Los patrones comerciales que siguen el modelo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) poco hacen por el desarrollo de América Latina, y dejan sin sustento a los trabajadores de la región.
El mensaje fue entregado por expertos latinoamericanos a legisladores estadounidenses, quienes evalúan la solicitud del presidente Bill Clinton de la potestad mediante la "vía rápida" para negociar pactos comerciales, y a los sindicatos norteamericanos que se oponen al pedido.
"Existe la creencia de que las pérdidas de Estados Unidos (bajo el TLC) han sido ganancias para México y que las habrá también para Chile, pero ese no es el caso", sostiene Carlos Heredia, parlamentario mexicano del opositor Partido Revolucionario Democrático (PRC).
El economista y ex ministro de Finanzas desafía la noción de que el TLC es una herramienta de Estados Unidos para ayudar a otros países, y que la promoción del comercio es una forma de mejorar las condiciones de vida en esos países.
"Por el contrario", alega Heredia, "la polarización de nuestro país y nuestra economía empeoró", así como las condiciones ambientales.
El parlamentario responsabiliza de la situación a las políticas de ajuste estructural en vigor desde comienzos de los años 80 en función del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, y agregó que "el TLC aceleró el deterioro".
El pacto comercial, al igual que el ajuste, "beneficiaron sólo a un pequeño círculo de personas, en su mayoría elites políticas y económicas pertenecientes a los sectores exportador y financiero dominados por el dólar, en detrimento del mercado interno, donde vive el grueso de los trabajadores y consumidores.
A fin de este mes, Clinton visitará América Latina sin autoridad de la vía rápida, a pesar de esfuerzos del gobierno demócrata por forjar una alianza en el Congreso de mayoría republicana.
Si Clinton no logra la aprobación antes del receso de las cámaras, posiblemente a fin de mes, tendrá que intentar nuevametne en 1998, año de elecciones para el Congreso, cuando el ambiente en el Capitolio estará más partidizado.
Al presionar por la vía rápida, Clinton presenta a Chile como "un ejemplo del futuro que aguarda a América Latina".
Pero el economista chileno Fernando Leiva está en desacuerdo. "Es un futuro en el cual los trabajadores son privados de sus derechos básicos, forzados a luchar por salarios por debajo del mínimo, con beneficios inadecuados, y en grave riesgo de su salud y bienestar".
Con los más largos antecedentes de liberalización económica y comercial, los cnilenos deben saber que "los acuerdos del tipo del TLC sólo intensifican los problemas del actual modelo de desarrollo", dijo Leiva.
Ese modelo, agrega, se basa en una explotación del medio ambiente y la expansión de empleos de baja remuneración, baja calidad y corto plazo, con inadecuada protección legal.
La situación es peor en los principales sectores exportadores que son "pilares del modelo exportador de Chile", subraya el experto.
El año pasado, la proporción de empleados asalariados que trabajaba sin contratos legales aumentó a poco más de uno cada cinco trabajadores, según el Ministerio de Trabajo chileno.
El problema es especialmente agudo en la minería, la tala de la madera y la agricultura, donde tuvo lugar casi nueve décimos del crecimiento exportador, y donde más de la mitad de los trabajadores gana menos del salario mínimo y no tiene seguridad social ni beneficios de atención médica.
Gran parte del daño ambiental afecta a los recursos naturales, aunque las exportaciones, desde la madera hasta el pescado y el oro, tienen muy escaso procesamiento en Chile, de modo que el país perdió empleos de altos salarios. Por el camino, destaca Leiva, Chile se acercó a competir con Brasil como "país latinoamericano con peor distribución del ingreso".
El debate sobre el libre comercio une a sindicalistas y activistas defensores del medio ambiente, a pequeñas empresas de los países del TLC (Estados Unidos, México y Canadá).
Estos grupos encontraron una causa común en su oposición a las políticas que, sostienen, sacrifican los mercados internos y el medio ambiente en el altar del comercio incrementado.
La globalización ha significado muchas cosas, entre ellas, una cooperación más intensa entre grupos de ciudadanos, destacó Karen Hansen-Khun, coordinadora del programa para América Latina del Grupo de Desarrollo de Políticas Alternativas (D-GAP).
La especialista cita una conferencia de mayo en Belo Horizonte, Brasil, donde grupos de toda América hicieron un llamado a políticas comerciales que implican protecciones laborales, sociales y ambientales.
Grupos sindicales comenzaron a explorar campañas conjuntas contra la "vía rápida". Sindicatos de América del Norte y del Sur se reunirán en Santiago en noviembre, en conversaciones organizadas por federaciones chilenas y estadounidenses.
No obstante, muchos trabajadores estadounidenses, confrontados a la pérdida de empleo, empeoramiento de condiciones de trabajo, y amenazas de los empleadores de transferir operaciones a México bajo el TLC si los trabajadores norteamericanos afirman sus derechos, se volvieron en contra de sus iguales mexicanos.
Estos grupos alegan que el libre comercio involucra la exportación de empleos de Estados Unidos a México, a cambio de importaciones de bienes que no cumplen con las normas, alimentos afectados por enfermedades y narcóticos. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/lp/if-lb/97