El gobierno de Tailandia soporta una creciente presión, e incluso pedidos de renuncia, en medio de la peor crisis económica de las últimas décadas, mientras aterrados depositantes se apresuran a retirar su dinero de los bancos.
Esta masiva pérdida de confianza en el desfalleciente sistema financiero se ha agravado desde que el gobierno resolvió, a modo de operación de rescate, suspender las actividades de 42 firmas financieras esta semana, una medida que, al parecer, fracasó.
El Banco de Tailandia (central) había gastado 19.300 millones de dólares antes de la devaluación del baht, la divisa nacional, el 2 de julio, para salvar esas empresas.
La institución monetaria dijo que sus reservas de moneda extranjera cayeron apenas 900 millones de dólares desde junio, de 32.400 millones a 33.300 millones. Pero los expertos desconfían de esas cifras.
La suspensión de las compañías financieras, resuelta después de una consulta del gobierno al Fondo Monetario Internacional (FMI), eleva a 58 el número de firmas que sufrieron esa situación desde junio.
Los problemas económicos de Taliandia se generaron por los excesivos e irresponsables préstamos concedidos por instituciones financieras y de valores. La deuda incobrable se convirtió en una bola de nieve.
El FMI dio su visto bueno al programa elaborado por el gobierno del primer ministro Chavalit Tongchaiyudh para rescatar una economía que experimenta su primera caída tras décadas de crecimiento rápido y sostenido.
Tailandia recibirá, según distintos informes, entre 15.000 y 20.000 millones de dólares en fondos de emergencia aportados por instituciones de crédito internacionales encabezadas por el FMI, entre las que figuran el Banco Mundial, el Banco Asiático de Desarrollo (AsDB) y entidades de Japón.
Esta ayuda será una de las más onerosas que se hayan dispuesto en beneficio de un país de Asia.
Entre las recomendaciones del FMI figuran recortes a los gastos del gobierno y un aumento del impuesto al valor agregado de siete a diez por ciento a partir de este mes. El programa será acordado en su forma definitiva la semana próxima en Tokio.
Mientras tanto, el gobierno prevé que el crecimiento del producto interno bruto será este año de entre tres y cuatro por ciento, cuando el de 1996 ascendió a 6,4 por ciento y entre 1991 y 1995 alcanzó un promedio de más de ocho por ciento.
Estas predicciones pecan de exceso de optimismos, según expertos que pronostican un crecimiento cercano a cero para este año.
Las clausuras de compañías financieras provocaron pánico entre los depositantes, que hasta el jueves habían retirado entre 645 y 967 millones de dólares, según distintos informes.
Altos funcionarios de las principales compañías financieras se reunieron con Chavalit y con el ministro de Finanzas, Thanong Bidaya, en un intento por frenar la ruptura del sistema.
"No podemos permitirnos que los restantes 15 bancos y 33 compañías financieras caigan, o todo el sistema sufrirá un colapso. Deben confiar en el gobierno", dijo Chavalit en una reunión que mantuvo con altos funcionarios de las principales compañías financieras y el ministro de Economía, Thanong Bidaya.
El gobernante exhortó a dirigentes de su partido que no son expertos en asuntos económicos a evitar discusiones sobre la crisis, pues, dijo, eso agravaría la incertidumbre.
Mientras tanto, el ex primer ministro Anand Panyarachun pidió ante un grupo de empresarios el relevo del gobierno. "La fe y la confianza de la ciudadanía, en especial en la palabra del primer ministro, ha disminuido", advirtió.
"Una salida es su renuncia y la del resto del gabinete a modo de reconocimiento de responsabilidad en los errores cometidos y para permitir que otros solucionen los problemas de la nación", agregó Anand.
El ex gobernante alertó que Tailandia no podía afrontar un período difícil sin un gobierno confiable, por lo que, si Chavalit se rehúsa a renunciar, se impone como única opción una gran restructura del gabinete.
También se maneja como alternativa la constitución de un gabinete de unidad nacional cuyo principal objetivo debería ser restaurar la confianza en el gobierno y en el sistema financiero.
El presidente del Banco de Agricultores de Tailandia, Bantoon Lamsam, dijo que uno de los factores que aumenta la preocupación es la poca confiabilidad de la información económica difundida por las autoridades el año pasado.
"La población no cree aun hoy una palabra de lo que dice el gobierno", agregó Bantoon.
Sangsit Piriyarangsana, economista de la Universidad Chulalongkorn, dijo que es hora que el gobierno asuma que fue incapaz para administrar el país en los últimos seis meses.
"Hasta ahora, unos 400.000 pequeños y medianos empresarios están en serios problemas porque no pueden obtener crédito y, por eso, tampoco pagar a sus empleados en los próximos tres o cuatro meses", dijo Sangsit. (FIN/IPS/tra-en/rc/js/mj/if ip/97