CUBA: Ni la visita del Papa se salva de la crisis

Ni siquiera el viaje del Papa Juan Pablo II, previsto para enero próximo, escapa de los efectos de la crisis económica que vive Cuba desde 1990.

La incertidumbre reina aún alrededor de temas prácticos como el transporte de las personas a las misas del Santo Padre, el aseguramiento para los peregrinos y las condiciones de alojamiento y alimentación de los que viajen desde otros países.

La visita del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y jefe del estado Vaticano a Cuba es la primera de tan alto nivel desde que la isla enfrentó la violenta caída de su economía a inicios de esta década y, al parecer, el gobierno no cuenta con suficientes recursos para enfrentarla.

Así trascendió tras una visita de una semana a La Habana del jefe de la Sala de Prensa del Vaticano, el español Juan Navarro Valls, quien mantuvo una entrevista de casi seis horas con el presidente Fidel Castro.

Para el viaje del pontífice a la isla hay carencias materiales "cuya causa depende de difícultades conocidas y ajenas a la voluntad" del gobierno cubano, afirmó Navarro en una declaración leída ante la prensa este domingo.

"Algunas de esas dificultades son independientes de las autoridades del país", subrayó el portavoz de la Santa Sede sin precisar si estaba aludiendo a los efectos de la política de bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba.

Juan Pablo II visitará la isla en momentos en que la economía nacional emite algunos signos de reanimación tras una crisis que provocó la caída de 34,8 por ciento del producto interno bruto entre 1989 y 1993.

La visita fue acordada personalmente entre el Papa y Castro el 19 de noviembre de 1996 durante una entrevista que sostuvieron los dos estadistas en la sede del Vaticano, en Roma.

Pero a casi un año de aquel encuentro, las condiciones han cambiado sustancialmente en este país que vive un nuevo retroceso de sus indicadores económicos.

En 1996 la economía parecía seguir un curso seguro hacia la recuperación y tras un crecimiento de la producción de azúcar, de 3,3 millones de toneladas en 1995 a 4,4 millones, finalmente terminó con un crecimiento del PIB de 7,8 por ciento.

Con los primeros meses de este año los pronósticos económicos fueron apuntando a la baja y las autoridades reconocieron este mes que la economía crecerá este año alrededor de dos por ciento, muy por debajo de la previsión inicial de cinco por ciento.

Aunque Navarro evitó precisar cuáles son "los problemas pendientes" en aras de facilitar la búsqueda de una solución "conjunta" entre la Santa Sede y el gobierno cubano, estimó que podrían resolverse en los próximos tres meses.

El programa de la visita de Juan Pablo II a Cuba se extiende del 21 al 25 de enero de 1998 e incluye misas en cuatro plazas públicas, la última de ellas en la de la Revolución, en La Habana.

En Santiago de Cuba, 970 kilómetros al este de La Habana, el Papa coronará a la Virgen de la Caridad del Cobre, considerada la patrona de la isla y venerada en los ritos afrocubanos como la diosa Ochún.

Pero la asistencia a las misas podría verse afectada por las limitaciones de transporte y combustible que enfrenta la isla y que las autoridades católicas cubanas tampoco podrían satisfacer sin un esfuerzo extra del Vaticano.

Más allá del déficit de gasolina, que en la isla sólo se vende en dólares o se asigna de forma racionada a organismos del Estado, está la realidad del parque automovilístico para transporte masivo de pasajeros, que se redujo sustancialmente en los últimos años.

Los asistentes desde otras provincias, o incluso municipios cercanos, no sólo demandarían de los aseguradores el transporte sino otras garantías como la alimentación, agua potable y servicios sanitarios.

En esta coyuntura observadores locales estiman que se hará un gran esfuerzo por garantizar la asistencia a las misas de los católicos practicantes y quedará así descartada una gran masa de peregrinos o simples curiosos.

Quizás la única excepción sea La Habana, una ciudad donde viven 2,2 millones de personas y las distancias no son tan largas por lo que la falta de transporte no impediría el traslado a pie de miles de personas hasta la Plaza de la Revolución.

A los problemas de "carácter material" se suman otras tensiones que rodean los preparativos de la visita papal y que incluyen viejos temas polémicos en las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado, como el acceso a los medios de comunicación masiva.

Cuando sólo quedan tres meses para la llegada del Papa no se conoce aún si la población cubana podrá disfrutar de la transmisión en vivo de las misas del Santo Padre y de sus actividades públicas en cuatro privincias del país, como lo han solicitado las autoridades católicas.

En Cuba los medios de comunicación están en manos del Estado y el acceso de la Iglesia Católica a la televisión, la radio y la prensa escrita se consideró entre las principales demandas que acompañaron al anuncio de la visita del Papa para 1998.

El secretario de Estado del Vaticano, Jean Louis Tauran, dijo en octubre de 1996 durante una visita a La Habana que, además de espacios en los medios, la Iglesia Católica desearía, incluso, "tener medios propios" en la isla.

Con el paso de los meses, la prensa cubana aumentó sus informaciones sobre temas vinculados a la Iglesia Católica y la vista del Papa pero no concedió espacios para difundir información especialmente preparada por periodistas vinculados a las autoridades eclesiásticas.

Uno de los pedidos sin respuesta hasta el momento es el de que el cardenal cubano Jaime Ortega pueda dirigir por la televisión estatal un mensaje a los católicos como complemento de un grupo de homilías al aire libre que está realizando, previa autorización oficial.

Se mantendría también detenida la entrega de visas de entrada a Cuba para sacerdotes y religiosas, tras un primer gesto de unos 40 permisos otorgados el pasado año.

En Cuba la Iglesia Católica cuenta con unos 280 sacerdotes, 31 diáconos, 470 religiosas y 25 religiosos, cifra considerada "insuficiente" para el trabajo evangélico.

A pesar de la promoción del ateísmo durante casi cuatro décadas y de la inexistencia de escuelas católicas, en la isla se observa un aumento significativo de la asistencia a los templos.

Expertos locales vinculan el crecimiento de los católicos practicantes a la decretada tolerancia del gobernante Partido Comunista hacia las creencias religiosas y a la incertidumbre que provocó en la población la crisis económica de los últimos años. (FIN/IPS/da/dg/ip/97

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