TAILANDIA: Crisis financiera, crisis del modelo exportador

Tailandia cometió un gran error al seguir la senda de la industrialización orientada a las exportaciones, cuestionan académicos y políticos mientras la crisis económica afecta la vida cotidiana de los ciudadanos.

Bangkok fue testigo de semanas de protestas frente a la oficina del primer ministro, Chavalit Yongchaiyudh, conducidas por gente de negocios, estudiantes universitarios y obreros, en demanda de su renuncia.

Chavalit logró suavizar las protestas con un cambio radical del gabinete que convocó a 10 destacados tecnócratas a compartir el gobierno.

Las carteras económicas se entregaron a Kosit Panpiemras, alto ejecutivo del Bangkok Bank, como ministro de Defensa, y Som Jatusripitak, ex ejecutivo del Siam City Bank, como ministro de Comercio.

El primer ministro también dio un marco explícito para elecciones generales en febrero de 1998, tras la promulgación de leyes de reforma política para suplementar la nueva Constitución, aprobada por el parlamento en septiembre.

La devaluación de 40 por ciento del baht tailandés desde julio afectó severamente la economía de Tailandia, con inversiones cada vez menores, inflación y crecientes tasas de interés.

La devaluación afectó especialmente a empresas estatales y financieras que ya sufrían una caída del mercado previa a la devaluación.

Los planificadores económicos también debieron comprometerse con su necesidad de mantener medidas populistas intactas debido a las condiciones demandadas por el Fondo Monetario Internacional de un paquete de rescate de 17.200 millones de dólares.

Muchas empresas cerraron, generando desempleo a gran escala, mientras el índice de inflación creció a un nueve por ciento sin precedentes.

La orden del gobierno de suspender a 58 firmas financieras evitó que muchos negocios e individuos retiraran dinero, creando iliquidez.

La indignación del público alcanzó un punto crítico cuando el gobierno anunció un aumento en los precios del combustible hace dos semanas. La reacción de la gente fue tan fuerte que Chavalit se vio obligado a retirar la medida.

Como resultado, el ex ministro de Finanzas annunció que no se uniría al nuevo gabinete y los protestantes se reunieron diciendo que Chavalit no merece ser líder del país.

Resulta interesante que no hayan sido únicamente los obreros quienes se unieron para manifestar contra el primer ministro. Miembros de grandes grupos empresariales familiares que en el pasado apenas expresaban inclinaciones políticas se sumaron a las protestas.

Los empresarios desplegaron banderas y gritaron consignas, y sus representantes en el estrado demandaron una "persona apropiada" para el cargo de primer ministro.

La entrada a las demostraciones de la elite empresarial del país fue acompañada de la desaparición de los agricultores. Miles de ellos habían llegado a Bangkok en agosto para forzar al gobierno a escuchar las demandas de los productores rurales.

"Este es el fin del heroísmo en Tailandia", dijo Pibhop Dhongchai, secretario general de la Federación por la Democracia. "No es un individuo en particular que resolverá los problemas del país. Demandar que una persona sea reemplazada por otra nunca fue de ayuda", agregó.

La Federación por la Democracia, una red de ONG formada para respaldar el movimiento demócrata en el país, no se sumó a la manifestación de la semana pasada contra Chavalit.

En cambio, sus representantes se reunieron con el primer ministro para solicitarle la aprobación de leyes electorales que reformen el actual sistema del proceso electoral.

La Federación por la Democracia no quiere que el país pierda de vista las metas de largo plazo de la reforma política debido a la distracción causada por la presente crisis.

Los tres proyectos de reforma electoral, si son finalizados en noviembre, como prometió el primer ministro, estimularán mayor participación del público y un sistema de equilibrio en el próximo proceso electoral.

El tema de la participación política popular es tomado como la clave para determinar el modelo de desarrollo que Tailandia deberá adoptar en el futuro. Quizás la industrialización basada en la manufactura no es el camino apropiado, y es necesario prestar más atención al desarrollo de la agricultura en las áreas rurales.

Sanae Jamarik, conocido defensor de las políticas rurales, sostiene que años de imitar a los países industrializados llevaron al país a la bancarrota. Tailandia necesita fomentar la agricultura, reclama.

Srisawag Puawongpat, ex funcionaria de gobierno convertida en activista, afirma que, a menos que la gente tenga participación en la forma en que se orienta el desarrollo, Tailandia seguirá en crisis.

Banthorn Aondam, asesor del movimiento campesino tailandés, está de acuerdo. "La economía podría recuperarse, pero si las políticas siguen siendo las mismas, eso indica que no aprendimos nada de esta crisis. Es tiempo de pensar en alternativas, y la solución está en políticas que beneficien a nuestras villas". (FIN/IPS/tra-en/pd/lp/if-dv/97

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