CHINA: Medios dedican poco espacio a la gira de Jiang por EE.UU

Pocos supieron en China que el presidente Jiang Zemin lució un sombrero colonial en Williamsburg, que se zambulló en las aguas del océano Pacífico ni que cantó en Hawaii acompañado de la esposa del gobernador a la guitarra en su visita a Estados Unidos.

Esto se debe a que los medios de comunicación estatales de China se dedicaron solo a informar sobre los actos oficiales del viaje, como las ceremonias y sus reuniones con el presidente estadounidense Bill Clinton.

La prensa y la televisión de China no mostraron al mandatario en los momentos de esparcimiento, ni tampoco las protestas que lo recibieron desde el momento en que puso pie en Hawaii, primera escala de su viaje, y se reiteraron en Los Angeles y Washington.

"¿De veras nadó? Me imagino que lo hizo para demostrar a los estadounidenses que está en buen estado físico. Ellos le prestan atención a esas cosas", dijo Li Jianguo, una profesora de enseñanza media que mostró cierto embarazo por su desinformación.

La figura de Jiang cantando y bromeando, un intento, al parecer, de quebrar su imagen de hombre duro cegado por la ideología, fue oculta al público chino, que, en cambio, vio discursos solemnes, alfombras rojas, una salva de 21 cañonazos y a los dos presidentes estrechando sus manos.

La maquinaria propagandística china trata de construir una imagen de estadista mundial que desarrolla una "misión histórica" similar a la visita en 1979 del fallecido patriarca comunista Deng Xiaoping.

Deng fue el encargado de informar al público estadounidense, diez años antes de la masacre en la plaza de Tiananmen, que la locura de la Revolución Cultural había terminado y que las relaciones entre Beijing y Washington avanzaban por una nueva senda.

El diario gubernamental China Daily calificó a Jiang de estadista capaz "de permanecer aun después del colapso del monte Taishan", una de las siete montañas sagradas del gigante asiático.

La revista Beijing Review comparó la visita del actual presidente con las gestiones del fallecido fundador del comunismo chino Mao Zedong en 1972 tendientes a "acabar con más de 20 años de asperezas entre China y Estados Unidos a través de la diplomacia del 'ping pong"'.

Pero la campaña publicitaria que acompaña la visita de Jiang a Estados Unidos es muy diferente en magnitud a la que rodeó otras instancias trascendentes ocurridas en los últimos meses.

En comparación con la entrega de Hong Kong de Gran Bretaña a China el 30 de junio, cuando la televisión y los diarios estatales se dedicaron con tesón durante varios meses a alabar la visión y el esfuerzo de Deng y Jiang, el espacio destinado a la visita a Estados Unidos parece escasísimo.

"Ellos no quieren una visita ruidosa. Y, con franqueza, tampoco es necesario. China ya no es más un país débil y melindroso", dijo el estudiante de historia Zhang Jinglong.

Sin embargo, Beijing no deja de dar importancia a la visita de Jiang a Estados Unidos, la primera de un jefe de estado chino en 12 años, si bien denota al mismo tiempo que se trata del líder de un país que se enfrenta con éxito al mundo y que toda la pompa y los honores avalan esa línea de conducta.

Pero si se pregunta a los residentes en Beijing sobre la cumbre chino-estadounidense, muchos contestarán que no les interesa la política.

Xiao Liu, quien vende batatas en un puesto callejero, dijo que trabaja hasta tarde y no tuvo, por lo tanto, tiempo para leer los diarios. "Además, siempre informan sobre lo mismo", ironizó.

Xiao tampoco sabe ni quiere saber si, como resultado de la cumbre, Beijing liberará a disidentes políticos presos como Wei Jingsehg, el más conocido de ellos. "Sí, he escuchado algo sobre Wei Jinsheng, pero no mucho", dijo, y corrió a atender al próximo cliente.

Los medios de comunicación oficiales de China omitieron en su cobertura todas las protestas que rodearon la visita de Jiang desde Honolulu a Washington, pasando por Los Angeles.

Todas las referencias al espinoso problema de los derechos humanos se remitían a mencionar las diferencias culturales que generaban distintas interpretaciones al respecto.

Un profesor de la Universidad de Beijing que reclamó reserva sobre su identidad dijo no creer en la sinceridad de las gestiones de Estados Unidos a favor de la democracia en China.

"No creo que Washington quiera, en realidad, ver una China democrática. Todo lo que quieren es que caiga igual que la Unión Soviética. Estados Unidos no comprende a China. Nosotros necesitamos mano dura", dijo. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/mj/ip/97

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