Pocos de los carteles puestos en la capital de Jordania a propósito de las elecciones de este martes se refieren a asuntos espinosos como Jerusalén o los refugiados palestinos. Los que criticaban los acuerdos de paz con Israel desaparecieron del día a la noche.
Varios diarios opositores que publicaban artículos hostiles hacia el pacto rubricado por el rey Hussein y el hoy fallecido primer ministro israelí Yitzhak Shamir en noviembre de 1994 no existen más. Fueron clausurados por una nueva ley que limita la libertad de prensa.
El principal partido opositor de Jordania, el Frente de Acción Islámica, boicoteará las elecciones y dejará casi todos, si no todos, los 80 escaños de la Cámara de Diputados en manos de candidatos oficialistas. Pero Hussein no ha dejado nada librado al azar.
El monarca de 61 años tomó el toro por los cuernos al respaldar sin vacilaciones el acuerdo de paz, que le asegura a Jordania 225 millones de dólares en asistencia procedente de Estados Unidos.
Pero Hussein aún no ha equilibrado sus cantos de paz con el sentimiento popular contra Israel que predomina en su país y en el resto del mundo árabe.
El boicot le deja en una incómoda posición. Deberá conducir su país en los años más cruciales del proceso de paz de Medio Oriente con la principal organización islámica autoexcluida del sistema político, pronta para cosechar en su favor cualquier señal popular de descontento hacia los acuerdos.
El acuerdo de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina debería estar implementado en su totalidad para 1999.
En el acuerdo figuran asuntos sensibles para Jordania, como el futuro de más de tres millones de palestinos que viven en el reino hachemita y la eventual creación de un estado independiente en Cisjordania y Gaza.
"Estamos dando los pasos finales y el rey quiere controlar todo. Esa es la percepción general", dijo Abdallah Hassanat, destacado periodista y comentarista político jordano.
El Frente de Acción Islámica no comparece en las elecciones por cambios en la ley electoral que, según la organización, favorecen a los candidatos tribales oficialistas a expensas de los de oposición.
En las elecciones de 1993, luego de la aprobación de la cuestionada ley, el Frente perdió nueve de los 23 escaños en su poder.
Los islámicos también critican una nueva ley de prensa, aprobada el 15 de mayo, mediante la cual se clausuraron 13 de los 21 semanarios en circulación, algunos de los cuales se destacaban por sus posturas críticas hacia el acuerdo de paz con Israel.
La ley obliga a todas las publicaciones a poseer al menos 500.000 dólares de capital, prohíbe "difamar" a jefes de estado árabes, impone fuertes multas para las que difundan información que contraríe la "seguridad nacional".
Además, al ordenar que los directores de los medios cuenten con al menos 10 años de experiencia, impide la aparición de nuevas publicaciones.
El boicot "es la manera en que manifestamos nuestra insatisfacción con el proceso antidemocrático en Jordania", dijo el jeque Hamza Mansour, portavoz del Frente de Acción Islámica y ex integrante del parlamento.
"El pueblo está convencido de que la democracia aquí es solo una palabra. No se permiten protestas o manifestaciones, e incluso en las mezquitas se impide la prédica de muchos clérigos", agregó.
El boicot deja en una situación incómoda al rey Hussein, quien preferiría acallar a sus críticos pero mantenerlos dentro del sistema para demostrar a Occidente que Jordania, que derogó la ley marcial y restauró su parlamento en 1989, se encamina a disfrutar de un régimen de democracia plena.
"El rey intentó en reiteradas oportunidades disuadir al Frente de Acción Islámica de deponer el boicot. Pretendemos que todo el espectro político esté representado", dijo Mazen Armouti, consejero del primer ministro Abd el-Sallam el-Majali.
Pero la nueva ley electoral, que limita a solo una el número de listas que un ciudadano, maximiza las posibilidades de que los líderes de los clanes beduinos en los que se basa la sociedad tribal jordana, leales al monarca, ganen la mayoría de los escaños, según los analistas.
Los distritos de Amman y en los campos de refugiados palestinos, bastiones tradicionales del Frente de Acción Islámica y otros partidos opositores, también se marginaron de la puja. Se espera que la asistencia a las urnas sea baja.
Los periodistas perciben que la nueva ley de prensa, denunciada en una corte judicial, ha obstaculizado la cobertura de las elecciones. "No quieren que los semanarios escriban nada sobre las elecciones hasta que ocurran", dijo Nedal Mansour, director de Al-Hadath, uno de los periódicos clausurados.
Los candidatos opositores que se presentarán, entre ellos tres del Frente de Acción Islámica que rompieraon con el partido, afirman que su ingreso al parlamento permitirá que se escuche el sentimiento popular en los últimos tramos de la implementación del acuerdo de paz con Israel.
Los estrechos vínculos del rey Hussein con Israel provoca malestar en muchos de los 4,9 millones de jordanos, tres millones de los cuales son de origen palestino. (FIN/IPS/tra- en/dho/rj/mj/ip/97