NEPAL: Afición a las huelgas comienza a colmar paciencias

Los turistas que salían hoy cargados de equipaje del Aeropuerto Internacional Tribhuvan, en la capital de Nepal, miraban con ansiedad la carretera. Ningún taxi esperaba allí por pasajeros. Tampoco circulaba un solo vehículo.

Katmandú se había detenido este viernes, en adhesión a la huelga nacional convocada por nueve partidos de ultraizquierda en oposición al proyecto de ley antiterrorista presentada por el gobierno. Se trata de la segunda detención de actividades en 10 días.

Un grupo de estudiantes convocó la semana pasada a una huelga de comercios, empresas, centros de enseñanza y oficinas estatales en protesta contra la gestión de la peculiar coalición de partidos monárquicos e izquierdistas que hace seis meses está en el poder.

Las protestas opositoras, que siempre fueron frecuentes en Nepal, ganaron intensidad este año. El período de más agitación fue agosto.

Cada vez son más frecuentes los informes sobre pasajeros varados en aeropuertos, enfermos entrando y saliendo a pie de los hospitales, embarazadas a punto de parir conducidas en "rickshaw" (vehículos a tracción humana), batallas entre policías y manifestantes y cierres de distritos comerciales.

Entre los días 7 y 19, hubo cuatro días de huelga convocados tanto por grupos políticos de ultraizquierda, descontentos con el proyecto de ley antiterrorista, como por grupos de empresarios, molestos con el aumento de impuestos que dispuso el gobierno.

Los nepalíes suelen apelar a las protestas. Los partidos prodemocráticos convocaron numerosas paralizaciones de actividades para derrocar al régimen de gobierno con partidos proscriptos que duró trés décadas hasta 1990.

Las batallas entre grupos políticos suelen desarrollarse en las calles, no en el parlamento. En los siete años de democracia multipartidaria, hubo varias huelgas, a menudo violentas, convocadas por grupos dispares. Pero eso fue poco en comparación con este año.

Nepal, cuyo ingreso por persona es de unos 200 dólares al año, pierde mucho dinero por la paralización de las empresas y de la actividad turística.

'¿Cuándo se darán cuenta los partidos políticos de que los turistas no nos visitarán si lanzamos una huelga todos los días?", se quejó Madhav Om Shrestha, director ejecutivo de la Asociación Hotelera de Nepal.

"Las huelgas son malas para el turismo. Muchos turistas evitan venir aquí, y quienes vienen se llevan malos recuerdos al regresar a sus países", agregó.

Los visitantes que planeaban este viernes arrendar un automóvil en el aeropuerto debieron contratar "rickshaws" para llegar a los hoteles en la ciudad.

Muchos grupos de turistas ya cancelaron sus reservas de hotel este mes por temor a llegar a Katmandú en medio de una violenta huelga, sostuvo Han.

La incertidumbre también preocupa a los organizadores del próximo festival cinematográfico en Katmandú, Film South Asia '97, que podrían llegar a postergarlo luego de más de un año de trabajo de planificación.

La muestra, compuesta en su mayor parte por documentales, está programada entre el 18 y el 21 de septiembre, y para entonces se han convocado tres días de huelga.

"Veinticinco cineastas ya confirmaron su participación y con seguridad deberemos convencerlos de que posterguen la visita hasta fines de octubre", dijo el director del festival, Suman Shakya.

Las interrupciones de actividad casi diarias han afectado el funcionamiento de servicios civiles y del gobierno y convertido las estribaciones del Himalaya, en el interior del país, en un centro de convenciones y conferencias internacionales, pues sus organizadores evitan celebrarlas en la capital.

"El resentimiento del público hacia partidos, organizaciones y grupos de intereses crece, pues convocan a huelgas con cualquier motivo y en cualquier momento del año", observó M. R. Josse, columnista del diario The Kathmandu Post.

"¿Se puede permitir que cualquier grupo de individuos, no importa lo que pretendan, tengan al país a su merced cuando tienen a su disposición otras formas de protesta?", se preguntó Josse.

Los convocanters, como resulta obvio, no coinciden con esa posición. "Sabemos los inconvenientes que genera una huelga, pero no tenemos otro recurso. Si no hacemos huelga, ¿qué hacemos, entonces?", explica la declaración de diez intelectuales en adhesión a un paro contra la ley antiterrorista. (FIN/IPS/tra- en/sp/an/lb/97

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