Traficantes de mujeres y niños continúan adelante con sus actividades en Asia, propiciadas por fronteras porosas y una pobreza de la cual muchas víctimas buscan escapar en sus países de origen.
Desde Bangladesh a India y Nepal, a través de las fronteras del sur de China con Vietnam y Laos, y hacia las fábricas y burdeles de Camboya y Tailandia, mujeres y niños son contrabandeados como mercancías, explotados por su trabajo y abusados en su búsqueda de una vida mejor.
Activistas asiáticos afirman que estas víctimas no sólo son llevadas a la industria del sexo, sino también intercambiadas por trabajo, mendicidad, matrimonios falsos y adopciones, e incluso utilizadas como agentes de la delincuencia organizada.
La profunda integración de muchos países asiáticos, en especial aquellos con límites terrestres, y la apertura del comercio y las fronteras en los últimos años hizo más fácil el tráfico de personas, a menudo con la colaboración de funcionarios corruptos.
La región del Mekong se convirtió en "un punto focal para uno de lo más terribles crímenes contra la humanidad: el tráfico de mujeres y niños", dijo Vitit Mutarbhorn, profesor de la Universidad de Chulalongkorn en Bangkok.
Esta forma contemporánea de la esclavitud aumentó considerablemente en los últimos años, y crece de modo alarmante", dijo Vitit a una conferencia sobre el tema realizada en esta capital.
La amplia región del Mekong cubre el sur de China, Birmania, Laos y Vietnam, así como Camboya y Tailandia. Y con la actual crisis económica en muchos países del sudeste, "hay más oportunidades para la explotación a través del comercio sexual".
En el norte de Vietnam, las mujeres son llevadas a China como "novias", pero a menudo se encuentran amenazadas con la violencia si se resisten a ser llevadas a burdeles.
Las jóvenes de la provincia china de Yunnan viajan a través de Birmania hacia Tailandia, con promesas de trabajos bien pagos como camareras en la ciudad, pero terminan trabajando en burdeles de Bangkok.
En Vientiane, capital de Laos, las niñas desaparecen de las calles de la ciudad y aparecen en burdeles en Tailandia, al otro lado del Mekong.
En la provincia de Savanakhet, en Laos, más de 15.000 jóvenes buscaron empleo en Tailandia en 1995. A menudo son obligados a trabajar en fábricas sin pago, como sirvientes en hogares privados, y como camareras en restaurantes y clubes nocturnos para pagar deudas, indican activistas.
El tráfico entre fronteras agrava la situación de la salud y los problemas existentes con la transmisión del virus del sida en la región del Mekong, destacó en la conferencia James Wise, ministro de la embajada australiana en Tailandia.
Además, el fenómeno se entrelaza con problemas de corrupción e inmigración ilegal que son grandes desafíos de todos los países en el área del Mekong.
Los expertos destacan que el comercio sexual es sólo una parte del tráfico en general, mientras trabajadores ilegales arriesgan sus vidas en la esperanza de obtener un mejor pago o hacer más dinero para escapar del ciclo interminable de la pobreza.
Wanchai Roujanavong, vicedirector ejecutivo del departamento de asuntos internacionales de la Oficina del Fiscal en Tailandia, señaló que los trabajadores migrantes, en especial los de Bangladesh y Birmania, son traficados a través de Tailandia y hacia Malasia y Singapur.
Aunque no se dispone de datos precisos, la oficina de inmigraciones tailandesa sitúa el número de estos trabajadores en 500.000. Otros estudios estiman la cifra entre uno y dos millones.
Wanchai destacó que la mayoría de estos trabajadores reciben remuneraciones por debajo del salario mínimo, a menudo haciendo tareas peligrosas en condiciones insalubres. Mientras la crisis económica sigue su curso, ahora los trabajadores migrantes, especialmente los ilegales, reciben la orden de irse.
A la vez, un alto número de extranjeros, por ejemplo Camboya, continúan siendo atraídos a Tailandia por delincuentes.
Nguyen Phoung Hoa, subdirector del departamento de policía de Vietnam, destaca que el tráfico a través de fronteras representa casi 70 por ciento de los problemas del país con los delincuentes dedicados al tráfico.
En las fronteras del norte, los traficantes engañan y fuerzan a mujeres y niñas vietnamitas a trasladarse a China, donde son vendidos como esposas, dijo Hoa.
"Las víctimas son vendidas a otro propietario, deben trabajar duro bajo amenazas de violencia y finalmente son vendidas a burdeles a lo largo de la frontera chinovietnamita", destacó.
En otros casos, las mujeres son vendidas mediante servicios de arreglo de parejas, a través de la industria turística o fingiendo ser trabajadoras que son enviadas al exterior. En Camboya hay varios miles de mujeres y niñas vietnamitas victimizadas por el tráfico para la prostitución.
Una vez vendidas a los burdeles, las mujeres pueden ser nuevamente vendidas a otros burdeles, donde la desobediencia enfrenta duras formas de castigo como golpizas y privación del alimento.
Hoa agregó que a menudo "son forzadas a mantener relacions sexuales con cinco, siete o más hombres por día, hasta que se desmayan de agotamiento". (FIN/IPS/tra-en/rc/js/lp/ip-pr-hd/97