La expansión del hantavirus a Chile es una muestra del crecimiento en América Latina de las enfermedades emergentes, que incluyen también al dengue y la malaria, advirtió el miércoles 24 en esta capital un experto de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El chileno Rodrigo Cerda, ingeniero ambiental y asesor de la OPS, dijo que esta situación está asociada a los cambios climáticos provocados por el fenómeno de El Niño y a las alteraciones ambientales causadas por los hombres.
Chile, que registra ya 24 casos de Hantavirus, está también expuesto en su zona norte al ingreso de los mosquitos portadores del dengue y la malaria, dos enfermedades hasta ahora desconocidas en este país de 14 millones de habitantes.
Cerda puntualizó que la deforestación en gran escala es uno de los factores ambientales que más influye en las migraciones de especies como los ratones, portadores del virus Hanta, o de los mosquitos que transmiten el dengue y la malaria.
La OPS mantiene desde 1996 un programa de Fronteras Saludables, que incluye a Chile, Bolivia y Perú, y ahora se apresta a intensificar en toda la región un sistema de alerta epidemiológica ante la expansión del Hantavirus.
El crecimiento del intercambio comercial, que incluye en el sur de América Latina la habilitación de complejos carreteros para formar corredores bioceánicos, aumenta igualmente los riesgos de desplazamientos fronterizos de portadores de enfermedades a través de las mercancías, añadió el experto.
La OPS está asesorando con equipos técnicos estadounidenses y argentinos a las autoridades chilenas, que lanzaron la semana pasada una campaña nacional para controlar el Hantavirus, que según cifras oficiales registra 24 casos, con 14 muertes.
La enfermedad tuvo sus primeras manifestaciones en Chile en 1995, en areas del sur fronterizas con la localidad argentina de El Bolsón, que enfrentó entonces una virtual crisis por la presencia del Hantavirus.
Pero en la actualidad se detectan casos de Hantavirus también en el norte del territorio chileno, lo cual hace suponer que la enfermedad llegó tanto desde el sur de Argentina, como de su otra fuente de origen, en el área paraguaya de Aguas Negras.
El Hantavirus es transmitido por roedores herbívoros, presentes sobre todo en medios rurales, que traspasan la enfermedad a los seres humanos a través de alimentos, provocándoles graves afecciones respiratorias y renales.
En América Latina hay 1.800 especies de roedores, de las cuales 400 son endémicas, o sea originarias de la región, incluyendo al llamado ratón colilargo, principal agente difusor del Hantavirus en el sur de Argentina y de Chile, indicó Cerda.
En la región se han notificado alrededor de 300 casos, que se suman a otros 160 en los Estados Unidos, cifra que justifica el establecimiento de sistemas de alerta, aunque está muy lejos de constituir una epidemia, puntualizó el experto.
Cerda comparó la situación con el cólera, que a comienzos de esta década afectó a unos 40.000 latinoamericanos y precisó que en el Hanta, más que el número de enfermos lo que preocupa hoy es su alta tasa de muertes.
Los países con mayor presencia de Hantavirus en América Latina son Argentina, Paraguay y Chile, con tasas de mortalidad entre 60 y 70 por ciento con respecto al número de casos, mientras en Estados Unidos la letalidad es de 40 por ciento.
Cerda advirtió que la enfermedad está oculta o subinformada en otros países, como Brasil, que sólo registra tres casos, Ecuador, Perú y Bolivia, donde no se ha hecho hasta ahora un seguimiento metódico de diagnósticos.
Del mismo modo, se llevarán a cabo exámenes de roedores en toda la región para detectar a posibles portadores del virus, que se desarrolla sobre todo en áreas rurales de pobreza, carentes de adecuados sistemas sanitarios y de defensa ambiental.
Las víctimas del Hanta son hombres en 90 por ciento, lo cual se debe, según explicó Cerda, a que el virus se transmite en actividades forestales, corte de hierbas y en lugares de trabajo como graneros y establos, frecuentados por los ratones.
Los infectados por el Hantavirus corresponden en un promedio de 75 por ciento a zonas rurales, lo cual no garantiza que las ciudades estén a salvo de esta enfermedad, sobre todo aquellas que tienen una vasta periferia semiurbana.
Las campañas de desratización que se proponen varios municipios en Santiago pueden tener alcances positivos, en la medida de que los roedores transmiten también otras enfermedades, señaló el asesor de la OPS.
Cerca insistió a la vez en los riesgos ecológicos de desratizaciones en el campo, ya que allí los venenos que pueden usarse no tienen un espectro selectivo y matarían también a depredadores naturales de los roedores.
Lo fundamental para prevenir y contrarrestar el Hantavirus, según la OPS, es el saneamiento ambiental, con medidas específicas de higiene en los hogares y eliminación de focos de reproducción y asentamiento de los ratones. (FIN/IPS/ggr/dg/en-he/97