A menos de ocho años del restablecimiento de la democracia en Chile, el "partido de los desencantados y escépticos" es la primera fuerza, de acuerdo al alto abstencionismo en los comicios parlamentarios del día 11.
Más allá de los resultados que favorecieron al ala "dura" de la oposición derechista, el gobierno del presidente Eduardo Frei y su coalición de centroizquierda evalúan el rechazo al ejercicio del sufragio como el saldo más crítico de esta última elección.
Si bien el fenómeno tiene características universales, en Chile refleja un acelerado y creciente desgaste electoral, si se considera la alta participación en los comicios que marcaron entre 1988 y 1989 el fin de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90).
Las cuentas de los expertos electorales indican que casi cuatro millones de chilenos mayores de 18 años, equivalantes a 40 por ciento del electorado potencial, se abstuvieron de votar por algún candidato o fuerza política en estas parlamentarias.
En este cálculo se incluye a los que pudiendo hacerlo no se han inscrito en el padrón electoral y a quienes concurrieron a las urnas, pero anularon su voto o simplemente lo depositaron en blanco, sin marcar ninguna preferencia.
En Chile, según la ley expedida en 1987 por la dictadura del general Augusto Pinochet, la inscripción en los registros electorales es voluntaria para los mayores de 18 años, pero una vez empadronados es obligatorio votar.
Sobre una población total de casi 15 millones de habitantes, hay 9,6 millones mayores de 18, de los cuales sólo 8,07 están registrados como votantes, quedando más de 1,5 millones al margen, en su mayoría jóvenes menores de 24 años.
El viceministro del Interior, Belisario Velasco, informó que del total de inscritos 1,1 millones no se presentó a votar el día 11, lo cual entrega un porcentaje de abstención propiamente tal de 13,7 por ciento.
Los votos nulos y en blanco sumaron a su vez alrededor de 1,3 millones, correspondientes más de 16 por ciento del total de inscritos.
El diario La Nación señaló el sábado que "los que decidieron no elegir", entre no inscritos, abstencionistas y votantes en nulo o blanco, equivalen a 40,44 por ciento de la población chilena mayor de 18 años.
Los 120 diputados y 20 nuevos senadores, de un total de 38 de elección popular, que jurarán en sus cargos el 11 de marzo de 1998 representarán, por tanto, a sólo 59,56 por ciento de la ciudadanía, de acuerdo al cálculo de La Nación.
En el plebiscito presidencial del 5 de octubre de 1988, en que la oposición democrática derrotó a Pinochet como candidato único, la abstención fue de sólo 2,69 por ciento y los votos nulos y blancos apenas 2,20 por ciento.
En las presidenciales y parlamentarias de diciembre de 1989 la abstención se situó en 5,28 por ciento y los sufragios en blanco y nulos en torno a cinco por ciento.
Los porcentajes aumentaron progresivamente en las municipales de 1992, las presidenciales y parlamentarias de 1993 y en las nuevas municipales, de octubre de 1996, con una abstención de 12,14 por ciento y 11 por ciento de votos nulos y en blanco.
En las presidenciales estadounidenses de 1996 votó 58,08 por ciento del universo ciudadano, en las últimas presidenciales de Brasil se abstuvo 17 por ciento y en las parlamentarias de Francia este año la abstención fue de 27 por ciento.
La referencia a esos y otros casos internacionales no alcanza a diluir la preocupación en Chile por el ritmo de crecimiento del "partido de los desencantados y escépticos", que se nutre sobre todo en los sectores juveniles.
En el rechazo al voto se expresa no sólo la protesta por expectativas socioeconómicas no satisfechas en ocho años de democracia, sino también el repudio a un sistema político y electoral excluyente.
El sistema binominal para los comicios parlamentarios heredado de Pinochet, con la elección de sólo dos cargos en cada circunscripción senatorial o distrito de senadores, mantiene excluidas del Congreso a las minorías.
Muchos de los jóvenes que no votan en elecciones nacionales sí lo hacen en las federaciones estudiantiles, donde los comunistas ganaron este año una fuerte presencia mientras continúan sin representación en el Parlamento.
El Senado es el emblema del criticado sistema institucional, ya que de sus 48 miembros, diez (o sea más de 20 por ciento) se generan al margen de las urnas, con nueve designados y con Pinochet como senador vitalicio desde marzo.
En la nominación de los designados participan fundamentalmente la Corte Suprema de Justicia y el Consejo Nacional de Seguridad, organismos que en su conjunto están integrados por 23 personas, incluyendo en el caso del Consejo a los jefes militares.
Estos 23 "grandes electores" tienen así más poder que ocho millones de ciudadanos, y entre ellos está Pinochet, quien además se autodesignó en la Constitución de 1980 senador vitalicio del mismo Congreso que él clausuró tras el golpe de Estado de 1973. (FIN/IPS/ggr/dg/ip/97