Flexibilizar la legislación brasileña para permitir el contrato temporal, la jornada variable y otras modalidades de trabajo, es "indispensable" para contener el desempleo, según los industriales, que lanzaron hoy una ofensiva por aquel objetivo.
La campaña se basa en un estudio de la Confederación Nacional de la Industria (CNI) que analiza la caída de 33,9 por ciento del empleo industrial en Brasil en el período 1989-1996, con la pérdida de cerca de un millón de fuentes de trabajo directamente vinculadas a la producción del sector.
La reducción del personal empleado persistió incluso en el período reciente de expansión productiva de la industria, a partir de 1993, observa el estudio. Eso se debe a la apertura del mercado, que estimuló importaciones y obligó a la industria a reestructurarse, adoptar nuevas tecnologías y aumentar su productividad.
Generar nuevos empleos exige, además de crecimiento sostenido de la economía, cambios en las relaciones laborales, excesivamente rígidas y afectadas por la "fuerte intervención del Estado", según el economista jefe de la CNI, José Guilherme Reis.
"El nuevo paradigma de producción es incompatible con una legislación laboral inflexible", afirma el documento divulgado este martes por el gremio industrial.
El estudio argumenta que los países con flexibilidad para contratar, despedir y remunerar su mano de obra son los que presenten menores índices de desempleo, como los "tigres" de Asia, Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Holanda.
En la otra punta están los sistemas rígidos de Alemania, Bélgica, Francia e Italia, con índices superiores a 12 por ciento.
Argentina y España, que flexibilizaron sus leyes pero presentan un desempleo de 17 y 22 por ciento respectivamente, no anulan el argumento, afirmaron los economistas de CNI, porque los cambios en esos dos países tienen sólo dos años, un tiempo insuficiente para producir efectos visibles.
La legislación laboral brasileña es también contraproducente por la cantidad de procesos judiciales que provoca. Hay 2,5 millones de demandas acumulados en los tribunales laborales de Brasil, frente a 75.000 en Estados Unidos y sólo 1.000 en Japón, destacó José Pastore, profesor de la Universidad de Sao Paulo y asesor de la CNI.
El sistema estimula el disenso y el conflicto, no la negociación, hipertrofiando la Justicia del Trabajo, advirtió Pastore.
Mientras, las centrales sindicales proponen la reducción de la jornada semanal de trabajo como forma de generar nuevos empleos. Una de esas organizaciones, la Fuerza Sindical, acepta incluso un pequeño descuento en los salarios, como compensación.
La CNI considera "equivocada" la propuesta sindical, porque aumentaría costos, afectando la competitividad y provocando la pérdida de producción y de empleos, un efecto al revés, especialmente en economías abiertas.
El aumento de la productividad podría evitar la elevación de costos, pero también anularía el intento de generar empleos, agregó la organización nacional de las empresas industriales.
El senador Fernando Bezerra, presidente de la CNI, reclamó la aceleración de las "reformas estructurales" que se tramitan en el parlamento y que, además de las cuestiones laborales, proponen modificaciones en el sistema tributario, la seguridad social y la administración del Estado.
Son cambios fundamentales para asegurar una sana expansión de la economía brasileña, condición básica para recuperar el empleo, argumentó el senador.
Un proyecto del gobierno, también en discusión en el Congreso, busca flexibilizar un punto de la ley laboral brasileña, instituyendo el contrato temporal de trabajo.
La Central Unica de Trabajadores (CUT, principal organización sindical del país) criticó la propuesta como un nuevo factor de "precarización del empleo", un proceso acentuado por la gran l reducción de puestos de trabajo en la industria en la década actual.
La CUT considera que el mercado de trabajo brasileño "ya es muy flexible" y eso se comprueba con las estadísticas, que consignan una rotación anual de 37,1 por ciento de los trabajadores formalmente empleados, destacó Carlos Augusto Gonzalves, economista de la central, .
En 1995, por ejemplo, según datos del instituto oficial de estadística, de los 24 millones de empleados formales en el país, 9,4 millones dejaron su empleo, dos tercios por despido, y 8,9 millones fueron contratados.
En Estados Unidos, que la CNI apunta como ejemplo de flexibilidad, la rotación se limita a 14 por ciento.
Además, los salarios brasileños son muy bajos, la mitad de los trabajadores de empresas privadas no están legalmente registrados y la mayoria de la población económicamente activa no tiene empleo formal, argumenta la CUT. (FIN/IPS/mo/ff/lb/97