Una nueva batalla electoral por el liderazgo sindical de la Hermandad Internacional de Camioneros (IBT) vuelve a enfrentar a los dos candidatos de 1996, pero esta vez en un momento de renacimiento del movimiento de los trabajadores en Estados Unidos.
El año pasado, cuando el presidente del IBT, Ron Carey, se enfrentó a Jimmy Hoffa, hijo del extinto líder del sindicato, el victorioso Carey representaba un liderazgo nuevo y reformista, mientras Hoffa estaba vinculado a la vieja guardia de los camioneros, cargada de corrupción.
La elección también se realizó en una época en que el sindicalismo, que ahora cuenta con un número de afiliados equivalente a 14 por ciento de la mano de obra de Estados Unidos, se hallaba en franca decadencia.
La situación es distinta en la actualidad. Carey deberá disputar su cargo nuevamente con Hoffa luego de que el gobierno declarara el mes pasado que su entorno utilizó donaciones ilegales de la campaña electoral para modificar el resultado de la votación en 1996. Ahora Hoffa acusa a Carey de corrupto.
Paradójicamente, en gran parte debido a Carey mismo, el movimiento sindical estadounidense pudo ufanarse de una de sus victorias más sobresalientes en años: el éxito de la huelga que los camioneros mantuvieron durante dos semanas en agosto contra la empresa de envío de paquetes, United Parcel Service (UPS).
Los intereses en juego son mayores en estas elecciones, que seguramente habrán de celebrarse dentro de cuatro meses.
"El renacimiento del movimiento laboral sufrirá un tremendo golpe si Hoffa resulta electo", advirtió Carl Biers, director de la Asociación para la Democracia Sindical, grupo de Nueva York que realiza un seguimiento del movimiento laboral.
Los reformistas sindicales culpan a la vieja guardia de los camioneros, que respalda a Hoffa, por la corrupción que llevó en 1989 al gobierno de Estados Unidos a acusar al IBT de ser una sucursal de organizaciones de crimen organizado como la mafia.
La victoria de Hoffa llevaría nuevamente a la vieja guardia a ocupar una posición de liderazgo frente a los 1,3 millones de socios del IBT y el sindicalismo en general.
Pero los partidarios de Carey quizá sólo puedan culparse a sí mismos por el nuevo enfrentamiento, luego de la revelación de la investigadora judicial, Barbara Zack Quindel, de que la campaña electoral en 1996 del ahora presidente recibió 221.000 dólares en donaciones ilegales de un grupo "fantasma".
El dinero del grupo, paradójicamente llamado Camioneros por un Sindicato Libre de Corrupción (TCFU), se utilizó para financiar el envío de propaganda de Carey a votantes del sindicato en los últimos días antes de los comicios.
"El envío de correspondencia con fondos del TCFU podría haber persuadido al menos a un pequeño porcentaje de socios a votar por Carey, lo que puede haber afectado el resultado de la elección", denunció Quindel el 22 de agosto.
Quindel no halló responsable a Carey de actividad ilegal alguna, por lo que este puede postularse al cargo otra vez.
La semana pasada, el presidente negó haber actuado en forma deshonesta y describió el envío de correspondencia del TCFU como "un plan de consultores externos para estafar al sindicato y embolsarse el dinero".
Observadores esperan que el gobierno apruebe el informe de Quindel la semana próxima, lo que habilitaría la nueva contienda electoral dentro de cuatro meses entre Carey y Hoffa, así como la repetición de elecciones locales en que ganaron los candidatos de Carey.
"Es un golpe desgraciado en un momento en que la moral del movimiento sindical era alta", sostuvo Biers.
Hoffa sostiene que los recientes éxitos de IBT, especialmente la huelga de 185.000 camioneros contra UPS y las posteriores concesiones que otorgara la empresa al sindicato en su nuevo contrato quinquenal, no son mérito de Carey.
"Luego de seis años de Ron Carey, el sindicato de los camioneros se encuentra al borde de la insolvencia y dividido en forma desesperante", declaró Hoffa a la prensa la semana pasada.
Ambos candidatos tienen fallas, afirman analistas sindicales. El crimen organizado controlaría nuevamente al IBT si gana Hoffa, aseguró Robert Fitch, ex activista sindical y consultor del sindicato Trabajadores de la Comunicación de Estados Unidos.
Pero la victoria de Carey sólo mantendría en el poder a alguien que "contrapone a los grupos de mafiosos entre sí", añadió Fitch.
En el pasado, la mafia y otros grupos participaban directamente de la elección de los dirigentes del IBT, sostuvo Fitch.
Desde que el sindicato acató un decreto del gobierno en 1989 que exigía que el IBT saneara sus actividades, los camioneros intentaron acabar con las prácticas ilegales del pasado, desde el chantaje hasta la intimidación física y aun el asesinato de disidentes.
Jimmy Hoffa (padre) desapareció en forma misteriosa en los años 70 y se supone que está muerto.
Carey también terminó con prácticas escandalosas como el uso de aviones privados por los dirigentes sindicales y la negociación de acuerdos secretos con la dirección de empresas, señaló Biers.
A la vez, el incremento del control gubernamental sobre el IBT provocó un problema nuevo. "Los controladores comenzaron a trabajar para los controlados", aseguró Fitch.
El partido Demócrata del presidente Bill Clinton concitó la atención por sus vínculos con Carey, ya que el comité de acción política del IBT donó en 1996 2,5 millones de dólares a los candidatos demócratas.
El encargado de la campaña electoral de Carey, Jere Nash, también trabajó para la campaña de reelección de Clinton el año pasado, indicó Quindel en su informe. Carey luego negó que supiera del trabajo de Nash para Clinton y el IBT no respondió a la solicitud de brindar mayor información al respecto.
Quindel misma fue acusada de conflicto de intereses en su investigación sobre la transparencia de la elección de 1996. El esposo de la investigadora pertenece al consejo de administración de Citizen Action, un grupo vinculado con las irregularidades de recolección de fondos del sindicato, señaló Fitch.
No obstante, los errores de Carey no se comparan con el pasado corrupto del IBT, opinó Biers. "La idea en la que se basó el movimiento reformista fue la de eliminar a los chantajistas, brindar información a los socios y mantener el diálogo entre los dirigentes y los afiliados", arguyó.
El crecimiento de la democracia sindical ayudó a fomentar la solidaridad que fue esencial para la huelga de UPS, sostuvo Biers.
A la vez, el éxito de las negociaciones contractuales de UPS mejoran las posibilidades de Carey para ganar la próxima elección. "Si la elección se hubiera realizado sin la victoria de UPS, no creo que el panorama fuera tan propicio para Carey", opinó Biers.
La derrota de Carey sería un golpe para Clinton y el partido Demócrata, principal beneficiario del respaldo del IBT luego de dos décadas de apoyo de los camioneros al opositor partido Republicano. "Con Hoffa, es probable que el sindicato vuelva a su pasado republicano", sentenció Fitch. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/aq-lp/lb/97


