El recalentamiento de la tierra continuará siendo un asunto destacado en la discusión ambiental en 1998, mientras gana fuerza el debate sobre las aguas, un recurso que ya escasea y empieza a fomentar guerras.
Los acuerdos de Kyoto sobre cambios climáticos, además de dejar puntos pendientes, no satisficieron a los ambientalistas. Las polémicas seguirán hasta la nueva reunión sobre la cuestión, prevista para noviembre en Buenos Aires.
En los países industrializados el debate girará en torno a la puesta en marcha de un proceso para cumplir las metas acordadas en Kyoto, lo que puede afectar la competividad de países como Estados Unidos, destacó Washington Novaes, ex secretario de Medio Ambiente de Brasilia.
La necesidad de reducir emisiones de gases que provocan el efecto invernadero "puede aumentar costos y empujar empresas a trasladarse a otros países", explicó.
Estados Unidos deberá reducir sus emisiones de gases invernadero siete por ciento antes del 2012 en relación con el volumen de 1990.
Como en esta década ya las aumentó 13 por ciento, la reducción en comparación con el nivel actual será de 20 por ciento, lo que supone un esfuerzo monumental. Por eso la meta enfrenta fuertes resistencias internas.
La presión para que países en desarrollo asuman compromisos mantendrá encendido el debate Norte-Sur. El Senado de Estados Unidos, por ejemplo, exige para aprobar la meta fijada para su país un recorte de China, Brasil, India y otros grandes del mundo en desarrollo.
Además, "es poco probable que los industrializados acepten la tesis brasileña sobre responsabilidades históricas", que considera la emisión acumulada de gases en los últimos 150 años para calcular la meta de reducción de cada país para evitar el calentamiento de la tierra, agregó Novaes.
Para el ambientalista Roberto Kishinami, director de Greenpeace en Brasil, Kyoto deja muchos asuntos pendientes hasta la reunión de noviembre en Buenos Aires, porque "fue un fracaso total".
Es "un disparate" que Estados Unidos, responsable de 25 por ciento de las emisiones globales, solo las reduzca siete por ciento hasta el 2012, "a partir del 2008", y Japón en solo cinco por ciento cuando emite 10 por ciento del total, opinó.
Son "metas demasiado retrógradas", tal como la de Europa, que proponía 15 por ciento de reducción para todos y bajó su propia meta a ocho por ciento.
Pero 1998 será un año de otros asuntos importantes, "aunque en apariencia menos polémicos", dijo Luiz Antonio Fachini Gomes, asesor internacional del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil.
Es el caso del agua dulce, cuyo manejo concentrará la atención de la IV sesión de la Comisión de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, en abril.
En febrero deberá concluir en Bruselas la negociación de otra convención mundial, un proceso que exige aportes de información y el consentimientos previos de países importadores para el comercio de substancias químicas peligrosas. La firma de este tratado está prevista para el segundo semestre del año.
Empieza, por otro lado, el debate para la proscripción de la industria de cloro, un frente de batalla de Greenpeace. Kishinami prevé que muchos países como Brasil perderán miles de millones de dólares por insistir en ampliar, incluso son subsidios, la producción petroquímica con ese contaminante "condenado".
Pero el agua es un problema emergente por los conflictos locales que ya provoca en Africa y Oriente Medio y es posible que sea factor determinante de grandes guerras dentro de algunas décadas.
Las escaramuzas entre Israel y los palestinos tiene mucho que ver con eso, explic Kishinami. El gobierno israelí trata de imponer racionamientos, prohibir pozos y adueñarse de la escasa agua potable disponible en la región.
Este problema también se vincula con los grandes centros de contaminación, como las metrópolis, con sus ríos tupidos de basura y desechos químicos y sus inundaciones frecuentes, destacó Novaes.
En las grandes ciudades europeas la cuestión se va haciendo dramática, en especial en Grecia, porque la reposición de las reservas subterráneas es más lenta que el consumo, lo que hace prever su próximo agotamiento, añadió el experto.
Biodiversidad, deforestación, desertización, la contaminación urbana son otros asuntos que continuarán atrayendo la atención, aunque sin hechos sobresalientes previstos para 1998, según los ambientalistas.
Greenpeace espera obtener el éxito en dos luchas que impulsa, una por la prohibición de los organismos genéticamente modificados, como la soja transgénica, en Brasil, y un combate más efectivo a las madereras que incursionan por los bosques como "punta de lanza" de la deforestación.
En la costa de América Latina sobre el océano Pacífico, Kishinami prevé una batalla importante contra la pesca depredadora desarrollada por grandes buques estadounidenses y europeos, que tratan de aprovechar el aumento de los cardúmenes como consecuencia del fenómeno del Niño.
La región tendrá una buena oportunidad para buscar una convergencia y coordinar sus posiciones sobre los grandes asuntos en la Reunión de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, que se celebrará en marzo en Lima, concluyó Fachini. (FIN/IPS/mo/mj/en/97