Rusia enfrenta dificultades financieras y políticas para cumplir con la Convención de Armas Químicas, según aseguró hoy en una conferencia de países que ratificaron el tratado internacional, en curso en La Haya.
La conferencia de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW), integrada por los 105 estados que ratificaron la Convención desde su firma, hace siete meses, se prolongará toda esta semana y tiene por fin acordar prioridades y presupuestos para 1998.
El parlamento ruso ratificó la Convención el pasado 5 de noviembre, lo cual significa que ya no puede demorar la destrucción de sus 40.000 toneladas de armas químicas acumuladas en distintas partes del país.
Sin embargo, el gobierno carece de la libertad y los fondos necesarios para realizar la destrucción, según explicó el representante de Rusia en la conferencia.
Se prevé que la ratificación de Rusia aumentará significativamente la carga de trabajo y el presupuesto de la OPCW en 1998, aunque no se realizó ninguna previsión especial en el plan presupuestal de la organización, de unos 66 millones de dólares.
José Bustani, director general de la OPCW, recordó a los delegados en La Haya que algunos miembros prometieron ayudar a Moscú a destruir sus armas.
"Llegó la hora de que esos estados miembros consideren seriamente sus ofertas de asistencia", exhortó este lunes en la sesión inaugural.
Los principales obstáculos que enfrenta Rusia son la falta de fondos y la oposición política de comunidades locales.
El presidente ruso Boris Yeltsin promulgó la ley de ratificación de la convención sólo horas después de su aprobación por el Consejo Federal. Los documentos pertinentes fueron enviados a la sede de la ONU el mismo día, justo cuando vencía el plazo que le permitiría a Rusia participar en la actual conferencia.
Mientras se debatía sobre la Convención, varios diputados del Consejo Federal expresaron su preocupación porque, si Rusia resultaba excluida de la conferencia, perdería una potencial ayuda económica de Estados Unidos y la Unión Europea para la destrucción de las armas químicas.
Además, Rusia arriesgaba perder credibilidad política en caso de demorar más la ratificación, especialmente porque el retraso se debía en parte a diferencias entre el gobierno y el parlamento.
Sin embargo, las dificultades financieras son grandes, ya que los poseedores de armas químicas no sólo deben hacer frente al costo de la destrucción sino también a los costos indirectos de verificación y destrucción.
Sólo en 1998, Rusia debería invertir el equivalente a 86 millones de dólares en la destrucción de sus armas químicas, que incluyen fosgeno, gas mostaza, leuisita y gases neurotóxicos.
Estados Unidos, Alemania, Suecia, Holanda y Finlandia declararon que están dispuestos a proporcionar ayuda financiera a Rusia.
Alemania y Estados Unidos ya están ayudando a construir instalaciones para la destrucción de armas químicas en Shchuchye (región de Kurgan) y Gorny (región de Saratov).
Bustani ya abrió el camino, pero sin duda Rusia se encargará de recordar al resto de los países sus promesas de ayuda económica en el encuentro de La Haya, que termina el viernes.
Hasta el momento, 105 de los 168 países que firmaron la Convención la han ratificado. (FIN/IPS/tra-en/jmp/ai/mom/rj/ml/ip/97