Más de un tercio de los 36 millones de habitantes de Colombia no cuenta con agua apta para el consumo debido a la ineficiencia, pese a que este país es uno de los más ricos en recursos hídricos de América del Sur.
La baja cobertura de las empresas prestadoras del servicio, falta de continuidad y deficiente calidad del líquido que suministran y elevadas pérdidas técnicas y comerciales, producto de una mala gestión institucional y empresarial, son algunos factores que impiden disfrutar a pleno del agua potable.
Esta situación llevó a la Superintendencia de Servicios Públicos (SSP) a afirmar que "el sector de servicios públicos con menor nivel de desarrollo es el del agua potable y saneamiento básico".
Informes del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) indican que la oferta hídrica de Colombia es de 58 litros por segundo por kilómetro cuadrado, tres veces superior al promedio sudamericano, de 21 litros, y seis veces mayor a la disponibilidad mundial, de 10 litros.
Existen 720.000 microcuencas o quebradas, 15.519 kilómetros de ríos navegables y reservas almacenadas en más de 1.600 lagos, lagunas y represas, 1.900 ciénagas y seis nevados.
Sin embargo, toda esa abundancia no se refleja en el servicio de agua potable que deberían recibir los 1.071 minicipios en que está dividido el país.
El último censo, realizado en 1993, indica que 76 por ciento de los municipios tienen acueducto, lo que no quiere decir que todos cuenten con la prestación del servicio en forma continua o de calidad aceptable.
Según expertos de la SSP y la Organización Panamericana de la Salud, de 800 plantas de tratamiento que operan en el país, sólo 10 por ciento del suministro es apto para el consumo humano.
Asimismo, 15 por ciento de la población que recibe el servicio sufre racionamientos causados por problemas en las fuentes de abastecimiento y deficiencias en los sistemas de acueducto, plantas de tratamiento y redes de distribución.
Para el director del Ideam, Pablo Leyva, existe también un problema de distribución no acorde entre la oferta y la demanda, que incide en el problema de los racionamientos.
Estas restricciones, según Leyva, pueden extenderse como consecuencia de la sequía ocasionada por el fenómeno del Niño, en aquellas regiones que no han tenido un buen manejo con las fuentes naturales de agua.
En cuanto a la calidad del líquido, la Contraloría General de la Nación (fiscal del Estado) encontró en 432 municipios agua contaminada con bacterias, excretas o desechos industriales y 221 municipios que no tienen plantas de tratamiento.
José Triana, presidente de la Asociación Colombiana de Ingenería Sanitaria y Ambiental considera que la crisis hídrica incluye también factores de educación.
En opinión del experto, el colombiano no ha tomado conciencia de que el agua no es un recurso inagotable y atenta contra éste con "la depredación constante alimentada por la ampliación de la frontera agrícola y la creciente tala de bosques".
También contribuye a la crisis la contaminación de los cursos de agua que, según estudios del Ministerio de Salud y del Medio Ambiente, es causada en su mayor parte por los residuos tóxicos generados por la agricultura y los desechos industriales y domésticos.
En este país se vierten diariamente 1.800 toneladas de carga de origen doméstico y otras 500 de carga orgánica industrial.
Contribuye también en la mala prestación del servicio el mal estado de las redes de conducción por las que se pierde 25 por cientro del agua que se potabiliza.
La oferta se ve afectada, además, por que las administraciones locales y las empresas de servicio no realizan las inversiones necesarias para reducir las pérdidas, que se registran por el mal estado de las redes de distribución, por no recaudar eficientemente los consumos facturados.
En un intento por mejorar la prestación del servicio el Ministerio de Desarrollo inició en 1994 una estrategia denominada "la cultura del agua".
La acción, que se consolidó en 1996, está encaminada a lograr un uso racional del agua, a mejorar la recaudación, a la promoción de la eficiencia en la prestación del servicio y al uso de tecnologías adecuadas a cada contexto.
Hacia la comunidad educativa, el programa impulsa los "clubes defensores de agua" en 600 colegios, en los que se vincula también a 1.000 maestros del área ambiental.
En los clubes se organizan viveros para reforestar, se impulsa la limpieza de riberas de los ríos, se desarrollan tecnologías para tratamiento de agua y se apoyam proyectos de investigación.
Para las comunidades se han diseñado cartillas y videos sobre temas relacionados con la conservación y el uso racional del recurso hídrico y, con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), se escogieron tres etnias indígenas para un proyecto de rescate de la tradición oral.
En este último proyecto, la escritora Pilar Lozano reunió a los ancianos y a los niños de las comunidades wayuú, del norte del país, emberá, del noroeste, y Paéz, del sur. Los ancianos contaron los mitos y leyendas de sus comunidades sobre el tema del agua y los niños los dibujaron.
La experiencia fue recopilada por Lozano en tres relatos en un libro que será publicado en español y en las lenguas de las tres etnias a fines de este año. (FIN/IPS/yf/dam/ag/en/97