Diplomáticos y políticos de Venezuela rechazaron la propuesta del presidente de Colombia, Ernesto Samper, de que el rey Juan Carlos I de España medie en el diferendo limitrofe que mantienen los dos países.
"Se trata de una vieja idea a la que nunca se le ha puesto patas o ruedas", indicó el canciller venezolano, Miguel Angel Burelli, al comentar la propuesta de Samper, realizada el domingo, al clausurarse la VII Cumbre Iberoamericana, en la isla de Margarita, noroeste de Venezuela.
Colombia y Venezuela mantienen un diferendo por la delimitación de las aguas marinas del llamado Golfo de Venezuela, al extremo noroccidental de este país, que actúa como una espina clavada en los nexos bilaterales.
Pero los gobiernos de Samper y Rafael Caldera (Venezuela) han logrado reducir el daño de esa espina en el último trienio, a diferencia de lo que ha sucedido con la frontera terrestre, origen de momentos de alta tensión bilateral por las acciones de la guerrilla colombiana.
Samper explicó el domingo en Porlamar, la ciudad más importante de Margarita, que solicitó la participación de Juan Carlos I para intentar que América Latina llegue al nuevo siglo sin conflictos limítrofes.
"El poder de convocatoria del rey puede conseguir cerrar esas cicatrices que nos dividen y nos enfrentan", explicó Samper, quien con su intensa agenda, su capacidad de combinar humor y profundidad en sus planteamientos y los logros alcanzados para su país, se transformó en protagonista de la Cumbre.
Tanbién en la década pasada, el entonces presidente venezolano Carlos Andrés Pérez (1974-1979 y 1989-1993) propuso que el rey Juan Carlos participara en una "troika" destinada a poner fin a los problemas limitrofes latinoamericanos.
Se trataba de que el papa Juan Pablo II y los jefes de Estado de España y Portugal promovieran la distensión fronteriza con motivo de los 500 años de la llegada de los españoles a América, en 1992. Pero la idea no llegó a definirse.
Samper precisó que el diferendo sobre el Golfo de Venezuela debería ser incluido en esta acción planteada al jefe de Estado español, de quien no se supo su reacción.
Pero, en cambio, en Caracas esa reacción no se hizo esperar. José Oropeza, miembro por el oficial partido Convergencia de la Comisión Negociadora para la Delimitación de las Aguas Marinas y Submarinas y otros Temas, dijo que "no es conveniente ni justificable la intervención del rey" o de otra figura externa.
El ministro para Asuntos Fronterizos y miembro de la misma comisión, el socialista Pompeyo Márquez, subrayó que el manejo del diferendo y otros problemas limítrofes con Colombia "se han mantenido en la bilateralidad y ese es el nivel adeucado".
Márquez también recordó que los dos países decidieron manejar el asunto del golfo bajo el concepto de la globalidad. Según ese principio, los problemas no son abordados aisladamente, sino que se suman las cuencas y la navegación de los rios, la demarcación de los 2.200 kilómetros de frontera terrestre y las migraciones.
El internacionalista Kaldone Nweihed recordó que fue un laudo arbitral español el que en 1891 estableció límites que Venezuela consideró siempre perjudiciales para sus intereses.
Ese laudo fue rubricado por el abuelo de Juan Carlos I, el rey Alfonso XIII, y dio pie junto con sucesivas decisiones de arbitraje negativas para Venezuela, a que en este país se considere que cualquier actuación internacional beneficiaría a Colombia, dijo Nweihed.
El general retirado Italo del Valle Alliegro, miembro de la Comisión Presidencial para Asuntos Fronterizos, recordó que los problemas limítrofes que perturban a la mayoría de los vecinos latinoamericanos "son consecuencia de la presencia y retirada de España".
Los españoles, dijo Alliegro, dejaron graves problemas de demarcación "que entorpecieron las relaciones de los países latinoamericanos a lo largo de su historia".
Siglo y medio después de la independencia de América Latina, "no tendría sentido que le pidiéramos que arregle lo que dejó desarreglado", explicó Alliegro, quien fue ministro de Defensa y participa en la comisión que se ocupa de promover el desarrollo fronterizo colombo-venezolano.
El ultranacionalista José Lara Peña, del Instituto de Estudios Fronterizos, rechazó cualquier mediación, de España o de quien sea, pues, según su tesis, sobre el golfo "no hay nada que negociar, porque Colombia no tiene derecho alguno sobre el mismo".
La iniciativa de Samper de mediación real española en los conflictos limítrofes latinoamericanos no parece que superará el nivel de planteamiento. En cambio, la Cumbre Iberoamericana formalizó la creación de un grupo de Países Amigos de la Paz en Colombia, con el visto bueno del presidente colombiano.
Ese grupo, que sólo tendría un papel facilitador para crear las bases de una mediación directa entre el gobierno y la guerrilla colombiana, según precisó el propio Samper, está costituido por Costa Rica, España, México y Venezuela. (FIN/IPS/eg/ff/ip/97