades por los errores y los fracasos, dijo el ACNUR.
Cuando las áreas de seguridad de Bosnia son atacadas se pierden millares de refugiados en el ex Zaire oriental o cuando una fuerza de paz es obligada a retirarse de Somalia se culpa a las Naciones Unidas en lugar de responsabilizar a los estados que forman y controlan la institución, afirmó. (FIN/IPS/pc/dg/ip-hd/97