Bolivia será una de las víctimas más indefensas en América del Sur del fenómeno climático del Niño, debido a la falta de planes contra desastres naturales, y sufrirá pérdidas equivalentes a dos por ciento de su producto interno bruto.
El impacto inicial del Niño ha causado pánico entre la población boliviana y acusaciones entre políticos por no haber planificado oportunamente medidas de prevención, como se hizo en otros países sudamericanos.
El ministro de Defensa, Fernando Kieffer, advirtió que, aun si los efectos del fenómeno fueran moderados, habrá una grave catástrofe, por la falta de recursos y de capacidad de reacción.
Lluvias torrenciales inusuales para esta época provocaron en Sucre, 580 kilómetros al sur de La Paz, la crecida de ríos y la destrucción de puentes, además de granizadas que causaron la muerte de cinco personas.
Las pérdidas en Sucre suman aproximadamente dos millones de dólares, según estimaron autoridades de esa cuidad, capital oficial de Bolivia.
En La Paz, una intermitente lluvia paralizó virtualmente este viernes por varias horas las actividades, provocó la interrupción del suministro de electricida y desbordó algunos ríos pequeños con daños en viviendas, aunque sin víctimas mortales.
Y esas son apenas las primeras muestras del Niño, que aumentará seis puntos la inflación anual promedio de nueve por ciento, y determinará un gran movimiento de pobladores del campo a las ciudades y escasez de alimentos.
Se prevé, además, que ocho de cada diez kilómetros cuadrados de territorio quedarán inundados en la región amazónica oriental, mientras igual proporción de territorio sufrirá sequía en el altiplano y los valles del oeste.
Más de un millón de los siete millones de habitantes del país serán directamente afectados por la influencia del Niño, y las exportaciones, calculadas en cerca de 1.000 millones de dólares anuales, se reducirán 14 por ciento.
Ese dramático cuadro parece ya irreversible, y es considerado como la estimación optimista frente a un esperado "impacto moderado" del fenómeno.
Bolivia perdió su tiempo al quemar definitivamente la etapa de prevención sin tomar decisiones, y el gobierno de Hugo Banzer responsabiliza de la falta de medidas a la administración anterior, que estuvo encabezada por Gonzalo Sánchez de Lozada.
Los organismos internacionales de ayuda acuden al llamado de Bolivia con la certeza de que por muchos recursos que ahora se destinen a combatir los efectos del Niño, la batalla de la prevención ya está perdida y ese error se pagará irremediablemente en los próximos meses.
"La etapa de prevención se ha perdido y no hay un plan para el manejo de desastres. Generalmente, la comunidad donante y el gobierno de La Paz se reúnen cada vez que hay una emergencia", dijo María Paz Salas, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El PNUD podría conceder a Bolivia hasta 500.000 dólares, según la magnitud del desastre que provocará el Niño, informó Paz Salas.
Bolivia también confía obtener asistencia del Programa de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea y del Banco Mundial, que esta semana enviará una misión a La Paz.
Entre tanto, organizaciones gremiales reclaman al gobierno acciones urgentes para enfrentar, en el momento que sea necesario, las pérdidas que provocará el Niño.
Así, la Confederación Agropecuaria Nacional solicitó al parlamento la aprobación de un Programa Nacional de Emergencia para la Reconstrucción y el Fomento, destinado a compensar al sector del impacto del Niño.
La asistencia ante catástrofes naturales "está dirigida a la defensa de la ciudadanía, la provisión de alimentos o viviendas, pero se olvida que un desastre también afecta a los agentes económicos, que tienen obligaciones con la banca y sus proveedores", dijo Walter Nuñez, representante de la Confederación.
También los exportadores no tradicionales esperan con temor el paso del Niño, que en 1982 y 1983 causó millonarias pérdidas a la producción. Las exportaciones no tradicionales cayeron entonces de 80 a 29,6 millones de dólares.
La Organización de Naciones Unidas exhortó a todos los países del mundo a tomar medidas para proteger a la población de los efectos del "mega Niño" esperado para este año.
El Niño, una corriente cálida originada en el océano Pacífico, que avanza sobre las costas de América del Sur, trastornará en los próximos meses el clima de varias regiones del mundo. Su impacto se sentirá especialmente de noviembre a marzo, según se ha previsto. (FIN/IPS/jcr/ff/en if/97