Los ambientalistas de Japón creen que el gobierno fijó un objetivo conservador en materia de reducción de emisiones de gas invernadero mientras se prepara para recibir en diciembre a las partes de la Convención sobre Cambio Climático.
Para los activistas, el anuncio de Tokio demuestra que diplomáticos e industriales han tenido éxito en sus presiones tendientes a minimizar las preocupaciones sobre el ambiente.
La meta que propondría Japón en materia de abatimiento de las emisiones de gas invernadero en las naciones industrializadas era aguardada con expectativa, pues se trata de la segunda fuente mundial de esos gases y el país anfitrión de la conferencia de diciembre en la ciudad de Kioto.
Pero lejos de impulsar recortes significativos a las emisiones de gases invernadero que producen el calentamiento planetario, los activistas creen que el objetivo propuesta por Japón el martes (una reducción de cinco por ciento debajo de los niveles de 1990 para el 2010) tendrán escaso impacto en el ambiente.
"Es claro como el cristal. Complacer a Estados Unidos, el hermano mayor, y ceder a la presión de la industria es lo que guía la acción de Japón en Kioto", dijo Yurika Ayukawa, a cargo del estudio del calentamiento planetario en el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Tokio.
El WWF consideró que la meta propuesta por Japón es un "chiste". Para Greenpeace, se trata de una "desgracia internacional", pues, según sus estudios, su imposición en la reunión de Kioto retrasaría diez años la reversión efectiva del cambio climático.
En base a su fórmula del cinco por ciento, Japón, el segundo mayor contribuyente mundial de gases invernadero vertidos a la atmósfera, los reduciría apenas dos por ciento en el 2010.
Las partes (países firmantes) de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático se reunirán en Kioto con la expectativa de que las naciones industrializadas asuman compromisos más estrictos para frenar estas emisiones.
La convención aprobada en 1992 en la Cumbre de la Tierra celebrada en Rio de Janeiro establece que estos países deberán reducir sus emisiones de dióxido de carbono en el 2000 a los niveles de 1990, pero en las negociaciones en curso se están revisando esos objetivos, a los que se considera inadecuados.
En las rondas previas a la reunión de las partes, la Unión Europea (UE) propuso la reducción de la liberación de gases invernadero a la atmósfera a 15 por ciento por debajo de los niveles de 1990.
Pero informes periodísticos estiman que la UE revertirá esta posición y se acercará a la iniciativa japonesa, que en su momento la hipótesis mínima del bloque europeo.
Estados Unidos, principal fuente de emisiones de dióxido de carbono del mundo, se opone a cualquier fijación mundial de objetivos y pretende que cada país establezca su propia meta.
La negociación se convirtió en un proceso tortuoso en el que se enfrentan países industrializados y países en desarrollo que pretenden que los primeros asuman mayores responsabilidades. Al mismo tiempo, las naciones ricas tienen sus propios conflictos.
Los gases invernadero, el principal de los cuales es el dióxido de carbono, proceden de la quema de combustibles fósiles, entre ellos los utilizados en plantas energéticas.
Estas sustancias quedan atrapadas en la atmósfera de la Tierra y contribuyen a impedir que el calor salga de ella.
Los expertos prevén que el aumento de la temperatura modificará el clima del planeta, así como una subida del nivel de los mares con la consecuente inundación de tierras bajas, como las pequeñas islas del Pacífico sur.
Los argumentos de los ambientalistas están bien fundamentados, pero la concreción de medidas reales para frenar la emisión de gases invernadero en los países ricos, cuyo poderío económico depende de una gigantesca estructura industrial, es una tarea difícil.
Poderosas empresas de Japón y Estados Unidos, los principales emisores de dióxido de carbono, han evitado asumir compromisos categóricos con la excusa de que eso les acarrearía grandes pérdidas económicas.
La mayoría de los medios de comunicación japoneses se han unido a los ambientalistas en sus críticas a la propuesta del gobierno. El principal diario del país, Yomuiri Shinbun, sostuvo en un editorial que Tokio dejó muchas preguntas sin contestar, entre ellas cómo planea alcanzar la meta del cinco por ciento.
Los únicos respaldos que obtuvo el gobierno procedieron de Washington y del empresariado.
En un informe difundido hace dos semanas, el Ministerio de Industria y Comercio Internacional de Japón estimó que 1,7 millones de personas perderían sus empleos si el país reducía la producción industrial para reducir cinco por ciento las emisiones de gases invernadero.
Clinton se manifestó complacido con la propuesta japonesa. El gobierno de Estados Unidos aún no anunció la meta que propondrá en Kioto y, según los ambientalistas, la decisión de Tokio afloja la presión que el presidente soportaba de los industriales estadounidenses.
Tras apaciguar a diplomáticos y empresarios, Tokio tratará ahora de acallar a sus críticos y negociar con la UE.
Funcionarios japoneses argumentaron que el éxito en la conferencia de diciembre se producirá si se establece una meta realista y no una imposible de concretar.
"El calentamiento planetario es un problema. Nadie lo niega. Pero es imposible obligar a las naciones a acordar tan pronto una meta", sostuvo el director de la Agencia de Recursos Naturales y Energía del Ministerio de Comercio Internacional e Industria, Yasuhiro Inagawa.
Como anfitrión de la conferencia, Japón debe procurar un compromiso firme y eso será "más que suficiente", agregó Inagawa.
Una encuesta encargada por la oficina del primer ministro Hashimoto reveló en septiembre que 82,2 por ciento de los japoneses están a favor de la adopción de medidas legales para reducir las emisiones de dióxido de carbono.
El WWF afirmó que Japón podría tener en el 2010 emisiones 14 por ciento menores que las de 1990 a través del reemplazo gradual del actual parque de vehículos diesel y a gasolina por automóviles a "combustibles híbridos".
La organización también propuso un uso más eficiente de la energía y regulaciones para frenar la iluminación excesiva en supermercados y edificios comerciales.
Si tiene voluntad política para eso, Japón podría reducir sus emisiones de gas invernadero mucho más de su meta propuesta de cinco por ciento, según el WWF. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mj/en/97