Las mismas prácticas ganaderas a las que se atribuye en Gran Bretaña la "enfermedad de la vaca loca" se han practicado durante muchos años en Estados Unidos, que podría sufrir el mal en su propio territorio, según expertos.
La encafalopatía espongiforme bovina (EEB) o enfermedad de la vaca loca ha sido relacionada con la enfermedad de Creutzfeldt- Jakob (ECJ), que ocasionó 21 muertes humanas atribuidas al consumo de carne vacuna británica el año pasado.
Luego de la crisis en Gran Bretaña, que vio cerrados los mercados externos para su producción ganadera por la presencia de la EEB en sus rodeos, el gobierno de Estados Unidos prohibió este año las prácticas de alimentación ganadera vinculadas con este síndrome veterinario.
De todos modos, algunos técnicos creen que el gobierno de Bill Clinton actuó con lentitud para impedir los riesgos sanitarios de ésta y otras encefalopatías espongiformes transmisibles tanto a animales como a humanos (TSE, por sus siglas en inglés).
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos decidió en junio que "no debe alimentarse a animales rumiantes de carnes y huesos de otros animales rumiantes", lo que puso fin a las prácticas "caníbales" a las que se atribuyen las TSE.
Pero la medida no impide otros tipos de canibalismo animal, como en el caso de los pollos, dijo John Stauber, fundador del no gubernamental Center for Media and Democracy, que controla, entre otras cosas, los comunicados y declaraciones procedentes de la industria alimentaria.
"Existen evidencias de EEB en el ganado de Estados Unidos desde 1985. Pero los reguladores del sector minimizaron los riesgos y decidieron equivocarse para beneficiar a la industria", dijo Stauber.
Un libro escrito por Stauber y el periodista Sheldon Rampton, "La vaca loca estadounidense: ¿podrá la pesadilla suceder aquí?", revela que, a pesar de que los casos de ECJ se atribuyeron a una cepa específica de EEB, otras cepas también fatales pueden encontrarse en América del Norte.
El médico Richard Marsh descubrió, en sus estudios para la Universidad de Wisconsin en los años 80, una cepa de TSE en visones a los que alimentó con carne de vacas lecheras. Luego, inyectó el virus extraído de los visones en terneros, que pronto contrajeron la EEB y murieron, recordaron Stauber y Rampton.
El mal detectada por Marsh es similar al descubierto por el científico Carleton Gajdusek en Nueva Guinea, donde investigaba el "kuru", enfermedad predominante entre los caníbales de la isla.
Las investigaciones de Gajdusek, de acuerdo con el libro de Richard Rhodes "Fiestas mortales", derivaron en la certeza de que el canibalismo origina nuevas enfermedades, a las que denominó TSE.
El descubrimiento de Marsh se refiere a un mal que opera en forma diferente al EEB detectado en los rodeos británicos, que llevaba a las vacas y toros a comportarse de forma alborotada y a desorientarse antes de su muerte.
Varias de las personas muertas por ECJ el año pasado eran consumidoras de carne procedente de ganado con EEB. El gobierno del entonces primer ministro, el conservador John Major, debió sacrificar los rodeos antes de que la Unión Europea aceptara nuevas ventas de carne británica.
El gobierno no tuvo esos problemas para vender carne a Estados Unidos, si bien tampoco se registraron allí casos de ECJ, como el mismo Stauber admite. Pero eso no significa que allí no haya riesgo de EEB. "Los funcionarios estadounidenses niegan los riesgos en el país", advirtió.
Por un lado, la FDA alertó los problemas relacionados con las TSE en 1988, pero no tomó ninguna medida contra el "canibalismo animal" hasta junio de este año. Durante ese tiempo, "miles de millones de vacas comieron vacas en el último decenio", según Stauber.
Unos 100.000 animales son alimentados cada año en Estados Unidos con menudencias, cartílagos y pezuñas incluidos en comida preparada para ganado y mascotas. "Estados Unidos alimenta a vacas con vacas, cerdos con cerdos y pollos con pollos", dijo.
En el proceso, animales saludables comen animales enfermos, lo cual amplifica la incidencia de las TSE, que podrían, a su vez, ser contraídas por los humanos que ingieran la carne afectada, sostuvo.
Stauber advirtió que si las cepas estadounidenses de EEB son tan fatales como las británicas, lo cual solo podrá saberse con el tiempo, miles de personas ya estarían enfermas sin que se presenten los síntomas y podrían morir.
Además, un estudio reciente sostiene que entre uno y trece por ciento de los casos de enfermedad de Alzheimer en Estados Unidos podrían ser variantes de la ECJ.
"Este desastre en ciernes no es ciencia ficción", sostuvo el científico Nicols Fox. (FIN/IPS/tra-en/fah/aa/mj/he/97