Funcionarios de más de 160 países se reunirán este lunes en esta ciudad de Japón para discutir la forma de limitar las emisiones de gases invernadero, pero el camino hacia un pacto internacional contra el calentamiento planetario está lleno de obstáculos.
Entre el 1 y el 10 de diciembre se celebrará la reunión de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 1992 por la cual las naciones industrializadas se comprometieron a limitar sus emisiones de gases invernadero.
El acuerdo fue ratificado en la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro de ese año.
De hecho, a los países industrializados, presionados para fijar metas obligatorias de reducción de sus emisiones, se les pide que modifiquen su conducta pasada. Más de 30 de estas naciones prometieron limitar los gases en la Cumbre de la Tierra, pero la mayoría no lo hizo.
En lugar de restringir las emisiones al nivel de 1990 para el 2000 estos países, incluyendo Estados Unidos y Japón, aumentaron la liberación de gases como el dióxido de carbono, que procede de la quema de combustibles fósiles en la industria, la generación de energía y el transporte.
La reunión de Kyoto se concentrará en los países en desarrollo que generan dos tercios de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo. Es por eso que un acuerdo entre los 15 países de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos es crucial para el establecimiento de un plan de acción contra el calentamiento.
Todos los países concuerdan en que algo debe hacerse para combatir el cambio climático —científicos británicos sostienen que la temperatura del planeta llegará a su nivel más alto este año— pero no hay consenso sobre la forma de hacerlo.
Los países industrializados discrepan sobre las metas y cronogramas para reducir las emisiones al nivel de 1990 y los países en desarrollo consideran que la mayoría de las propuestas, sobre todo las de Estados Unidos y Japón, son insuficientes.
Tampoco hay acuerdo sobre el papel de los países en desarrollo para combatir la amenaza del calentamiento planetario. Dichos estados no están obligados a fijar metas obligatorias para reducir sus emisiones pero Estados Unidos insistió, hasta hace poco, en la "participación" de estos en el acuerdo de Kyoto.
Países como Brasil, China e India incrementan rápidamente la emisión de gases invernadero debido a la industrialización, aunque su producción por habitante se halla muy por debajo de los niveles de los industrializados.
No obstante, el crecimiento y la creciente demanda energética significa que los países en desarrollo generarán dos tercios de las emisiones totales para el 2025.
Gran parte del resultado de las conversaciones de Kyoto depende de si Estados Unidos y la UE pueden llegar a un acuerdo sobre sus diferencias.
Pero la semana pasada, la ministra de Ambiente de Alemania, Angela Merkel, y el subsecretario de Estado para Asuntos Económicos de Estados Unidos, Stuart Eizenstat, declararon en entrevistas separadas an la prensa que no iban a Kyoto "para llegar a un acuerdo a cualquier costo".
Ambos encabezarán las delegaciones de sus países a Japón. "Iremos a Kyoto para realizar nuestro mejor esfuerzo", dijo Eizenstat en una entrevista con The New York Times.
El subsecretario dijo que no era "ni optimista ni pesimista" sobre el acuerdo pero era "realista" sobre sus dificultades. "Debemos recordar que los países están distanciados (sobre el mismo) y llegar a un acuerdo será todo un reto", añadió.
Mientras, como anfitrión, Japón siente la presión de auspiciar un acuerdo que sea aceptable para los países en desarrollo e industrializados. Una ronda de negociaciones que organizó a último momento este mes no logró un acuerdo de transacción entre las distintas posiciones sobre las metas de cambio climático.
La UE pretende que los países en desarrollo se comprometan a reducir 7,5 por ciento para el 2005 y 15 por ciento para el 2010 las emisiones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso.
Washington, que considera la meta "ilusoria e imposible de lograr", propuso un objetivo más conservador al establecer que se reduzcan las emisiones al nivel de 1990 para el 2010.
Estados Unidos emite más de 25 por ciento de los gases de invernadero del mundo, la mayoría generados por la quema de combustibles fósiles, pero cuenta con menos de cinco por ciento de la población y genera 22 por ciento de la riqueza del planeta.
El país norteamericano es el mayor productor por habitante de dióxido de carbono.
El Grupo de los 77 países en desarrollo, compuesto por 131 estados, apoya, junto a China, la propuesta de la UE pero pretenden que las naciones en desarrollo recorten 7,5 por ciento para el 2005 las emisiones que tenían en 1990, 15 por ciento en el 2010 y 35 por ciento en el 2020.
El gobierno japonés propuso una reducción de cinco por ciento entre el 2008 y el 2012. Pero la fórmula también permitiría que las metas individuales de los países fueran menores.
Los activistas japoneses rechazaron la propuesta de Tokio y consideraron ridículo que el anfitrión de la conferencia climática se comprometiera sólo a una reducción de 0,5 por ciento del nivel de emisión en 1990.
Entre otras complicaciones se encuentra la insistencia de la UE de que se le permita "regular" sus emisiones. Esto implica que mientras las emisiones totales del bloque se limitarían al objetivo impuesto, los países por separado no tendrían que cumplir con la restricción y algunos podrían aumentarlas.
Por ejemplo, a Portugal se le permitiría aumentar 40 por ciento las emisiones por sobre el nivel de 1990 para el 2010, a España 17 por ciento y Francia mantendría la misma cantidad.
La semana pasada, la agencia de noticias Kyodo, de Japón, informó que Tokio estaba listo para aceptar el plan de la UE de reducir las emisiones de invernadero como grupo, pero con algunas "condiciones".
Las conversaciones de Kyoto también versarán sobre propuestas para permitir la comercialización de permisos de emisión de dióxido de carbono y la asistencia a los países en desarrollo para reducir sus emisiones.
El Grupo de los 77 y China propusieron un fondo de compensación para ayudar a los países en desarrollo perjudicados por el cambio climático, entre los que se encuentran la Alianza de Pequeños Estados Insulares.
Los estados insulares son los que corren mayor riesgo por el aumento del nivel de los mares que podría darse tras el aumento de la temperatura mundial y el derretimiento de los hielos polares.
La paradoja es que mientras el mundo se está preparando para las negociaciones en Kyoto, los países productores de petróleo se reunían en Indonesia para discutir el incremento de la producción del hidrocarburo. (FIN/IPS/tra-en/rj-js/js/aq-mj/en/97