El Grupo de Río demostró en la XI Cumbre realizada en Paraguay este fin de semana que aún es la única instancia de diálogo político entre los países de la región, en la que confluyen los problemas no resueltos en la órbita bilateral ni en los bloques subregionales existentes.
El Grupo de Río, formado por los 10 países sudamericanos, México, Panamá y un representante de América Central y otro del Caribe, dejó en claro que aún cumple un papel específico en el plano regional, más allá de ritos diplomáticos y la sorpresiva supresión de parte de la agenda de la reunión.
"Es el único ámbito que nos queda a los latinoamericanos", dijo a IPS el presidente de Paraguay, Carlos Wasmosy, anfitrión de la Cumbre.
Estos países participan en tres foros políticos regionales, hemisféricos o iberoamericanos, pero sólo en el Grupo de Río se encuentran exclusivamente latinoamericanos y caribeños.
El Grupo de Río "seguirá siendo el centro canalizador de los principales problemas políticos regionales y nadie ha planteado reducir su rol, por el contrario", dijo a IPS el Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Alvaro Ramos.
Si bien en esta Cumbre se esperaba que varios aspectos delicados fueran sometidos a debate, sus principales protagonistas hicieron múltiples esfuerzos en demostrar que todo esto "era parte de un proceso lógico".
"Lo importante es que tengamos una instancia de discusión política al máximo nivel para afrontar todos estos temas en forma directa, evitando todo callejón sin salida más allá de los tiempos que necesite la resolución de cada problema", señaló Ramos.
El tema central de esta Cumbre fue la educación para la democracia.
Pero la carrera armamentista, las relaciones militares privilegiadas con Estados Unidos, la sede de la primera Cumbre con la Unión Europea y la representación permanente de la región en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas concentraron la atención en reuniones bilaterales y multilaterales.
Declaraciones conjuntas de los presidentes Carlos Menen, de Argentina, y Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, sobre la representación en el Consejo de Seguridad, por ejemplo, apuntaron a señalar que los problemas existían, pero se encaminaban a su solución mediante "mecanismos naturales" ya establecidos.
El presidente de Panamá, Ernesto Pérez Balladares, cuyo país ocupará desde el 1 de enero de 1998 la Secretaría del Grupo de Río, solicitó redefinir múltiples aspectos del Grupo para que su acción sea más efectiva.
Pérez Balladares se interrogó si el Grupo de Río "realiza acciones tangibles" que los pueblos puedan entender, o si por el contrario éstos comienzan a dudar también de la efectividad de sus deliberaciones.
El presidente argentino consideró a este foro como la instancia válida de diálogo para resolver o eliminar rumores sobre diferencias entre países de la región.
Diplomáticos mexicanos consideraron sintomático el hecho de que durante la Cumbre se reunieran a nivel de presidentes o cancilleres, en forma separada, el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Comunidad Andina y el Grupo de los Tres.
"Todo esto demostró que existe un claro equilibrio entre las acciones subregionales y el contexto político regional expresado por este grupo", puntualizaron los funcionarios mexicanos consultados.
En Paraguay se decidió que tras el mandato a Panamá en 1998, la Secretaría de turno del Grupo de Río la ocuparán México en 1999, año previsto para la Cumbre con la Unión Europea, y Colombia en el 2.000.
"Proyectar tres años demuestra la visión a mediano plazo que tenemos de este Grupo", manifestó el canciller uruguayo.
Muchos de los temas planteados en la Cumbre de Asunción quedaron sin resolución. Los próximos encuentros, en especial en el ámbito de la ONU, pondrán a prueba la capacidad del Grupo de Río para ser no sólo una instancia de diálogo franco sino también de resolución de espinosos problemas políticos regionales. (FIN/IPS/ml/ag/ip/97