Cerca de las vías férreas y de la bulliciosa estación de trenes de Dimapur, ciudad del nordeste de India, hay un grupo de chozas de bambú que conforman Railway Bazaar, una de las tantas zonas de prostitución de la ciudad.
Según cálculos conservadores, 500 prostitutas trabajan en el lugar. En el estado de Nagaland, Dimapur es uno de los centros comerciales más importantes del nordeste, con una base militar y gran cantidad de población migrante, ambas fuentes de trabajo para las trabajadoras sexuales.
La mayoría de las prostitutas son muy jóvenes. D.P., originaria del oeste de India, ha estado en el oficio durante 11 años.
"Estaba de visita en Delhi con mi familia y me perdí entre la multitud. Nunca más vi a mis familiares. Alguien me trajo aquí. Quiero irme, odio este lugar, el trabajo y la comida", manifestó con lágrimas en los ojos.
Su amiga es de Tezpur, en el estado vecino de Assam. "Pensé que me casaría y sería feliz, pero fui vendida al prostíbulo por 40 dólares. ¿Qué puedo hacer ahora? Me gustaría irme pero no tengo adónde ir".
Lanu Aier, médico especialista en enfermedades de transmisión sexual y sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) del hospital de Dimapur y director de una clínica en Railway Bazaar, señaló que hay determinados lugares de la ciudad donde se concentra el comercio sexual.
Muchas de las mujeres pertenecen a una población flotante que viaja periódicamente a Assam y a otros estados. Los clientes son militares, camioneros, viajeros, policías y trabajadores que también viajan de un lugar a otro.
Oriundos de ciudades de toda India, los clientes pertenecen a la categoría de personas con alto riesgo de ser contraer el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que provoca el sida.
Aunque no hay estudios formales, el dermatólogo Vizolie, de la capital estatal de Kohima, afirma que hubo seis casos de VIH entre 451 casos de enfermedades de transmisión sexual en 1994.
En 1995, el número aumentó a 12 y en 1996 a 14, mientras hubo 775 casos de enfermedades venéreas en total. De 100 pruebas a mujeres embarazadas, cinco resultaron seropositivas.
Vizolie sostuvo que la tendencia creciente de las enfermedades de transmisión sexual es alarmante. Entre los afectados, la mayoría de los hombres eran casados y las mujeres solteras.
"En el pasado, el sexo era respetado en la sociedad de Nagaland. Ahora se abusa de él", opinó Dili Solomon, director de Prodigals Home, una organización no gubernamental (ONG) que trabaja con drogadictos y prostitutas de Dimapur.
Un informe de la ONG sostiene que las zonas de prostitución de Dimapur sólo tienen 10 años de antigüedad. Antes, las trabajadoras sexuales de Bangladesh y Nepal vivían en zonas cercanas a Railway Bazaar. Las mujeres de Nagaland recurrieron al comercio sexual sólo en forma reciente.
Trabajadores sociales estimaron que la gran presencia militar en el estado, desplegada para controlar la rebelión separatista de Nagaland, contribuyó al aumento de la prostitución en algunas zonas.
"Nuestra sociedad no era tan severa. Una vez que las jóvenes llegaban a la pubertad, se aceptaba que trabaran amistad con miembros del sexo opuesto. Había una relación saludable entre los sexos. La prostitución tradicional, como la conocemos ahora, no existía", dijo la antropóloga Anungla.
Hoy, la generación más joven, que creció a la sombra de la lucha independentista de Nagaland, experimenta con drogas, sexo y alcohol, señaló.
En Kohima, la capital, no hay zonas de prostitución. Sin embargo, el sexo fortuito va en aumento y se han detectado enfermedades venéreas en adolescentes de 12 años.
Los casos de herpes son alarmantes y demuestran que la prostitución ya es parte de la sociedad, según el dermatólogo Vizolie.
Médicos del hospital Nacional de Nagaland, de Kohima, temen que el VIH se disemine por causa de la multiplicidad de parejas sexuales. Por otra parte, la campaña contra las drogas en el estado vecino de Manipur comienza a reducir la alarmante transmisión del virus por el uso de drogas intravenosas.
En la ciudad de Mokokchung, 100 kilómetros al norte de Kohima, el médico Senti Longkumer afirmó que los siete colegas que trataban casos de enfermedades de transmisión sexual en el pueblo recibían al menos 20 casos por mes.
El problema no siempre radica en la prostitución. Aunque la policía de Kohima afirma que las violaciones son prácticamente inexistentes, médicos de los hospitales del gobierno afirmaron que tuvieron casos de abuso sexual de menores.
"Nadie habla de violación o abuso sexual, pero eso no significa que no ocurra", declaró un periodista. (FIN/IPS/tra-en/mm/an/aq-ml/pr/97