El presidente Bill Clinton anunció hoy una iniciativa para enviar inspectores al exterior con el fin de asegurar que las empresas que exportan alimentos a Estados Unidos cumplan con las normas estadounidenses de seguridad.
La propuesta, emitida en reacción a la creciente preocupación del público por la seguridad de los productos alimenticios, permitirá a la Administración de Drogas y Alimentos (FDA)prohibir importaciones de frutas, verduras y otros productos procedentes de cualquier país que no se ajuste a las normas, explicó Clinton.
Además, aquellos gobiernos o empresas que se nieguen a permitir las inspecciones de la FDA no podrán exportar productos alimenticios a Estados Unidos, de acuerdo con una declaración de la Casa Blanca emitida después del discurso del mandatario.
"Con estas medidas, nos aseguraremos de que ninguna fruta u hortaliza cruce nuestras fronteras, entre en nuestros puertos o llegue a nuestra mesa sin cumplir con las mismas normas estrictas que deben cumplir los productos cultivados en Estados Unidos", destacó Clinton.
La administración solicitará al Congreso unos 25 millones de dólares para enviar los inspectores al extranjero, informaron funcionarios de gobierno.
El presidente negó que los inspectores vayan a actuar como una "policía mundial de alimentos" o a complicar las relaciones comerciales con otros estados.
"Nuestra intención no consiste en afectar injustamente a productores extranjeros de alimentos para nuestro país, ni les pedimos que cumplan normas que nosotros no cumplimos", puntualizó.
No obstante, "no estoy interesado en comerciar con productos que puedan enfermar a los estadounidenses", aclaró Clinton.
Organizaciones de consumidores acogieron con beneplácito la iniciativa del gobierno. Diana Neidle, analista de política pública de la Federación de Consumidores de Estados Unidos, calificó el anuncio como "un muy buen comienzo".
"La FDA no ha tenido el dinero necesario para hacer lo que se debe hacer", afirmó Neidle, y agregó que el público estadounidense consume ahora más alimentos importados que nunca.
Las importaciones de alimentos se duplicaron en los últimos cinco años al alcanzar las 30.000 millones de toneladas anuales. Cerca de 38 por ciento de todas las frutas y 12 por ciento de todas las hortalizas consumidas en Estados Unidos fueron importadas en 1996, según fuentes gubernamentales.
Gran parte de esas importaciones proceden de países en desarrollo, especialmente de América Latina y el Caribe, donde se realizaron fuertes inversiones en cultivos de exportación que podrían ingresar al enorme mercado estadounidense con aranceles reducidos, según la Iniciativa para la Cuenca del Caribe.
Aunque la cantidad de alimentos importados se duplicó, la capacidad de los inspectores para controlar las importaciones se redujo.
Por ejemplo, en 1992 la FDA examinó 30.000 productos alimenticios, pero en 1996 el número disminuyó a poco más de 15.000.
Al mismo tiempo, aumentaron los casos de intoxicación por alimentos, de acuerdo con las autoridades sanitarias, que expresaron en los últimos años una creciente preocupación por el impacto de la globalización en el suministro de productos alimenticios a Estados Unidos.
En 1994, por ejemplo, el Centro Estadounidense para el Control de Enfermedades señaló que "a medida que se realizan acuerdos comerciales y económicos como el TLC, la globalización de los suministros de alimentos tiene un creciente impacto sobre las enfermedades de origen alimentario".
El TLC es el acrónimo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, celebrado entre Estados Unidos, Canadá y México. Desde que el acuerdo entró en vigor en 1994, México aumentó 40 por ciento sus exportaciones de frutas y verduras a Estados Unidos.
Una lista de productos causantes de intoxicaciones publicada en un reciente artículo del diario The New York Times incluye frambuesas de Guatemala, zanahorias de Perú, fresas y cantalupos de México, leche de coco de Tailandia y hongos de China.
Un caso particularmente dramático ocurrió el verano boreal último, cuando se descubrió que un brote de hepatitis que afectó a cientos de escolares mexicanos fue causado por fresas contaminadas cultivadas en México y procesadas en California.
Aunque las autoridades aún no determinaron dónde tuvo lugar la contaminación, el caso generó oposición a los esfuerzos de Clinton por ganar autoridad para negociar por la "vía rápida" nuevos acuerdos comerciales con países latinoamericanos.
Algunos analistas consideran que la nueva iniciativa de Clinton se vincula directamente con su campaña por la vía rápida.
Si el gobierno logra neutralizar la preocupación pública por la seguridad de los alimentos, "habrá eliminado una de las armas más poderosas que tiene la oposición en su arsenal", opinó un colaborador del Congreso. (FIN/IPS/tra-en/jl/ml/ip/97