DESARROLLO: Día Mundial de Alimentación revisa política del arroz

El Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI) avanzó para garantizar la seguridad alimentaria, afirma un libro publicado en concidencia con el Día Mundial de la Alimentación, que se celebra hoy.

La "Revolución Verde" tuvo altos costos, pero el IRRI permanece atascado en una cultura de principios tecnológicos, destacó el libro "Oryza Narivana?", editado por el Instituto Regional Asiático de Educación Comunitaria (SEARICE).

Tras revisar el trabajo del IRRI, situado en Los Baños, al sur de Manila, los autores afirman que el instituto no aprendió suficiente de los errores de la Revolución Verde.

El IRRI aún está muy orientado al rendimiento de las cosechas, con pocos puntos sobre el impacto ambiental, y al producto y no al fortalecimiento de los agricultores. Además, aún depende del conocimiento "experto" y las semillas extranjeras en lugar de potenciar la sabiduría tradicional de los productores.

Aunque fue invitado al lanzamiento del libro, el IRRI no envió un representante, y su director general saliente, George Rothschild, dijo que los puntos de vista de los autores son "conocidos y bien divulgados".

Los autores son Nicanor Perlas, del Centro para el Desarrollo de Alternativas, con sede en Manila, y Renee Vellve, de la oficina en Filipinas de Acción Internacional por los Recursos Genéticos (GRAIN).

Grandes partes de Asia, que consume 90 por ciento de la producción total de arroz, están plantadas con variedades desarrolladas por el IRRI, que a mediados de los años 60 logró duplicar la producción en el continente.

Varios países asiáticos lograron ser autosuficientes en arroz en la ola de la Revolución Verde, pero el uso intensivo de pesticidas y sustancias químicas hizo que las cosechas fueran devastadas por pestes y enfermedades y la tierra se dañara.

A partir los años 70, algunas pestes afectaron Fiplipinas, Tailandia, Indonesia, Vietnam y Camboya. El IRRI entonces encontró una variedad resistente a estas pestes, una especie silvestre nativa de India llamada "oryza nivara".

Pero en los años 80, la resistencia de este tipo de arroz también se agotó. El título del libro "Oryza Nirvana?", apela a un juego de palabras para cuestionar si el IRRI no está buscando un nirvana intangible.

En los 80, el IRRI intentó amoldarse a los temas de la sustentabilidad y la igualdad, y en los 90 introdujo reformas, restando importancia a las sustancias químicas como forma de control automático de pestes, planteando una gestión integrada de las pestes y el interés de trabajar con los agricultores.

Pero la cuestión que encara el libro es "si somos testigos de un cambio de fachada institucional, en lugar de una redirección fundamental de las operaciones del IRRI", destacaron Perlas y Vellve.

Los críticos señalan que el Instituto no ha abandonado el uso de los fertilizantes químicos, y busca usarlos "efectivamente", una situación que algunos denominan una contradicción.

Científicos del IRRI están ocupados trabajando en un "super arroz" que rendirá hasta 15 toneladas por hectáreas, y diseñan una planta de "semillas directas" que evite el trabajoso transplante de semillas.

Estos esfuerzos son nuevas señales de que a pesar de la presión del público y los donantes, IRRI no se distanció mucho de sus conceptos originales, "elevar el rendimiento de la planta de arroz para alimentar a una población en constante crecimiento".

Los autores aseveran que el IRRI se considera como un experto científico con un conocimiento superior al de los agricultores. Esta actitud ayudó a impulsar la dependencia entre agricultores.

Los críticos afirman que los costos de la Revolución verde incluyen la erosión genética y la desaparición de arroces silvestres que los agricultores habían convertido en variedades de alto rendimiento.

Esta erosión se produce porque los agricultores son atraídos u obligados a las variedades modernas por los créditos y esquemas de irrigación disponibles para estos tipos de arroz, o por las fuerzas del mercado.

En Indonesia, no menos de 1.500 variedades locales de arroz se extinguieron en un período de 15 años. La pérdida de diversidad genética hace a las cosechas más susceptibles a grandes daños, y debilita la base alimentaria de una región que cultiva arroz desde hace al menos 7.000 años.

IRRI se propone contribuir a la conservarción con el mayor banco genético de arroz, el cual es usado para investigar o entregar a los países que sufren pérdidas en sus propias colecciones.

Pero los autores del libro sostienen que los esfuerzos del IRRI no son siempre bienvenidos, porque sus críticos creen que su excesivo enfoque en el aumento del rendimiento y la productividad recortó la diversidad genética del arroz.

"En un esfuerzo por separar el germoplasma de las fuerzas culturales que crearon la increíble diversidad de arroz de Asia, IRRI ofrece muy poco en términos de seguridad, a excepción quizás de un sentido mecánico de almacenar genes para superar problemas catalizados por el propio IRRI", afirman.

El peligro es que "cuando necesitemos esa diversidad genética en el futuro, habremos erosionado nuestra capacidad de producir las variedades tradicionales", dijo Perlas al lanzar el libro. (FIN/IPS/tra-en/js/ral/lp/en-dv/97

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