El gobierno de China reconoce poco a poco el valor de la educación, tras décadas de perseguir a los intelectuales, mientras las reformas económicas dejan a miles de obreros estatales en la calle y se extingue la seguridad laboral.
A medida que los obreros ven acabar la política del "tazón de arroz lleno" que ofrecía seguridad en materia de pleno empleo y bienestar social, aumentan las plazas de trabajo intelectual, así como su paga y sus beneficios.
Durante décadas, los mejor educados obtenían menor salario en China. La docencia estaba en tercer lugar entre los empleos estatales peor pagados hace cinco años. En áreas rurales, los profesores ganaban aun menos que los trabajadores analfabetos.
También hace cinco años, un profesor en Beijing ganaba menos de 250 yuanes (30 dólares estadounidenses) al mes, aun peor que los obreros, que, en promedio, ganaban 350 yuanes (42 dólares).
Pero la Oficina de Estadísticas del Estado reveló que desde 1990 el salario de los empleados urbanos se ha vinculado cada vez más con su educación y adiestramiento profesional, en contraste con el sistema maoísta tradicional que favorecía el trabajo obrero sobre el intelectual.
Según la oficina, un empleado educado en la universidad ganaba en 1990, en promedio, 20 por ciento más que un obrero. En 1996, esta diferencia se había elevado a 70 por ciento.
La nueva elite no se compone de "obreros modelo" sino de "ingenieros" o personas que cuentan con títulos equivalentes cuyo salario más que duplica hoy el de los trabajadores promedio.
Aunque los profesores figuran aún entre los peor pagados entre los empleados educados, la brecha entre sus salarios y los de los obreros se achicó de forma considerable en los últimos cinco años. Los beneficios, como viviendas ofrecidas por el estado, también mejoraron para ellos.
Se trata de medidas adoptadas para frenar la fuga de cerebros al creciente sector privado.
En contraste, las reformas de las empresas que sufren pérdidas finaniceras han supuesto el deterioro de los beneficios educativos, de salud y de vivienda ofrecidos a sus trabajadores.
Estos beneficios se vinculan cada vez más con la calificación académica y profesional. El gobierno comenzó a promover a los funcionarios con mejor educación, sistema calificado de más "meritocrático".
Antes, los ascensos y promociones en el sector estatal se obtenían a través de conexiones personales y favores, lo que se prestaba al abuso y tenía efectos perjudiciales sobre la eficiencia y la calificación.
Las mejoras para los más educados son tan marcadas que algunos trabajadores poco calificados que a la vez son dirigentes del gobernante Partido Comunista usan su poder para obtener títulos, e incluso pagan por ellos, según la Comisión Estatal de Educación de Beijing.
Pero la lealtad al partido resulta hoy insuficiente. Los títulos académicos y la escolaridad sono lo que determina el respeto, las promociones y los beneficios sociales.
Una circular de la Comisión Estatal de Educación de Beijing informó este año que títulos como "profesor" e "investigador" no son válidos a menos que sean emitidos por las autoridades académicos de instituciones reconocidas, una advertencia dirigida a acabar con el uso fraudulento de esos documentos.
La influencia de los académicos aumenta. Los líderes políticos resolvieron promover la "democracia científica". En la cúpula se advierte que el sobrepresupuestado sector estatal sólo logrará eficiencia si atrae a los más educados para encontrar soluciones.
"Los líderes políticos establecerán más canales para recoger ideas de la academia", dijo Zhang Zimin, de la Academia China de Ciencias Sociales y asesor del Politburó comunista.
Mientras continúan las reformas económicas, "no solo los altos líderes necesitan usinas de ideas", pues también "los gobiernos, y a varios niveles, requieren cerebros para diseñar planes de desarrollo", agregó Zhang.
Los grandes proyectos involucran ahora a expertos. Miembros de la Academia China de Ciencias Sociales viajaron a Chonqing, donde se efectuarán experiencias piloto de desarrollo. Otro grupo viajó a la zona circundante de la represa de Tres Gargantas para prever el impacto socioeconómico del ingenio.
Las universidades sienten aún el férreo control del Partido Comunista y la libertad de expresión no es norma entre los intelectuales. Pero las instituciones son capaces de vender sus conocimientos en el mercado para mejorar sus magros presupuestos, lo que mejora la situación laboral dentro de ellas.
Además, la percepción popular cambió por completo. En parte debido a la política poblacional de un solo hijo, los padres están dispuestos a invertir lo máximo posible en educación.
Hace apenas una década, los niños de las familias rurales más pobres decían con orgullo que abandonaban los estudios para convertirse en obreros.
Pero un estudio reveló este año que 95 por ciento de los alumnos de la enseñanza elemental de la provincia de Hunan procuraban abrirse un futuro en los sectores comercial, financiero y cultural. Entre sus opciones también figuraban la investigación científica y la atención médica.
"Los entrevistados decían con mucha candidez que no tendrían futuro, categoría ni dinero como obreros o campesinos. Varios sostuvieron que quienes elegían esos trabajos tenían problemas mentales", según un despacho de la agencia estatal de noticias Xinhua.
Los obreros y campesinos son "inútiles e incapaces", según 44 por ciento de los encuestados.
En tanto, muchos padres que son ellos mismos trabajadores o campesinos afirman que "gastarán todo el dinero necesario para asegurarse de que su descendencia no acabe en la misma situación de ellos", según la revista estatal Fin de Semana. (FIN/IPS/tra- en/ys/ral/mj/ed lb pr/97