El ataque hoy de tropas del gobierno de Tajikistán contra rebeldes en la ciudad de Tursunzade, donde se ubica una gigantesca planta de aluminio, mayor fuente de riqueza del país, confirmó la reanudación de la guerra en la república centroasiática.
El conflicto armado afecta también a Dushanbe, la capital, donde el viernes se enfrentaron seguidores armados de dos comandantes leales al presidente Imamali Rahmanov.
El ataque de este martes fue contra efectivos del general Mahmoud Jodabardiyev, ex vicecomandante de la guardia presidencial, quien, según informaciones, lucha en el sur de la ciudad.
El estallido de violencia marca un nuevo y amenazador proceso en la historia manchada de sangre de la república, de más de cinco millones de habitantes, que conquistó la independencia tras la ruptura de la Unión Soviética, a fines de 1991.
Irónicamente, fue el fin de cinco años de guerra civil que llevó a la actual ola de violencia.
Mientras hubo una lucha armada entre el régimen de Rahmanov, líder comunista del viejo estilo, y las fuerzas de oposición lideradas por Sayyid Abdullah Nouri, las facciones, agrupadas en torno a clanes locales e intereses económicos, lucharon como una única entidad junto al gobierno en Dushanbe.
Con el cese de las hostilidades, los disímiles grupos progubernamentales, que en el curso del conflicto cultivaron sus feudos y una porción del lucrativo comercio ilegal de drogas, perdieron el enemigo común que los unía.
A medida que se acercaba la fecha para implementar las disposiciones del acuerdo de paz para compartir el poder entre el gobierno y la oposición sobre una base común, los líderes de la facción pro-Rahmanov se enfrentaron a la perspectiva de perder territorio y poder económico.
No es accidental que la lucha se desatara a comienzos de agosto y en Dushanbe. Según el tratado de paz, el líder islámico, Nouri, deberá regresar a Dushanbe a fines de este mes para tomar su puesto junto a 12 colegas en el Comité de Conciliación Nacional, de 26 miembros.
Con la paz en Dushanbe amenazada, es poco posible que Nouri y los políticos que lo respaldan lleguen a la capital.
Además de las divisiones étnicas y geográficas en la república, el narcotráfico tiene un lugar destacado en los enfrentamientos, ya que los líderes de facciones que garantizan el pasaje de la materia prima para la fabricación de heroína proveniente de Afganistán hacia a Rusia reciben una cuantiosa recompensa.
La reestructuración del orden político-administrativo en Tajikistán de acuerdo al reciente pacto de paz privaría a los comandantes locales de esta abundante fuente de ingresos, por lo cual están dispuestos a impedirla.
Parte de las razones para el caos actual residen en el gobierno y algunos de sus procedimientos. El ejército regular apenas tiene 15.000 efectivos, pero hay varios miles de hombres armados en el Ministerio del Interior y el Departamento de Aduanas.
El factor desencadenante de la lucha fue el asesinato el sábado de un tío de Sohrab Kasimov, comandante del Ministerio del Interior, por hombres leales al comandante de Aduanas, Yakoub Salimov. Para vengar el crimen, Kasimov ordenó a sus hombres atacar a las fuerzas de Salimov, a las que derrotaron.
Desde entonces la lucha se extendió a la planta de aluminio, de propiedad estatal, tomada por el general Ghafoor Mizoyed, antes aliado a Jodabardiyev, con la ayuda de tropas del victorioso Kasimov. El episodio fortaleció a Kasimov en prejuicio de Jodabardiyev.
Según declaraciones de la agencia de noticias rusa Itar-Tass, fuentes del gobierno dijeron que la última ofensiva fue necesaria porque Jodabardiyev se negó a abrir las negociaciones con el gobierno y a poner fin a la guerra, para retirarse a la ciudad sureña de Kurgan-Tuybe.
Rahmanov hizo un llamado a las repúblicas ex soviéticas de Asia Central y Rusia para reforzar sus fuerzas de mantienimiento de la paz en Dushanbe.
Este martes Boris Dyukov, comandante del contingente en Tajikistán de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), liderada por Rusia, dijo que se mantendría al margen de los enfrentamientos.
"Las fuerzas de paz se adhieren estrictamente a la posción de neutralidad y la no interferencia en los asuntos internos de Tajikistán", sostuvo una declaración firmada por Dyukov y entregada a Itar-Tass.
Pero con 25.000 soldados desplegados en Takijistán, Moscú tiene un papel crucial que jugar para respaldar la autoridad de Rahmanov.
Rusia sabe que si el presidente de Tajikistán no logra en el corto plazo poner fin a la ola de violencia y disciplinar a los comandantes de los feudos, verá deshacerse el pacto de paz, forjado con Irán durante tres años, situando el futuro de la república en grave riesgo. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/lp/ip/97