El eventual reemplazo del ex presidente de Tanzania Julius Nyerere como mediador entre el gobierno y los rebeldes de Burundi dominará las conversaciones que siete jefes de Estado africanos mantendrán este miércoles en Dar es Salaam.
Nyerere, cuya actuación como mediador es objetada por el régimen militar de Burundi, ofrecerá su renuncia en la cumbre de Dar es Salaam, según anunció el diario Daily Nation, de Kenia.
El fracaso de la última tentativa de diálogo entre las partes beligerantes en Burundi indujo a Tanzania a organizar un encuentro entre los gobernantes de Kenia, Uganda, Tanzania, Ruanda, Etiopía, Zambia y la República Democratica de Congo (RDC, ex Zaire), en procura de revivir las negociaciones paz.
El jefe del régimen de facto de Burundi, mayor Pierre Buyoya, rechazó la invitación de Nyerere a una reunión con representantes de los rebeldes el 25 de agosto en Arusha, Tanzania.
Nyerere, de 75 años, comenzó su mediación en 1995, con el respaldo de los siete países convocados a la cumbre de Dar es Salaam y de las 54 naciones miembros de la Organización de Unidad Africana.
La élite tutsi, que controla el poder en Burundi, considera que la intervención del ex presidente tanzano se inclina a favor de la mayoritaria etnia hutu.
Incapaz de vencer la creciente hostilidad que le manifiesta el régimen instalado en Bujumbura, Nyerere estaría dispuesto a ceder el paso a un nuevo mediador, informó este martes el Daily Nation, citando a Charles Sanga, un asesor del ex líder tanzano.
Su apartamiento determinaría también el reemplazo de Tanzania como sede de las negociaciones para la paz en Burundi.
"Tanzania no tiene soluciones que ofrecer a la población de Burundi", afirmó el lunes Bernard Barandereka, alto funcionario burundiano.
Barandereka exhortó a Dar es Salaam a desarmar a los rebeldes hutu que se ocultan entre los más de 230.000 refugiados burundianos en Tanzania.
"A los campos de refugiados se puede llegar caminando una noche. Tanzania excluyó intencionalmente a los observadores internacionales de esos campamentos para ocultar su intención real de entrenar terroristas para atacar a Burundi", agregó.
Los rebeldes hutu que se ocultan en Tanzania estaban aliados con las antiguas fuerzas armadas de Ruanda, las temidas milicias interahamwe responsables del genocidio de 1994 en ese país, el ejército derrotado en la guerra civil de la actual RDC y disidentes de Uganda, según Barandereka.
"Estos grupos", sostuvo, "constituyen un peligro real para la paz en la región de los Grandes Lagos", integrada por Burundi, Ruanda, Uganda, Tanzania y la RDC.
En una medida aparentemente destinada a apaciguar los ánimos entre Dar es Salaam y Bujumbura, el presidente tanzano Benjamin Mkapa ordenó la semana pasada una redada de refugiados burundianos y congoleños (ex zaireños) que vivían fuera de los campos designados.
La estatal Radio Tanzania citó a Mkapa acusando a varios refugiados externos a los campamentos de cometer actos de bandolerismo en el oeste de Tanzania, en la frontera con Burundi. El presidente tanzano anunció que las personas capturadas en la redada serían repatriadas.
Unos 400.000 refugiados, incluyendo 74.000 de la RDC, viven en campamentos del oeste de Tanzania.
La crisis en Burundi se desencadenó por el asesinato del primer presidente hutu, Melchior Ndadaye, en un fracasado golpe de Estado perpetrado por soldados tutsis contra el gobierno del Frente para la Democracia en Burundi, en 1993.
Desde entonces, unas 150.000 personas murieron en el país centroafricano, según estimaciones.
Expertos de la región sostienen que el conflicto de Burundi está arraigado en el temor de hutus y tutsis por su vida. Los hutus representan 85 por ciento de los 5,6 millones de habitantes de Burundi, y los tutsis cerca de 14 por ciento. (FIN/IPS/tra-en/mn/ff-ml/ip/97