A Bill Jordan, secretario general de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), le preocupa la situación de los trabajadores en un mundo donde el libre mercado reina casi sin que nadie lo desafíe.
"Los sindicalistas somos retratados como el último de los dinosaurios escapados del parque jurásico", dijo Jordan, para quien la liberalización logró dividir los trabajadores del mundo en dos categorías: los que perdieron su empleo y los que temen perder el suyo.
En muchos países, recibir un salario pequeño supone trabajar largas horas, siete días a la semana y en condiciones penosas, según el secretario general de la CIOSL y otros sindicalistas que participaron de una conferencia internacional en la capital de Zimbabwe.
La composición del mercado laboral está cambiando. "El estereotipo del sindicalista se ha desvanecido y fue reemplazado por una nueva camada de trabajadores, entre los que figuran los teletrabajadores, los empleados a tiempo parcial, los destajistas en empresas pequeñas y medianas", dijo Jordan.
Para los 500 sindicalistas que concurrieron al 20 Congreso de la Federación Internacional de Trabajadores de la Construcción y Madereros (IFBWW), celebrado entre los días 3 y 5 en Harare, la economía mundial da pena.
"Los empleadores nunca fueron tan duros como ahora y demasiados gobiernos son insensibles ante los problemas de los trabajadores", acusó Neil Kearney, secretario general de la Federación Internacional de Trabajadores Textiles, de la Vestimenta y el Cuero.
"Por desventura, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es ineficaz para asegurar la aplicación mundial de sus convenciones, incluso las más básicas como las que garantizan la libertad de asociación y el derecho a la negociación colectiva", agregó Kearney.
"Con demasiada frecuencia los que tienen el poder esgrimen la necesidad de atraer inversiones externas como justificación para limitar los derechos humanos y de los sindicatos", concluyó.
Los sindicalistas observan con preocupación que las políticas de desregulación y liberalización ubicaron el trabajo en el mercado, transformándolo en un bien a ser comprado o vendido al mejor postor y descartado cuando se escuchan mejores ofertas.
El crecimiento de los bloques regionales de comercio y las políticas económicas de "sálvese quien pueda" equivalen a una declaración de apertura de la competición mundial entre países y continentes, sostuvieron.
"El alto desempleo, el bajo crecimiento, la debacle de las condiciones de trabajo y el desmantelamiento de la estructura de las relaciones industriales tradicionales son el resultado del embate del nuevo neoliberalismo contra los sindicatos en todos los países", dijo el secretario general de la IFBWW, Ulf Asp.
"Hoy, estas duras realidades hacen impacto en trabajadores de todo el mundo, gente ordinaria que lucha por sobrevivir, vivir y trabajar en condiciones decentes", afirmó Asp.
El sindicalista recordó que en Europa oriental los cada vez más empobrecidos trabajadores aún están por ver los cambios milagrosos que prometieron los gobernantes con la varita mágica del mercado.
"La caída de la calidad de vida, el creciente desempleo, el empeoramiento de la pobreza en medio de las noticias de que la situación macroeconómica mejora son una realidad diaria", sostuvo.
"El empleo tradicional en los países industrializados está siendo transferido por las compañías multinacionales que procuran el máximo beneficio al más bajo costo, en particular a países que están dispuestos a sacrificarse en procura de inversión extranjera", agregó Asp.
Esta situación "empuja a trabajadores de distintos países y distintos continentes a luchar unos contra otros", dijo.
A medida que la globalización se intensifica, los sindicatos deben reconsiderar sus estrategias, según Morgan Tsvangirai, secretario general del Congreso de Sindicatos de Zimbabwe (ZCTU).
"Debemos adaptarnos incluso contra las tradiciones del proteccionismo e intervenir en cuestiones políticas estratégicas en los niveles nacionales", afirmó Tsvangirai.
Los sindicatos han presionado a las organizaciones internacionales para que establezcan cláusulas laborales obligatorias que pongan coto a la influencia de las empresas transnacionales.
"Nunca podremos seguir su ritmo si permanecemos solos. Necesitamos una real solidaridad internacional que le dé a los sindicatos mayor poder a nivel mundial. Necesitamos que las transnacionales se detengan ante esta solidaridad internacional. Debemos actuar y no reaccionar", manifestó Jordan.
Los sindicatos requieren una estrategia coherente dirigida a fortalecer su base de afiliados, optimizar su representación y obligar a los gobiernos a prestar atención a la situación de los derechos de los trabajadores y a mejorar la eficacia de la OIT.
"Ya no podemos trabajar como compañías de seguros, en las que los miembros pagan su cuota, se sientan y nohacen nada hasta que estallan los problemas y piden ayuda", advirtió Kearney.
"La real fortaleza del sindicalismo radica en la fuerza colectiva de los trabajadores unidos que cooperan, trabajan y se aseguran juntos el éxito. Debemos redescubrir esos talentos",, añadió. (FIN/IPS/tra-en/lm/mj/lb/97