El Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica dio hoy el banderazo de salida a la campaña política que culminará el primer domingo de febrero con la elección del próximo jefe de Estado, dos vicepresidentes, 57 diputados y 2.040 representantes en gobiernos municipales.
El presidente del Tribunal, Rafael Villegas, hizo un llamado a los ciudadanos a ejercer su derecho al voto cuando sólo faltan cuatro meses para la elección y la mayoría de los votantes se muestra indiferente a la contienda.
El presidente José María Figueres, por su parte, pidió a la población no alterar la tradición pacífica de las campañas electorales costarricenses.
A la vez, hizo el traslado simbólico de la Fuerza Pública, constituida por guardias civiles, rurales y la policía, al tribunal electoral, como es también tradición.
La ministra de Seguridad, Laura Chinchilla, afirmó que el traslado de mando significa, más bien, que el Tribunal puede contar con las fuerzas de seguridad de que dispone el país para evitar desórdenes y garantizar una elección transparente.
En la contienda participan 14 partidos inscritos a escala nacional, nueve provinciales (para diputados y ediles) y nueve cantonales (sólo para ediles).
Aunque hay 11 candidatos a ocupar la presidencia de la República, en la realidad sólo tienen opción de llegar al poder los representantes de los partidos mayoritarios que han conformado el sistema bipartidista de Costa Rica.
Se trata del candidato por el gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), José Miguel Corrales, y de su contrincante del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Miguel Angel Rodríguez.
Diversas encuestas dan hasta ahora una ligera ventaja a Rodríguez, que lograría el apoyo de entre 26,9 y 32 por ciento de los electores, mientras su adversario socialdemócrata se ubicaría entre 22 y 26,4.
Según el Tribunal, en estas eleccciones podrán votar 2,04 millones de costarricenses. Se calcula que el abstencionismo sería ligeramente superior al tradicional 18 por ciento.
Hasta hace pocos meses las encuestas mostraban que un porcentaje mayoritario de la población votante no tenía preferencias o no se sentía representada por ningún partido.
Sin embargo, esa tendencia se ha dado en la mayoría de procesos anteriores y baja sensiblemente en el mes que precede los comicios.
"Puede que tengamos un poquito más de abstencionismo que en otras oportunidades pues se ha dado una campaña desleal para el país, manifestando que no hay por quién votar", dijo Villegas.
La población costarricense muestra en general gran desencanto con la gestión de los dos partidos mayoritarios, que no logran llevar al país a un proceso de estabilidad y desarrollo a pesar de 15 años de programas de ajuste, y cuya credibilidad ha sido fuertemente golpeada por casos de corrupción.
En encuestas hechas por la televisión aparece una tendencia a favorecer a partidos pequeños y casi desconocidos, lo que podría derivar en una Asamblea Legislativa con un poder mucho más distribuido.
Dos hechos específicos terminaron de empañar la imagen de los partidos mayoritarios.
Por un lado, el viaje que hizo en junio el socialcristiano Rodríguez a México para reunirse con el empresario Carlos Hank González, a quien se ha pretendido vincular con el narcotráfico o con casos de corrupción en el partido gobernante en ese país.
En la otra tienda, la convención interna que eligió como candidato a Corrales estuvo plagada de denuncias de fraude, comprobadas posteriormente, aunque no se atribuyó ninguna responsabilidad al candidato.
El PLN ha sido además muy golpeado por constantes y comprobados actos de corrupción durante el gobierno de José María Figueres, que concluye su gestión en mayo de 1998.
Corrales, distanciado del gobierno de Figueres, emprendió una cruzada para depurar el partido, que culminó el fin de semana pasado con la separación de tres candidatos a diputados que habían sido cuestionados por supuestos actos irregulares.
El postulante por el partido en el poder entra así a la contienda debilitado por las luchas internas y con un programa de gobierno aún sin concluir.
El candidato del PUSC cuenta a su favor con que su partido ya definió su programa, pero debe arrastrar la imagen de un empresario mexicano poco "recomendable". (FIN/IPS/mso/dg/ip/97)