La violencia contra los niños y niñas, tan antigua como el mundo, perdura en la comunidad actual, y solo un puñado de países han sancionado leyes que otorgan a los menores la misma protección que reciben los adultos ante la agresión.
En la mayoría de los estados subsisten los castigos violentos contra los niños, incluidos los azotes con instrumentos especiales, sostuvo una publicación dedicada al tema por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Cuanto más atrás se remonta en la historia, el nivel de cuidado de los niños era inferior y con toda probabilidad, en épocas pasadas los menores eran asesinados, abandonados, golpeados, aterrorizados y abusados sexualmente, dijo un historiador citado por la revista Innocenti Digest, de UNICEF.
El investigador, Lloyd deMause, sostuvo que esos patrones de violencia contra los niños no fueron notados por los historiadores porque "la historia seria era considerada como un registro de los hechos públicos y no de los privados".
Solo en las últimas décadas comenzó a admitirse la existencia de hechos de violencia física o mental contra niños, cometidos por sus padres o cuidadores, de acuerdo con Innocenti Digest, una revista editada por el Centro Internacional de Desarrollo del Niño, radicado en Florencia y dependiente de UNICEF.
El estudio de Innocenti Digest divide la violencia contra los niños según su origen: intrafamiliar y extrafamiliar.
La familia es la primera y más importante institución social para la crianza, educación y protección de sus miembros, pero a menudo puede convertirse en escenario de sufrimientos y violencia, señaló la publicación.
Paolo Basurto, director del Centro de Florencia, refirió esta semana que de 285 casos de homicidio de menores de 18 anos en Gran Bretaña, entre 1989 y 1991, el 13 por ciento fueron cometidos por extraños y 60 por ciento, por los padres.
Durante un seminario sobre niños discapacitados realizado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Ginebra, Basurto dijo que muchos sistemas legales definen todavía el infanticidio como un delito menor que el homicidio, aunque implique la voluntad de asesinar a un niño.
El infanticidio ha sido practicado como método brutal de planificación familiar y, según indicadores de la disparidad entre géneros de la población, aún subsiste en sociedades donde el niño tiene mayor valoración económica y social que la niña.
El estudio recordó que la falta de métodos apropiados y extendidos de registro de nacimientos coloca a los menores en riesgo de asesinato, secuestro, venta o desaparición.
El registro de los nacimientos constituye una forma esencial de protección, dijo la publicación, que reclamó también la aprobación de leyes que establezcan la obligación de investigar en detalle la muerte de niños y niñas.
Respecto a la violencia física, Innocenti Digest indicó que el castigo a los niños como forma disciplinaria, mediante golpes con garrotes o cinturones que causan heridas importantes, se mantiene amparado por la ley en las casas de familia de la mayoría de los países del mundo.
Setenta por ciento de las personas consultadas para una encuesta realizada en Barbados en 1987 aprobaron el castigo físico de padres a hijos. De ese grupo, 76 por ciento reconocieron que golpeaban a sus hijos con cinturones o correas.
En India, un sondeo entre estudiantes universitarios, en 1991, determinó que 91 por ciento de los varones y 86 por ciento de las mujeres habían sufrido castigo físico durante la niñez.
El 84 por ciento de los padres encuestados en Rumania, en 1992, aceptó que golpeaban a sus hijos como método normal de reprimenda. De ese total, el 96 juzgaba que la práctica no implicaba humillación.
En Gran Bretaña, uno de cada seis niños reconoció en 1995 que había recibido castigos físicos graves.
De 3.232 familias de Estados Unidos entrevistadas en 1985, el 89 por ciento de los padres admitieron que en el año anterior habían golpeado a sus hijos de tres años de edad. Entre adolescentes de 15 a 17 años, el castigo físico recibido alcanzó a un tercio.
El experto Peter Newell prescribió en la publicación que en sus programas para la infancia, los estados deben incluir planes sistemáticos para reducir y prevenir la violencia.
Una intervención temprana resulta vital para prevenir el desarrollo de actitudes y acciones violentas en la infancia y en los años posteriores, dijo Newell.
Sin embargo, las estrategias contra la violencia deberán ser positivas y planeadas de manera cuidadosa. De lo contrario, ocasionarán efectos negativos, advirtió el investigador.
En ciertos casos, los temores irreales a la violencia pueden conducir a una cerrazón mental, a la desconfianza de la comunidad y a una reducción de la libertad y del movimiento de los niños.
Innocenti Digest observó que la Convención sobre Derechos del Niño, aprobada por la asamblea general de la ONU en 1989, contiene principios y valores claros para la protección de la infancia ante la violencia.
La Convención fue ratificada por todos los países del mundo, con excepción de Somalia y Estados Unidos.
Innocenti Digest tomó su nombre del edificio de un antiguo hospital de Florencia, el "Ospedale degli Innocenti", construido en 1445, donde ahora tiene su sede el Centro Internacional de Desarrollo del Niño. (FIN/IPS/pc/ff/hd/97