ESTADOS UNIDOS: Pruebas médicas de dudosa ética en países del Sur

La revista médica más prestigiosa de Estados Unidos cuestionó los aspectos éticos de experimentos que contaron con financiamiento del gobierno entre mujeres portadoras del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en países pobres.

La New England Journal of Medicine comparó esta semana experimentos en curso en Asia, Africa y el Caribe con el proyecto Tuskegee, que, con fondos del gobierno, analizó la salud de hombres negros estadounidenses pobres y enfermos de sífilis durante 40 años sin brindarles tratamiento.

El presidente Bill Clinton presentó en mayo una disculpas oficial a los cinco sobrevivientes de los 412 hombres sometidos por el proyecto Tuskegee, al que consideró muestra de un "claro racismo". Este experimento fue interrumpido debido a la presión de la opinión pública en 1972.

La redactora del editorial de la Journal of Medicine, Marcia Angell, sostuvo que la investigación sobre el VIH en curso en países pobres es similar al escándalo de Tuskegee.

"El hecho es que se realizan en el mundo en desarrollo muchos estudios que no se podrían hacer en los países que auspician el trabajo. Parece que, después de todo, no hemos avanzado desde el episodio de Tuskegee", escribió Angell.

La Casa Blanca rechazó el jueves la analogía de Angell, a la que consideró "desafortunada y falsa".

El portavoz de la presidencia, Mike McCurry, dijo que el gobierno de Clinton "está muy seguro de que se revisó la faceta ética de estos experimentos con un elevado propósito moral y que el objetivo final es brindar protección a millones de niños".

El editorial de la revista se concentró sobre una serie de experimentos que se desarrollan en 15 países sobre el uso del AZT, droga utilizadaa contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), para impedir la trasmisión del VIH de mujeres embarazadas a sus hijos.

Washington financió nueve de esos estudios, que abarcan pruebas sobre más de 12.000 mujeres, a través de los gubernamentales Instituto Nacional de Salud (NIH) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Entre los 15 países incluidos en el experimento figuran Burkina Faso, Costa de Marfil, Etiopía, Kenia, Malawi, República Dominicana, Sudáfrica, Tailandia, Tanzania, Uganda y Zimbabwe.

En la investigación, las mujeres son separadas en grupos de control, uno de los cuales recibe un placebo, sustancia que carece de acción terapéutica pero es administrada para comparar la efectividad del fármaco a prueba.

A otros grupos se les suministran dosis diferentes de AZT, una medicina muy cara que reduce incluso hasta dos tercios la transmisión del VIH de madres a hijos. El uso del AZT es hoy el tratamiento habitual contra el sida en Estados Unidos.

La New England Journal of Medicine considera que existen fallas éticas en la utilización de un placebo en el experimento, pues la efectividad del AZT ya está comprobada.

Estudios previos revelan que 25 por ciento de los hijos de mujeres portadoras de VIH durante el embarazo y el parto contraerán el virus. El tratamiento con AZT reduce ese porcentaje a ocho por ciento o menos.

El Grupo de Investigación de la Salud, perteneciente a la asociación de consumidores Public Citizen, el primero que se refirió al asunto este año, denunció que 1.000 niños nacidos en el grupo del placebo se infectarán con el VIH y probablemente mueran.

El grupo acusó a los médicos que realizan el experimento de violar la obligación ética que mantienen con las mujeres objeto de estudio al negarles el AZT.

El artículo de Angell respaldó las denuncias. "Cuando existe un tratamiento efectivo, no debe utilizarse un placebo. Solo es adecuado a la ética comparar un posible tratamiento nuevo con un placebo cuando no se sabe de la existencia de tratamiento efectivo", escribió.

El principio está incluido en la Declaración de Helsinki de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando estableció en 1964 que "en todo estudio médico, a los pacientes (incluyendo los del grupo de control, si existiera) se les debe garantizar el mejor diagnóstico y método terapéutico comprobado".

Los defensores de la investigación actual arguyen que el "mejor" método no está disponible en la mayoría de los países del Sur debido a sus elevados costos.

"El régimen '076' (basado en el AZT), que es el tratamiento habitual en el mundo industrializado, no es factible en naciones más pobres", sostuvo una declaración conjunta divulgada por el NIH y los CDC esta semana.

"Este hecho fundamental provocó que la OMS solicitara investigación internacional sobre enfoques alternativos" de tratamiento, añadió el escrito.

"Los países en desarrollo buscan un tratamiento de menor costo para impedir la transmisión del VIH de madre a hijo", argumentaron las dos instituciones.

El NIH y los CDC señalaron que los propios países del Sur eligieron el placebo de control porque es el único medio para verificar con rapidez si el tratamiento es seguro, efectivo y viable para el mundo en desarrollo.

"Estos estudios se realizan en los países pobres porque ahí sí se pueden hacer, pero aquí no son aceptables", replicó Stephen Bezruchka, de la Universidad de Washington en Seattle.

Los detractores de los experimentos están de acuerdo con que los investigadores podrían resolver el problema ético al suministrar tratamientos de AZT de distinta duración a los grupos.

Más de un millón de niños en el mundo fueron infectados con el VIH por la trasmisión de madre a hijo y la OMS estima que de cinco a diez millones, la gran mayoría en países pobres, recibirán el virus esta década.

Lo que también preocupa a Angell es que el estudio recibe una defensa similar a la de la investigación de Tuskegee. Los partidarios de esta sostenían que los enfermos de sífilis no habrían recibido tratamiento de cualquier manera y que el experimento era importante para el saber médico. (FIN/IPS/tra- en/jl/mk/aq-mj/he/97

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