Ciencia y conocimientos indígenas fueron antagónicos durante siglos. Hoy, científicos y pobladores nativos de la región andina trabajan juntos con el objetivo común de preservar los recursos naturales y el desarrollo de una agricultura sostenible que no perjudique el medio ambiente.
La región andina, desde el sur de Venezuela hasta el norte de Argentina y Chile, es uno de los ecosistemas más frágiles del mundo, donde habitan alrededor de 135 millones de personas, la mayoría en situación de pobreza.
Un grupo de científicos y especialistas en desarrollo, crearon hace cinco años el Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregion Andina (Condesan).
Integrado en un principio por expertos en ciencias ambientales, agrícolas y sociales, ha incluido el punto de vista de agricultores y pobladores nativos.
"En el pasado se han realizado investigaciones científicas de excelente calidad en la región, pero muchos de esos estudios no tomaron en cuenta la agricultura de la familia campesina", señala Roberto Quiroz, especialista en sistemas de produccion de Condesan.
"Aún hoy, muchas de las investigaciones de los centros especializados se inclinan más hacia el producto o cultivo, olvidando que los campesinos orientan su trabajo en términos de un sistema y no de un cultivo aislado", explica.
Condesan se ha propuesto revertir la tendencia, considerando en sus investigaciones a los sistemas agricolas y la influencia que tienen en los agricultores las politicas nacionales.
"El agricultor toma permanentemente en cuenta las politicas gubernamentales para decidir que va a cultivar y como lo va a hacer", asegura Quiroz.
"Y ya que Condesan tiene entre sus objetivos trasmitir informacion de las organizaciones populares a los responsables de formular politicas, los miembros del consorcio nos hemos planteado la tarea de transformar las cosas desde la base", añade.
La decision generó polémica, porque significaba una modificación en los sistemas de investigación tradicionales. Sin embargo, poco a poco va ganando adeptos entre las agencias cooperantes, las organizaciones internacionales y nacionales, y los propios campesinos.
Los trabajos de campo de Condesan se realizan actualmente en seis áreas seleccionadas de los Andes: La Miel (Colombia), Carchi (Ecuador), Cajamarca y Puno (Perú), y Cochabamba y Patacamaya (Bolivia).
En dichos lugares participan las comunidades agrícolas locales y especialistas de los centros internacionales del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (GCIAI).
El GCIAI es un organismo voluntario de 45 donantes públicos y privados que proporciona fondos para el financiamiento de 16 centros agrícolas internacionales de investigación en todo el mundo.
Expertos y campesinos tienen a su cargo la introducción y evaluación de nuevas tecnologías de producción para incrementar la productividad y promover la protección del medio ambiente. A medida que se obtienen resultados, se combinan en otras áreas de la región para medir su impacto en extensiones mayores.
Los centros del GCIAI que participan del proyecto de Condesan son el Centro Internacional de la Papa (CIP) de Perú, que investiga raíces y tuberculos nativos, y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), de Colombia, que realiza la caracterización agroecológica de las laderas de baja montaña.
También participan el Instituto Internacional de Investigaciones Pecuarias (ILRI) de Kenia, que creó un programa especial para los Andes, y el Instituto Internacional de Recursos Fitogeneticos (IPGRI) de Roma, que colabora en aspectos de biodiversidad.
Pero el gran esfuerzo por salvar la ecorregion andina de la catástrofe involucra a más de 250 especialistas de un centenar de instituciones de 17 países.
Los peligros mayores que amenazan al ecosistema son la erosión de suelos, la deforestación, el sobrepastoreo, la contaminación de valles y ríos por desechos mineros y el inadecuado manejo del agua, dice el agroecologista Mario Tapia, miembro de Condesan.
Sólo en Perú, el 58 por ciento de las tierras cultivables de los Andes están amenazadas por la erosión y los recursos naturales están desapareciendo debido al intenso crecimiento demográfico.
"Hay especies que desaparecen sin que siquiera tengamos noticia de su existencia", asevera Tapia.
Por su lado, las agencias cooperantes están conformes con el proyecto.
"En Condesan la información se comparte y hay coordinación, eliminamos las prolongadas y costosas negociaciones de los proyectos, la planificación dispersa, las demora con los programas y los informes de los consultores", asegura el suizo Paul Egger, miembro del Consejo Directivo.
Actualmente, Condesan evalúa la sustentabilidad ambiental de largo plazo de los sistemas actuales de uso de tierra y desarrolla enfoques alternativos. Los trabajos abarcan desde los análisis de suelos y aguas hasta estudios socioeconómicos, de políticas y de biodiversidad.
"El estudio de la biodiversidad es el patrón en el que se basa Condesan", indica su coordinador, José Luis Rueda.
Hasta el momento, Condesan ha priorizado el estudio de nueve raíces y tubérculos andinos (oca, ulluco, mashua, maca, yacon, arracacha, achira, mauka o chago, y ahipa), a los cuales se pretende devolver su importancia alimenticia, industrial y farmacológica. (FIN/IPS/zp/ag/dv-en/97