MEDIO ORIENTE: Se desmorona respaldo económico al proceso de paz

El soporte económico del proceso de paz entre Israel y Palestina corre riesgo de desmoronarse en la capital de Qatar desde este domingo, en la cuarta conferencia económica de Medio Oriente y Africa del Norte (MENA), que será boicoteada por buena parte del mundo árabe.

La reunión tiene el objeto de impulsar el desarrollo económico regional para respaldar el proceso de paz iniciado en 1993, pero muchas naciones de Medio Oriente, entre ellas Arabia Saudita, Egipto, Líbano, Marruecos, Palestina y Siria, se destacarán por su ausencia.

Los únicos países árabes que estarán representados en la reunión serán Jordania, Kuwait, Omán, Qatar, Túnez y Yemen, algunos de ellos con una delegación mínima.

Y, lo que es peor, muchos países de Occidente se mantendrán al margen de la conferencia por ese motivo.

La razón del boicot a esta reunión de tres días es la reticencia de Israel a entregar a los palestinos el control de los territorios ocupados y su aliento a la construcción de asentamientos judíos en esas zonas.

El boicot deja en evidencia la tensión en las relaciones entre Estados Unidos y los países árabes en momentos en que Washington pretende tomar medidas duras contra Iraq, según la evaluación de diplomáticos del Golfo.

Aliados árabes de Estados Unidos, como Arabia Saudita y Marruecos, figuraron entre los primeros que anunciaron su inasistencia a la conferencia en Qatar.

Líbano y Siria, vecinos de Israel, tampoco concurrirán, como no lo hicieron a las tres reuniones anteriores.

Incluso Israel decidió que el ministro de Industria y Comercio, Natan Sharansky, concurra a Doha y no el canciller David Levy, cual disminuye el nivel de la delegación.

Las MENA fueron lanzadas por iniciativa de Estados Unidos hace cuatro años con la intención de integrar a Israel al mundo árabe. Transcurría entonces la primera ola de entusiasmo tras el acuerdo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Cuatro años después, pocos proyectos entre los pactados en las tres primeras MENA se concretaron. La mayoría de los países árabes se niegan a sentarse en la misma mesa con Israel, y mucho más a abrir las puertas de sus economías a inversores israelíes.

Egipto, el país más populoso e influyente del mundo árabe, fue el primero en decidir el boicot, con lo que instó a los restantes a tomar la misma medida.

Pero Qatar ya había anunciado que organizaría la conferencia a cualquier costo. Estados Unidos, en señal de agradecimiento, dispuso que la secretaria de Estado (canciller) Madeleine Albright presida la delegación, si bien estará allí solo el primer día.

La economía de la región será la que pague el costo de las inasistencias, pues dos tercios de los entre 2.500 y 3.000 participantes que ya confirmaron su asistencia representan a empresas privadas. Los procedentes de Estados Unidos constituirán la misión más nutrida.

Algunas de esas empresas, en particular las de Asia, consideran a Qatar un foro adecuado para negociar con los países del Golfo, pero los más ricos de la región (Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos y Kuwait) no estarán presentes o tendrán una representación mínima.

Otros países como Iraq y Libia, notorios opositores al proceso de paz israelí-palestino, no fueron invitados por el Foro Económico Mundial, organizador de la conferencia con sede en Ginebra.

La conferencia constituye para Qatar un intento para "construir sobre el éxito y el impulso de las reuniones anteriores" celebradas en Casablanca, Amman y El Cairo. En esas ocasiones, se enfatizó en proyectos de cooperación y desarrollo árabe-israelíes.

Pero la decisión del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, de boicotear la reunión demuestra la poca fe que su país le tiene al proceso de paz.

Las reuniones anteriores convocaron a más de mil empresarios y ministros. La pregunta es si esos números y esos compromisos se reiterarán en Doha, pues muchos de los que confirmaron su asistencia podrían dar marcha atrás.

La actuación de Egipto ha sido fundamental en el proceso de paz. Su ausencia en la conferencia responde a la necesidad de Mubarak de mostrar su enojo al modo en que Israel maneja su relación con los palestinos.

Los puntos de vista de Mubarak son respetados porque su papel es clave en el juego político árabe y porque su preocupación hacia Israel es compartida por muchos gobiernos europeos.

El mandatario egipcio aún está comprometido con el proceos de paz, razón por la cual mantiene y profundiza su propio acuerdo, el primer firmado entre un país árabe e Israel, hace 17 años.

Pero Mubarak despertó el enojo de Qatar, principal respaldo del acuerdo palestino-israelí en el Golfo, que procuró ser sede de la tercera conferencia en 1996 pero debió resignar ese puesto en favor de El Cairo.

Hasta entonces, las MENA en Casablanca (1994) y Amman (1995) fueron verdaderas cumbres económicas regionales, mecanismos efectivos para promover tanto la paz como la integración económica regional.

Egipto hizo desde entonces todo lo posible por devaluar estas instancias.

Semanas antes de la tercera MENA en El Cairo, en 1996, Mubarak amenazó con cancelarla, pues, dijo, solo serviría para impulsar las relaciones económicas árabe-israelíes en momentos en que el gobierno derechista de Benjamin Netanyahu hacía todo lo posible por bloquear el proceso de paz.

Pero Mubarak accedió a realizar la conferencia bajo fuerte presión de Estados Unidos. La reducción del nivel de las delegaciones convirtió las MENA de cumbres en meras conferencias económicas.

Después de la conferencia de El Cairo, Qatar tendrá que hacer un gran esfuerzo si desea convertir la suya en una instancia exitosa.

Para la mayoría de los participantes, el proceso MENA se refiere al comercio con el resto del mundo y a la promoción del comercio intraárabe e interregional, involucre o no a Israel.

El bloqueo del proceso de paz de Medio Oriente también hizo difícil a Estados Unidos la búsqueda de respaldo para las acciones contra Iraq que promueve en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Meses antes del enfrentamiento entre Bagdad y Washington, los países árabes manifestaban su malestar por lo que consideraban indiferencia de Estados Unidos ante el sufrimiento de la población iraquí a raíz de las sanciones comerciales internacionales.

Países como Emiratos Arabes Unidos enviaron embarques de ayuda humanitaria a Iraq apenas la ONU aflojó a comienzos de año las sanciones contra el país del Golfo. (FIN/IPS/tra-en/jr-am/rj- an/mj/ip if/97

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